Desperté, y vi que Robin aun estaba dormida y abrazada a mí. Intenté liberarme sin que se percatara, pero me empezó a abrazar aun mas fuerte.
-Cariño, que hay que desayunar.-le dije yo, susurrando, al tiempo que esbozaba una alegre sonrisa.
-No quiero que te vayas.-dijo ella, medio dormida.
-No me voy a ir, pero tu espérame aquí, que te traeré una sorpresa.-le dije yo.
-¿Seguro que volverás?-me dijo ella mientras ponía morritos.
-Claro que sí, jamás me podría marchar de tu lado.-le dije, sonriente.
Acto seguido, me liberó y me levanté de la cama.
-No tardo nada, pero no te duermas.-le dije yo, y solté una pequeña risita.
Me dirigí a la cocina y le preparé a Robin su desayuno favorito. Tostadas con mantequilla y mermelada de melocotón y leche fría con colacao. Cuando por fin terminé de hacer el desayuno, lo puse todo en una bandeja de plástico de color naranja con el dibujo de la bandera de japón en ella, pero de pronto, alguien que estaba detrás mío me tapó los ojos con sus suaves manos y no pude evitar sonreír.
-¿Quien soy?-dijo una bonita voz.
Me di la vuelta y la miré a los ojos.
-La mejor chica del mundo.-le respondí y le di un apasionado beso mientras sostenía sus hombros.
Después de eso, cogí la bandeja y me fui con Robin al comedor, donde nos sentamos en el sofá. Yo dejé la bandeja en una pequeña mesa de color negro que se encontraba frente al sofá.
-Ahora mi desayuno.-dije yo, y fui a levantarme, pero Robin se puso en pie y me empujó para volver a sentarme en el sofá.
-Tu me has hecho el desayuno, ahora yo te traigo el tuyo.-dijo Robin, sonriendo.
Así pues, Robin se dirigió a la nevera y sacó un pequeño envase de natillas. Después, sacó de un cajón una cuchara.
Robin volvió al sofá, le quitó la tapa y empezó a darme de comer la natilla. Cuando ya terminé, se puso a comer su desayuno mientras yo veía Neox en televisión, que estaban dando la serie de Pokemon.
Cuando Robin al fin terminó de desayunar, la cogí de la mano para que se pusiera en pie y la hice girar.
-Cuidado, que tengo las manos con migas de pan.-me dijo ella, y soltó una carcajada.
Sin embargo, yo le lamí cada uno de los dedos y ella se rió.
-¡Que me haces cosquillas!-exclamó ella.
-¿Que te parece si vamos a dar un paseo para que nos de el aire?-le propuse yo, y ella aceptó alegremente.
Por suerte, el piso tenía dos lavabos, así que fuimos al lavabo, nos lavamos la cara y las manos y nos preparamos. Yo me colgué mi espada en la espalda, dentro de su funda, mientras que Robin se puso su sombrero morado de Nico Robin de One Piece. Por fin salimos a pasear. Normalmente hacía calor, pero ese día soplaba una leve y agradable brisa.
Íbamos a cruzar el paso de cebra, pero en ese momento vimos a lo lejos a una chica que corría y un par de chicos estaban detrás de ella.
-Creo que está huyendo.-dijo Robin, y desenvainé mi espada.
Cruzamos el paso de cebra a toda prisa y la chica llegó hasta donde estábamos nosotros.
-¡Ayudarme, me quieren hacer daño!-exclamó la chica.
Uno de los chicos iba con una camiseta negra con el dibujo de una calavera, pantalones cortos y zapatillas negras, mientras que el otro tenía una camiseta verde con el dibujo de un emoji sacando la lengua.
El de la camiseta negra llevaba una especie de pequeña espada láser.
-Me han robado mi puñal láser que llevaba en el bolsillo.-dijo la chica.
-Mas te vale soltar eso, chico.-le dije yo.
-¿Y si no que, pringao? Acércate, que te rajo.-respondió el chico.
-Robin.-dije yo, y ella asintió con la cabeza.
Robin levantó una mano y del brazo del chico que sostenía el puñal láser salió un brazo que agarró la mano del chico e hizo que el chico se apuntara al cuello con el puñal.
-Suelta el arma o haré que tu mismo te claves el puñal. ¿Quieres eso?-dije yo, y el chico empezó a temblar.
