Epílogo.

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Estoy solo en este castillo de espinas, observando mi máscara rota...

Han pasado décadas desde la última vez que me sentí acompañado. El frío de las noches ya se ha vuelto cotidiano en mi vida y el hermoso retrato que pinté cuando perdí al amor de mi vida, era lo único valioso dentro de aquel castillo de arena que iba desmoronándose y hundiéndome cada vez más en la miseria.

El padre de Jimin se había encontrado lejos de aquella destrucción cuando su hijo murió, residiendo en el hogar de uno de sus hermanos, sin saber que su hijo no volvería por él, nunca más. Su tiempo de vida fue reduciéndose poco a poco hasta que no quedó nada más de él, solo las pequeñas y vagas historias que contó sobre el amor prohibido de su hijo y el vampiro exiliado del castillo tenebroso al otro lado del camino.

Mientras las estaciones pasaban, mis rosas iban marchitándose, al no tener alguien que pudiera regarlas o cuidarlas. El pueblo quedó desierto hasta que otros humanos llegaron e invadieron el terreno, una nueva civilización fue construyéndose en aquellas tierras malditas y la vida de los anteriores residentes fue olvidado entre los escombros y los pecados cometidos. Taehyung escapó de aquel pueblo por esa misma razón, porque había observado la injusticia que se cometía en el interior y la manera en la que castigaban a las personas que erraban al enamorarse de alguien prohibido. Él creció y maduró, dejando de ser aquel hombre propenso a la influencia ajena. Sus historias se convirtieron en relatos populares y pronto toda la ciudad se vio envuelta en la intriga de aquella historia de amor trágica.

Las costumbres fueron desvaneciéndose y siendo reemplazadas por nuevas, la armonía iba acentuándose vigorosamente dentro de los pueblos vecinos, llenando el desierto vacío en un lugar lleno de humanos. Las injusticias seguían cometiéndose, pero poco me importaba prestar atención en ellas, cuando lo único que era valioso para mí se había retirado por completo.

Algunos hombres trataron de saltar las rejas de mi castillo para robar aquellas rosas negras, (las cuáles crecían cada cierto tiempo por recordatorio de mi dolor), pero no iban más allá de la entrada, pues mi presencia los llenaba de terror y lograba que huyeran.

Las décadas pasaron hasta que se convirtieron en siglos.

El tiempo corrió y nuevas ropas, costumbres y artefactos se inventaron. Pero, por mucho que todo se transformó y varió, el alma de Hoseok no retornó a este mundo.

Siempre visitaba los pueblos cercanos en los días de invierno para saber si, entre todos esos niños recién nacidos, Hoseok reencarnaba. Pero, nunca fue así. Mis peticiones no eran más que vagos lamentos elevados al cielo y olvidados completamente.

Fueron los siglos más agonizantes de toda mi existencia.

Me hallé resignado al saberlo perdido y traté de suicidarme tal y como Jimin había logrado, pero mi inmortalidad no me lo permitiría y me condenaría a permanecer en la tierra por varios milenios.

Prometiste volver a mí, Hoseok... ¿Por qué no lo cumples?

◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇

Mantuve mi vista al frente mientras observaba como Taehyung jugueteaba con la pequeña mascota que se había conseguido. Sus risas inundaban la pradera colorida y llena de fragancias diversas y dulces, en el cual perdía el tiempo casi todos los días. Lejanamente, en un punto donde perdía la mirada a diario, se hallaba mi abandonado y vacío castillo, del cual pude desprenderme hacía varias décadas, dándome la oportunidad de vivir al lado de la segunda reencarnación de mi fiel compañero Taehyung.

- ¡Hey! - Gritó en mi dirección. - ¿No crees que Yeontan debería jugar con su otro dueño? ¿Qué haces allí sentado? ¡Ven a jugar con él!

-Como dueño oficial, deberías cuidar de él, ¿no crees?

The Truth Untold  [YoonSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora