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Usé mi velocidad para llegar hasta el pueblo, sin importar que las personas me aborrecieran y quisieran mi muerte. Debía llegar hasta él y protegerlo de toda aquella maldad, llevarlo lejos y garantizar su bienestar, sin importar si llegaba a odiarme en el proceso.

Aquella noche era fría, desolada y tenebrosa. La luna había desaparecido del firmamento y el silencioso camino al pueblo lo convertían en el escenario perfecto para sentir miedo de nuestro destino. Era este mismo panorama el que observé en mi visión al futuro, el mismo momento donde vi la vida de Jimin desvanecerse como una pequeña brisa.

Corrí hasta llegar a la entrada, hasta ver antorchas en la plaza del pueblo y sentir el llamado de alerta de mi compañero. Nuestro final estaba aproximándose a cada paso que daba, sabiendo que los pobladores iban a castigarlo por haberse entregado a mí.

- ¡Seokjin! - Escuché su llamado en mi consciencia y no dudé en acercarme hacia donde estaba, en el lugar donde todo el pueblo se reunía para asesinarlo en la horca. - ¡Seokjin!

- ¡Jimin!

Mi grito detuvo el bullicio y captó la atención de todos los pobladores, ellos giraron hacia mí y fui testigo del odio y el miedo que se albergaba en sus miradas. Me sentí vulnerable al saber que todos me acusaban de haber corrompido el alma de Jimin, sintiendo que tenían razón al decirlo.

- ¡Maldito demonio! ¡Deberías desaparecer!

- ¡Asesinen al hombre que se entregó a ese demonio! ¡Es abominable! ¡Quémenlo en la hoguera!

Observé a Jimin por sobre el mar de gente y supe que estaríamos perdidos si uno de los dos moría. No quería tener que vivir otros mil años sin tener que observarlo, no quería sentir ese repudio hacia mí mismo, sabiendo que no pude salvarlo de aquel cruel destino. ¿Merecía haber sido el dueño de su corazón si lo había condenado de esa manera?

- ¡Apresúrense y asesinen al amante de este demonio! ¡Traicionó al pueblo y entregó nuestras vidas a este horrible monstruo!

Era yo quien debía pagar por él. Era yo quien debía desaparecer de este mundo y dejarle vivir sin mi recuerdo. Si tan solo pudiera ir contra ellos y asesinarlos, sería todo más fácil. Sin embargo, ya había hecho mucho daño y no merecía correrse más sangre por mis acciones.

Aparté al mar de gente que me impedía el paso y llegué hasta el centro de la plaza, donde lo estreché en mis brazos, sabiendo que aquello no era más que una despedida.

- Serás feliz sin mí, Jimin, - murmuré- serás feliz y libre de amar a quien desees.

- No, Seokjin... no lo hagas... por favor...

- Te amo, Park Jimin. - Observé a mi hermano entre el mar de gente. Yoongi solo me observó con ojos tristes y asintió a mi petición. - Y siempre lo hare...

Lancé su cuerpo hacia donde se hallaba Yoongi y le pedí que se lo llevara. A pesar de la insistencia de Jimin y de sus intentos de regresar hacia mí, mi hermano pudo llevárselo lejos de allí, sabiendo que nunca más volvería a verme.

Los hombres del pueblo encendieron sus antorchas y me observaron con completo odio.

Nuestro destino cambió en aquel momento y el único que desapareció de nuestra historia fui yo.

Como última petición, le rogué al cielo que mis recuerdos y mis poderes fueran transferidos a mi hermano, para que éste pudiera saber que no debía repetir mis errores y se mantuviera alejado de los seres humanos.

Si lo iba a cumplir o no, nunca lo sabría.

Porque en cuanto observé mi castillo a la lejanía y recordé todo lo vivido con Jimin, la primera llama se encendió y mi cuerpo ardió. Mis ojos se cerraron y soporté el dolor con valentía, sabiendo que era lo mejor para ambos.

The Truth Untold  [YoonSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora