Día 4

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Lector, ponte cómodo. Lo que se viene es fuerte.

Cuando entré en la casa de mis padres, además de encontrarme con mi hermano haciendo de enfermero, vi unas esporas rojizas. No hizo falta más para confirmar el nivel de amenaza: en la botánica, algunas esporas pueden ser muy peligrosas. Umbra colocó sus manos en mi boca haciendo de cubre bocas; diría que esa es la razón por la que yo tampoco me sentí mal dentro de esa atmósfera. Mi hermano también llevaba un cubre bocas y varias medicinas en la bata de mi madre.
Supongo que estás intrigado por el qué me encontré dentro de su habitación, ¿no es así? Bueno, antes que nada, quiero que vayas a tu buscador de confianza y deletrees "médico de la peste negra". Sé que cabe la probabilidad de que ya lo conozcas pero me anticipo a que tu respuesta sea un no. Ahora que lo conoces, ya te puedes hacer una imagen de este ser de apariencia tenebrosa que acosaba a mis padres desde una esquina en ese pequeño cuarto.
No te preocupes Lector, toda mi descripción detallada quedará en el segmento "Monstruos". Volviendo a la escena, cuando intenté poner un pie dentro de la habitación, Umbra me echó para atrás y entonces escuché la inminente llegada de Susurro.

—Con calma Morales, recuerda la noche anterior. No sabes con qué estás tratando. Te recomiendo retroceder e investigar de lejos su comportamiento. Mira a tu hermano —dijo mientras mi hermano entraba en la habitación—, observa con atención los movimientos del demonio.

Eso hice. Observé siendo lo más meticuloso que pude. Me llevé una total sorpresa al ver que aquel demonio se movía acorde a los movimientos de mi hermano, como una araña moviéndose lentamente hacía su presa atrapada entre sus redes... Pero no pasó nada; solo se movió alrededor de mi hermano y lo miró con gran detenimiento. Mal hice en no advertir a mi hermano de su último movimiento: justo antes de salir de la habitación, el ente inyectó a mi hermano con su dedo índice izquierdo, filoso y delgado como una aguja. Para mi sorpresa, y quizá alivio, mi hermano no reaccionó y pasó junto a mí como si nada hubiese sucedido. Yo cerré la puerta lentamente, grabando en mi memoria cada detalle que pude de su apariencia y comportamiento.

Por suerte para mi familia, mi madre es médico y a lo largo de mi infancia me ha enseñado bastantes soluciones que pueden solucionar los malestares comunes que pueden sufrir los humanos; al menos eso bastará mientras conseguimos un doctor que pueda ir a diagnosticarles qué enfermedad tienen. Sin embargo, no quise esperar sin hacer nada hasta que que el médico llegará esa tarde. Así que fui a la biblioteca más cercana y, buscando en algunos libros de medicina y botánica, encontré que sus síntomas son similares a los que causan algunos hongos venenosos de la familia Amanita.

Para cuando volví a casa, el médico ya había llegado. No puedo describir las enormes ganas que tuve de gritarle y golpearlo cuando escuché su diagnóstico. "Solo están exhaustos y un poco intoxicados. Se recuperarán en una semana o antes si toman los medicamentos adecuados" eso dijo. Esas malditas palabras quedaron grabadas en mi mente. No, querido "médico", mis padres no estaban "exhaustos y un poco intoxicados", ¡están al borde de la muerte por culpa de un demonio!
Obviamente no me creería si se lo dijera. Pero tú sí me crees, ¿verdad, Lector? Solo le pagué por sus servicios y lo despedimos de la casa. Caída la noche, me retiré a mi departamento. Ahora estoy aquí, escribiendo todo lo que pasó hoy.

Espero que con mis recientes descubrimientos puedan ayudar a mis padres. No me perdonaría si este demonio los asesinara. Jamás podría perdonármelo.

Nos vemos mañana, Lector. Susurro me ha dado una buena de pista que seguir para derrotar a este demonio: mi novia. Como siempre, te contaré todo lo que encuentre interesante.

Firma, Ángel Morales.

Mi Diario de MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora