I. Admiración

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—Es maravilloso —murmuró distraídamente, recorriendo el cuadro con la mirada.

Cada pincelada parecía estar hecha con precisión y delicadeza, cuidando hasta el último detalle de la pintura realista de aquel lago en medio de un bosque. Los colores estaban elegidos con sabiduría y el acabado era espectacular.

Mientras más lo miraba, más sentía que se alejaba del salón de exposiciones y se encontraba en el lago, oyendo el rumor del viento que pasaba entre las hojas de los árboles y sintiendo el olor de las plantas que crecían en los alrededores, rodeado por sonidos naturales arrulladores.

Era pacífico, místico y envolvente. Casi como si pudiera estirar la mano hacia la pintura, y en lugar de óleo seco, sentiría la humedad del agua.

Movió la mano hasta la pintura por inercia, pero se contuvo de rozarla porque conocía muy bien las reglas de las exposiciones de arte.

—Claro, maravilloso, claro, solo una duda, ¿hablas de la pintura o del artista?

La burla en el tono de su mejor amigo rompió el ambiente y desapareció el trance en el que se había encontrado con la pintura.

Lo fulminó con la mirada mientras respondía a secas:

—De la pintura.

Una sonrisa traviesa cruzó el rostro del menor.

—¿Seguro? Porque bien podrías estar babeando por la foto de Lee Donghae que está ahí y no podría notarlo nadie. Son solo unos centímetros más allá —bromeó.

Siguiendo las indicaciones de su mejor amigo, volteó hacia la foto que había apuntado. Se encontró con un par de ojos café que lo observaban con amabilidad y una sonrisa leve de labios delgados que le daban la bienvenida, enmarcados en un rostro terso de piel bronceada que era coronado por una mata de cabello castaño estratégicamente desordenado.

Si no fuera pintor, sin duda le iría bien como modelo.

—Ba-be-an-do —canturreó el menor en su oído.

Ignoró el cosquilleo en el fondo de su estómago cuando se volteó a encarar a su amigo.

—Eres un fastídio, Cho.

—Diablos, ¿Cho? ¿Nos llamamos por apellidos ahora? No sabía que te molestara tanto que te recordara del pequeño crush que tienes en Lee Donghae —se defendió, fingiendo dolor.

Ignorando sus comentarios, lo evadió y caminó hasta el segundo cuadro. Trató de enfocarse en lo que retrataba, pero era difícil con la electricidad que le recorría el cuerpo ahora que Kyuhyun se esforzaba tanto en recordarle que estaba en una exposición de Lee Donghae.

—¿Sabes, Hyukjae? Puedes dejar de fingir que te interesan sus pinturas y admitir que estás aquí solo por el tipo. Soy tu mejor amigo, no te voy a juzgar—continuó, atentando contra la paciencia del mencionado.

—¡Sí me interesan! —exclamó. Calló de golpe cuando unas miradas se pararon en él con molestia y confusión. Se dio la vuelta, avergonzado y continuó hablando con su amigo en un susurro— Sabes que sí me interesa su arte. Por Dios, Kyuhyun, ¿estás viendo estas pinturas? Son majestuosas.

—Pero también te gusta el tipo —apuntó el menor con una sonrisa pícara.

Hyukjae suspiró derrotado, y se volteó hasta la pintura que reposaba sobre la pared.

—Sí, me gustan las pinturas y me gusta el tipo, ¿contento?

—Más o menos.

Lo miró con una ceja alzada, confundido.

Prisma (HaeHyuk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora