Fallen

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Era de noche, acababan de cenar en el Ritz asi que ambos amigos, ángel y demonio regresaban a sus casas. Claro que el pelirrojo se ofreció a llevar de regreso a la libreria al otro, así que la conversación siguió su curso saliendo del restaurante, tornandose algo inesperada e incomoda para el demonio.

-Crees... ¿Crees que nos conocimos antes del Edén?.- No sabía como habían llegado a aquel tema, pero lo que si supo era que no debía de haber recordado aquello.

-No.- Dijó secamente, pero no estaba seguro de eso, dudaba de la respuesta que le había dado a su angelical amigo.

-Si, tienes razón.- Estuvo de acuerdo Aziraphael.- No recuerdo a todos los caidos antes de eso...- Por alguna razón se empezaba a molestar y no quería seguir hablando o escuchando acerca de eso. ¿Por qué le molestaba?, había pasado tanto tiempo que ya no se recordaba a si mismo como ángel.- No sé quien eras antes.-

Frenó de golpe, sentía una presión en el pecho, como si le faltara el aire.

-Bajate del coche.- Dijó molesto.

-Crow... Lo siento Crowley...- Aziraphael notó que había cometido un error y eso le disgustaba, no había detenido su lengua de las dudas en su cabeza, solo esperaba que su amigo no se enojara más por aquello.

No se quedó más en el coche, salió de este como se lo habían pedido, para su fortuna ya estaban frente a su querida librería, el ángel estuvo apunto de agradecerle por aquello pero la molestia del demonio hizó que se pusiera en marcha a su casa con su ya acostumbrado exceso de velocidad sin mirar atrás.

Por su parte Crowley trataba de no darle importancia al asunto en el trayecto a su casa, pero su cabeza no dejaba de regresar a donde mismo y le empezaba a doler, aquello junto con el extraño sentimiento que oprimia su pecho le incomodaba en gran manera.

-Estúpido ángel...- Se quitó de golpe los oscuros lentes tocando de paso su frente, sudaba y también temblaba, aquello no era bueno. Odiaba sentirse asi, ese estúpido cuerpo humano parecia estar enfermo o quizá solo era él, tomandole la importancia que nunca antes le había dado a aquello.

Finalmente llegó a su casa, no se sentía con fuerzas suficientes pues todas las que tenía estaban concentradas en recordar quien era antes de su caida. Tal vez había sido el Arcangel Rafael, ese que hizó las estrellas, eso explicaría su afición a aquellos astros.

-Ugh... ¡Suficiente!.- Gritó queriendo callar los pensamientos de su cabeza, no cabía duda, estaba pasando por un extraño episodio de enfermedad, algo imposible para un demonio como él. No, no estaba enfermo, aquello era practicamente imposible, solo era su cabeza que le hacía una mala pasada.

Destapó una botella del mejor vino que tenía en casa y bebió de ella, se quitó el saco y los zapatos para estar más comodo, la confusión fué desapareciendo al entrar en estado de ebriedad gracias a aquella buena bebida, ya había olvidado en primer lugar el porqué de todo aquello, más tranquilo se acurrucó en su cama dispuesto a dormir.

Pero todo se tornó extrañamente luminoso, colores brillantes y blancos impecables adornaban aquel lugar en que se encontraba ahora, ¿Estaba en el cielo?, ¿Cómo era posible que estuviera ahí?, entonces lo entendió, de alguna manera estaba reviviendo los recuerdos perdidos en su memoria.

Tal vez el alcohol y el comportamiento extraño de su cuerpo humano habían influido aquello, o tal vez fueron las palabras de aquél ángel. No lo sabía.

Sus ropas ahora eran blancas, las propias de un ángel y como si conociera cada rincón de aquel lugar se paseó por los caminos de oro con un destino que desconocía. Veía rostros llenos de belleza pasar a su lado e incluso llegó a saludar sonriente a algunos de ellos, pero a ninguno lo recordaba, su antiguo yo era quien saludaba no él, no el demonio desterrado.

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