-N....no, no quiero problemas, tío.-dijo el chico, asustado, y cuando el brazo que hizo aparecer Robin desapareció, el chico soltó el puñal, y la chica lo cogió antes de que cayera al suelo.
-Largaros antes de que me lo piense dos veces.-dijo ella, y los chicos salieron corriendo.
-¿Te encuentras bien?-dijo Robin.
-Sí, gracias por ayudarme. Me llamo Akuma. Ya veo que vosotros también sois cosplayers.-dijo la chica, sonriente.
-Pues sí, somos cosplayers.-le respondí yo.
-Me llevé una gran sorpresa cuando cayó el meteorito en Japón y me di cuenta de que el cosplay funcionaba de verdad.-dijo ella.
-¡Y nosotros, pero la verdad es que es alucinante, podemos ser héroes!-dije yo, emocionado, a lo que Robin y Akuma respondieron con una carcajada.
-¿Héroes, eh? Suena bien, aunque a saber si habrá alguien que haga mal uso del cosplay.-respondió Akuma.
-Nadie creería que el cosplay funciona de verdad tras la caída del meteorito, o almenos no la gente normal.-respondió Robin.
-Así tenemos libertad para ser héroes.-dije yo, sonriente.
-¿Quieres acompañarnos en nuestro paseo matutino?-le preguntó Robin.
Akuma aceptó encantada, y seguimos paseando juntos.
Cuando pasamos al lado de la vinoteca, vimos a los chavales de antes, pero uno de ellos ahora empuñaba un pequeño cuchillo de cocina.
-¡Tenemos que ayudarlos!-exclamó Akuma.
-¿Llamamos a la policía?-preguntó Robin.
-¿Que policía ni que ocho cuartos? ¡Es la hora de los héroes! ¡Héroes en acción!-exclamé yo, y eché a correr hacia el interior de la vinoteca.
-¡Ten cuidado, León!-exclamó Robin.
-Que impulsivo.-dijo Akuma, y soltó una carcajada.
Nada mas entrar en la vinoteca, los dos chavales se giraron, y al verme, su rostro cambió de repente, parecían muy asustados.
El chico que sostenía el pequeño cuchillo estaba tan asustado cuando desenvainé mi espada que no pudo evitar que se le cayera el cuchillo, y cuando dirigió su mirada hacia abajo para buscar el cuchillo, corrí hacia el y le golpee en la cara con la parte inferior de la espada y este cayó al suelo. El otro, aterrorizado, salió corriendo hacia el exterior de la vinoteca, pero Akuma desenvainó su puñal láser.
-¡Ponte de rodillas!-exclamó Akuma.
El chico estaba tan asustado que obedeció sin rechistar.
Robin aprovechó para llamar a la policía.
-Como muevas un solo músculo, probarás el sabor del láser. ¿Te queda claro?-dijo Akuma.
El chico estaba tan asustado que era incapaz de responder.
-Agacha la cabeza, y mas te vale no levantarla.-dijo Akuma.
El chico obedeció sin rechistar.
-Ya podemos irnos antes de que venga la policía.-susurró Akuma.
Salí fuera un momento a ver como iban las cosas y Robin me comunicó que la policía estaba en camino.
-Está bien.-respondí yo, y entré de nuevo para decirle al dueño de la vinoteca que la policía estaba en camino y que ellos se ocuparían de ellos.
Acto seguido, nos marchamos en dirección al recinto donde vivíamos Robin y yo.
Cuando llegamos al recinto, estábamos muy emocionados, no nos podíamos creer lo que acababa de pasar.
-¡Aun no me lo creo, somos héroes!-exclamé.
-Y menudo genio, Akuma, me has dejado sorprendida.-dijo Robin.
-No me gusta nada que se metan conmigo, y si vamos a ser héroes, debemos ser fuertes.-dijo Akuma.
-Eso es cierto.-le respondí yo.
Al fin nos despedimos, pero antes prometimos quedar al día siguiente.
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Los Héroes Frikis
Science FictionLa historia de como muchos héroes y villanos aparecieron poco después de que cayera un meteorito en Japón que soltara un gas que no tardó en esparcirse por todo el planeta, sin embargo...No parecía haber afectado a los humanos. Una mañana, nuestro p...