La música del show de mery Jane se escuchaba en el equipo de sonido, pronto acabaría y empresaría a sonar Dangerous woman, señal de que seguía ella.
Se paró frente al espejo sucio y acomodo su antifaz, está noche le tocaba el traje azul que volvía locos a todos los borrachos asqueroso que frecuentaban ese bar, desde que empezó a trabajar ahí, dos años atrás, cada noche trataban de sobrepasarse con ella, claro que la seguridad del lugar siempre la defendían, pero afuera del local era otra cosa, más de una vez habían intentado violarla en algún callejón oscuro pero siempre había alguien cerca.
—Algun día no habrá nadie cerca—Pensó para sí misma
La música de mery Jane acabó y comenzó la canción que le avisaba que tenía que salir
Como si fuese otra chica levantó el mentón y camino con una seguridad tan grande que hacia caer rendido a sus pies a cualquiera, sus caderas se movían como si fuese la mismísima Afrodita y su cintura hacia movimientos circulares tan sensuales que a más de uno se había quedado embobado.
Los hombres la pedían a gritos, desde que Amaro había empezado a trabajar en The Devil a sus 15 años, a Richard, el dueño, se le había llenado el local cada noche que ella trabajaba, Amaro o como todos la llamaban “diabla” porque no se dejaba de nadie, no era muy alta, como el resto de sus compañeras, pero poseía un cuerpo diseñado por los mismísimos dioses, con unas curvas de envida y unos pechos bien desarrollados, con una piel que te insitaba a tocarla y unos ojos tan azules y bellos que contrastaban con su piel morena clara.
Mientras Amaro realizaba su show había un chico de 19 años recostado en la barra observando el espectáculo, deleitándose en los movimientos de la diabla, estaba seguro que la conocía de algún lado, aunque no mirará su cara, el reconocería su cuerpo de inmediato, pero no sabía de dónde, estaba seguro que no era ninguna de las chicas con las que se había acostado, el la reconocería.
Tomo un sorbo de su whisky y entonces lo supo.
Un detalle, un detalle insignificante pero que él jamás pasaría por alto.
La cicatriz de Amaro.
Su compañera de clases, la niña de la beca, no es que hablara mucho con ella, jamás habían cruzado palabras.
En realidad no se llevaban, el era rico, ella pobre, simple.
El no se relacionaba con ese tipo de gente, más sin embargo estaba ahí, en un bar de mala muerte con borrachos que apenas ganaban para comer y preferían gastarlo en putas y alcohol barato.
James observo bien la cicatriz en la espalda baja de la diabla y la imagen de Amaro apareció en su mente, en realidad Amaro no acostumbraba llevar ropa que mostrará su cuerpo pero un día la novia de James le había jugado una broma y Darla una amiga lejana de James le había prestado una camiseta, y siendo Darla de un estilo más liberal que la pequeña e inocente Amaro, no tan inocente ahora, le había prestado un top ajustado y por encima de su ombligo,
y entonces James pudo observarbar la cicatriz en su espalda, una gran cicatriz parecida a esas que te ganas en una lucha callejera.
Comparó a ambas y lo supo, la pequeña Amaro era la mismísima diabla.
Con una pequeña sonrisa termino su trago y dejó la misma cantidad de dinero que le dejaba todos los días a la diabla, levantó una mano hacia Richard en señal de despedida y salió de aquel bar para regresar con su madres cenar.
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La música paró y la diabla dió una reverencia a su público y regreso al cuarto donde podían cambiarse, estaba tan entretenida quitándose el excesivo maquillaje que no notó a Richard detrás de ella así que cuando el hablo ella pegó un grito por el susto mientras el reía .
—Tu fiel admirador ha dejado más dinero– le dijo sonriendo.
Richard no era malo, en realidad era muy bueno con todas ellas y les había dado trabajo porque conocía la historia de cada una, por eso no permitía que pagarán por sexo, el no estaba de acuerdo con aquellas prácticas, su negocio solo se limitaba a ofrecer show de bailes eróticos y ya.
Sonreía porque él sabía que Amaro necesitaba ese dinero, y si ese chico estaba dispuesto a darle dinero por un simple baile, el lo agradecía.
—Tengo tanto que agradecerle a ese chico– murmuró Amaro a punto de soltar el llanto, pero se recompuso al instante.
Si algo tenía Amaro , era que no dejaba que nadie la viese llorando, a excepción de Darla.
Para ella era imperdonable que alguien la viese soltar un par de lágrimas, prefería que la viesen por debajo del hombro que con lástima.
Tomo el dinero y su bolso para salir de aquel lugar y volver a su casa, o al intento de esta, gracias a Dios con el dinero de este día Amaro podía pagar la renta de un nuevo apartamento para ella y su hermano, y poder salirse por fin de su casa.
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la vida secreta de Amaro
Teen FictionAmaro tiene un puesto de honor en su escuela, ayuda a los cachorritos de la calle y lleva a sus hermanos al parque Amaro es la chica perfecta. o eso es lo que aparenta, en realidad Amaro no tiene dinero y asiste a un colegio de paga gracias a una be...