Capítulo 3: Los Medallones de Memoria

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El grupo partió temprano en la mañana; y ya era cerca del mediodía cuando estaban caminando por una explanada rocosa mientras hablaban animadamente de los eventos del día anterior.

- "¡Hicieron un buen trabajo ayer!" - les dijo Miroku con una amplia sonrisa.

- "Sí, nunca los habíamos oído cantar; y la verdad lo hacen muy bien" - les comentó Sango, haciendo que Miko e Inuyasha se sonrojaran.

- "Ehh... Gracias. Nunca pensé que lo haría bien." - dijo Miko sonriendo.

- "¡Y no tienen idea de lo asustado que estaba por ello!" - dijo Inuyasha riéndose.

- "O sea que te dio miedo..." - comenzó Shippou a modo de burla, pero se calló en respuesta a una mirada furiosa de Miko. Obviamente aún estaba molesta por lo que hizo a Inuyasha.

- "Shippou... Creo que le debes una disculpa a Inuyasha" - le dijo Miko en tono de reproche. Inicialmente se iba rehusar a hacerlo, pero al ver como lo estaba viendo Miko, Shippou decidió tragarse el orgullo y disculparse.

- "Está bien" - dijo rabioso y se volteó hacia Inuyasha - "Disculpameporloquetedijeayer"

Inuyasha no entendió nada de lo que le dijo.

- "¿Qué fue todo eso?" - le preguntó con una cara de confusión.

- "Urgh... ¡Quise decir que me perdones por lo que dije ayer!" - dijo Shippou molesto.

Al principio pareció que le iba a pegar, pero Inuyasha simplemente le puso una mano en la cabeza suavemente; y le dijo:

- "Muy bien, te perdono" -

- '¡Uf! Estuvo cerca...' - pensó Shippou con alivio.

- "Bueno, ya dejen de jugar, que tenemos que concentrarnos en encontrar esos medallones" - los reprimió Sango al ver como se estaban quedando atrás.

Después de otro rato de caminata, durante el cual los niños habían estado hablando entre sí animadamente...

- "¡Miren, hay una aldea allá enfrente!" - dijo Shippou, poniendo fin a la conversación sobre juegos que habían estado teniendo.

- "¡Es verdad!" - dijo Miko emocionada, que no recordaba haber visto jamás otra aldea aparte de la de Kaede.

- "¿Creen que deberíamos parar a descansar?" - les preguntó Miroku mientras evaluaba sus condiciones actuales. Miko, Shippou e Inuyasha se veían un poco cansados, pero aun así estaban emocionados de continuar viajando. Sin embargo, se escuchó el sonido de varios estómagos rugiendo en ese instante.

- "Sí, no creo que debamos continuar sin recuperar fuerzas" - respondió Sango mientras reía al haber escuchado eso.

Y así continuaron su caminata.

Cuando por fin llegaron a la aldea, la bienvenida que les dieron fue de todo menos calurosa...

- "Miren ese grupo de viajeros allá. Es muy extraño" -

- "Sí... Van un monje, una mujer, una niña, una especie de zorro y un niño monstruo" -

Aunque continuaron caminando sin prestarle mucha atención a lo que decían sobre ellos, este último comentario hizo que Inuyasha se enfureciera:

- "¿¡A quién llaman monstruo!?" – gritó enfurecido. Como se había acostumbrado a que sus amigos y los habitantes de la aldea de Kaede lo tratasen como parte de ellos, esto terminó volviéndose un desagradable recordatorio de la vida que tenía antes de despertar en la cabaña, o mejor dicho, de los horrores por los que pasó durante su verdadera infancia.

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