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Argelia Brooks.

¡Joder! Ya deseo que termine este día, todo va de mal en peor.

Admito que cuando me entere del cambio de instituto  no me afectó mucho, ya que soy de las personas que le dan  igual los demás, pero aún ni siquiera me he mudado y todo mi día ha sido un total desastre. Tal como lo es mi vida, porque la palabra "desastre"  se adecua a ella totalmente.

Cuando mi papá me comentó a idea de mudarnos pensé que sería genial ya que supone que los cambios son necesarios ¿no?

Ya que solo somos él y yo, porque mis padres se divorciaron hace dos meses y la verdad me siento muy a gusto viviendo con él. Digamos que no tenía una relación muy amena con mi madre. Lo he tratado de persuadir para que vuelve a realizar su vida con otra persona, pero su respuesta siempre es la misma "Aún no, Lía".

Ya no llevo la cuenta de cuantas maletas he llenado con mi ropa para la mudanza, la verdad es que me estoy muriendo de sueño, así que veo la hora en el reloj de la mesita de noche, que marca las 2pm -la mudanza es a las 4pm puedo dormir un poco- me sonsaca mi conciencia. Así que le hago caso y me dejo caer en mi cama,  que por cierto, extrañaré bastante, y me dejo llevar por mis pensamientos hasta que caigo en un sueño profundo relajante...

- ¡¡¡Lía!!! -un grito hace que me sobresalte y ya que aun me encontraba mareada por pararme tan de repente, en este momento la fuerza gravitatoria sale a su esplendor y hace que caiga de lleno al piso.

- Oh mierda -digo aún adolorida por tan repentina caída- ¿Qué pasa? -pregunto un tanto soñolienta.

- Princesa, ya te he dicho que no me respondas así -aquel recordatorio de papá hace que automáticamente ruede mis ojos- y no me voltees los ojos que te vi.

- Papá sabes que te amo ¿no? -respondo frunciendo los labios en un puchero.

- Yo también te amo princesa -sonrío, no puedo creer que aún teniendo 17 años me diga "princesa"- pero recuerda que el camión de mudanza sale en 10 minutos.

Y con eso de va, sale de mi habitación o mejor dicho ex-habitación dejándome aturdida con sus palabras. Me levanto del suelo haciendo una mueca de dolor  y tengo la tentación de volver a dormir, algunas personas pesaran que soy muy perezosa ya que me encanta dormir pero es que joder, cuando duermes entras en un estado de relajación, en un mundo sin problemas, sin estrés, sin preocupaciones del que no provoca salir.

Ya perdida en mis pensamientos es que recuerdo las palabras de mi papá "el camión de la mudanza sale en 10 minutos"

¡Mierda!

¡¡¡10 MINUTOS!!!

¿Ahora que hago?

Yo ni siquiera he terminado de empacar mis pertenencias -piensa Argelia, piensa- me dice mi conciencia. Así que decido hacer algo fácil y rápido.

Levanto todas las cosas restantes que son algunas fotos y cd's  y las coloco en un maletín aparte. Acomodo algunas cosas por aquí, por allá  al fin me levanto para bajar las maletas por las escaleras.

- ¡5 MINUTOS LIA! -el grito de mi progenitor hace que suelte una de las maletas que llevaba en la mano, haciendo que la misma ruede por todos los escalones hasta llegar al piso.

¡Eureka! -exclamó mi conciencia, al pensar en la idea de lo que podía hacer con el resto de mis maletas.

Empiezo a soltar mis pertenencias una maleta a la vez, haciendo que cada vez que baja y rueden por los escalones se oigan un estruendoso ruido por toda la casa.

Siempre me intrigó como se podía oír todos los sonidos en esta casa, ya que cuando simplemente escuchaba música en mi habitación o cuando hacia cualquier sonido fácilmente se escuchaba en toda la parte de abajo desde la habitación de papa hasta la  cocina. Pero aun así nunca me importo hacer mucho ruido ya que prácticamente vivía sola, mis padres estaban siempre en sus trabajos, vivían ocupados a tal grado que pensé que no se acordaban que tenían una hija. Pienso que ese fue uno de los motivos principales de su separación, aunque en realidad nunca supe del todo por que se separaron.

¿Y si lo hicieron por mi?

Esa pregunta siempre estaba presente en mi, inclusive llegue a un punto que me costaba mirar a mi papa a los ojos ya que pensaba que yo era la culpable de su separación. Pero que equivocada estaba.

Mi luciérnagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora