Violet no podía creer lo que estaba viendo; la lucha de un ángel y un ángel negro, en especial porque el ángel negro era nada mas y nada menos que su compañero y numero uno de la Academia Bringe, Luzian Blackfeather.
—Luzian — Susurraba Violet mientras volteaba al cielo para ver la pelea.
La manera de moverse por el cielo de ambos combatientes era extraordinaria, giros rápidos acompañados de golpes con las alas. Para Luzian era una extraña sensación familiar, no tenia problemas para volar, aun cuando el consideraba que era su primera vez haciéndolo, cada segundo que pasaba en combate parecía mejorar, de pronto ya era Luzian quien presionaba al ángel para defenderse.
—Esto anda mal — Dijo Cassiel en voz baja, agitado por la manera en que Luzian le había igualado en combate —, debo matarlo antes de que recupere toda su memoria.
Los ojos de Luzian comenzaban a emitir un leve brillo rojo, era algo hipnotizante para Violet que observaba todo desde abajo, veía una leve estela roja que dejaba ese brillo por donde pasaba, por alguna razón había comenzado a sentirse nerviosa, ya no era el Luzian que conocía, aquel cerebrito que siempre se mantenía en calma, este Luzian parecía un animal salvaje, un temible depredador jugando con su presa antes de matarla, no se dio cuenta de cuando empezó a temblar de miedo.
—¡Maldito monstruo! — Gritó casi el mientras tomaba una ligera distancia para lanzar una estocada al abdomen de Luzian —, ¡Muere!
—¡No, Luzian! — Exclamó aterrada Violet al ver como su compañero era atravesado por el abdomen.
Pero el terror de ver a Luzian de tal manera se vio opacado por el terror que el mismo le causó unos momentos después; aún con la espada en su abdomen tomó el cuello de Cassiel con fuerza, obligando al ángel a soltar la espada para tratar de soltarse del agarre de manera inútil, recibiendo un brutal golpe en el estómago que le hizo salir disparado contra el auto dejándolo con un daño impresionante, si Violet hubiera conocido mejor ese auto, habría estado mucho más aterrada por el daño que este recibió, debido a que habia sido modificado con tecnología de punta, poseía un doble blindaje reforzado capaz de detener balas diseñadas para pasar blindajes, era la joya de la corona de la agencia en la que trabajaba Luzian, pero eso poco importaba en ese momento, ya que Cassiel había caído en el cofre del auto, dejando completamente destruida la parte frontal.
— ¡Ah! ¡Maldición! — Exclamó de dolor Cassiel mientras se trataba de levantar, notando de inmediato que su brazo derecho se había fracturado.
Casi de inmediato el rostro de Cassiel reflejó el mismo horror que el de Violet, frente a él se encontraba Luzian, flotando suavemente sobre el pavimento, mostrando una sonrisa sádica que le avisaba al ángel que no moriría rápidamente. Pasaron unos pocos segundos antes de que Luzian diera comienzo a una serie de golpes contra el ángel, era una escena aterradora.
Violet sólo podía observar aquella masacre, escuchaba los gritos de dolor del ángel, podía escuchar el crujir de sus huesos con cada golpe, veía una leve aura roja que se levantaba al rededor de Luzian, provocada por el inmenso poder del ángel negro que habia comenzado a evaporar la sangre de Cassiel que se derramaba a sus pies lentamente, pero eso era algo que Violet no sabía, para ella Luzian se estaba volviendo malvado, tal y como en las películas de fantasía y ciencia ficción que tanto le gustaban, solo que esto era real, no había ninguna cámara, no era un set de filmación y ciertamente ella no estaba disfrutando lo que veía. Un impulso por salvar a Luzian la había invadido, salvarlo de esa oscuridad que ella veía, ese impulso le hizo correr hacia el ángel negro para abrazarlo por la espalda con fuerza.
—¡Basta! ¡Basta por favor Luzian! — Gritó Violet aferrándose más a él —, detente, tu no eres así, el Luzian que conozco es un cerebrito, pero es amable — Continuó entre sollozos, mientras sus lágrimas salían, mojando poco a poco la espalda de Luzian ya que habia pegado su rostro a ella —, el Luzian que molesto porque quiero llamar su atención no es un monstruo.
Las palabras de Violet parecían regresar a Luzian a su ser, ya que habia dejado de golpear a Cassiel, dejándolo en muy mal estado, pero su cabeza se sentía extraña, era como recordar su vida, saber que el no era humano, de pronto imágenes de un castillo negro pasaban por su cabeza, 6 personas con alas negras a los lados de el, un trono, una espada, una ciudad flotante, entre miles de cosas más.
—Luzian — Susurró Violet con calma al notar que su compañero se había calmado.
Pero más duró la calma de Violet que un rayo de luz caer sobre Cassiel, acompañado de otra figura que descendía del cielo a lado de él.
—Ez-Ezequiel — Dijo Cassiel tosiendo un poco de sangre mientras la mano del hombre que había llegado junto a él le tocaba la frente.
—Calma Cassiel, ya te curo — Dijo Ezequiel mientras emitía un leve brillo dorado de su mano, comenzando a curar todas las heridas de Cassiel poco a poco —, te dije que no vinieras por Blackfeather, el está a la altura de los arcángeles.
Las palabras del nuevo sujeto que estaba ahí hacían que Luzian se sintiera inquieto, eso sumado a la sonrisa que este le dedicó a el y a su compañera que se ocultaba detrás de él momentos antes de señalar a ambos.
—Parece que el rey de caos se ha encariñado de alguien — Dijo Ezequiel mientras sonreía de manera maliciosa —, veamos si puedes protegerla en tu tierra natal.
Un fuerte estruendo acompañado de un cegador destello ocurrió en cuestión de segundos, dejando a Luzian confundido y a Violet asustada, causando que esta última soltara un grito de susto. Luego del ensordecedor estruendo vino una extraña calma, se podía escuchar el viento entre los árboles, olía a campo abierto, Violet fue la primera en abrir los ojos poco a poco, solo para llevarse una enorme sorpresa, ya no estaban a lado del auto, estaban a la mitad de una verde pradera, era una escena hermosa a los ojos de la joven, daba la vuelta lentamente para encontrar a su espalda un enorme castillo negro a lo lejos, mientras tanto Luzian mantenía sus ojos cerrados, la sensación de aire era familiar, ese aroma del campo, los sonidos de las aves y el río, pero no había ningún río a la vista, no entendía que estaba pasando, hasta que escuchó una voz sumamente familiar.
—Al fin vuelves — Mencionó la voz a su espalda —, y veo que vienes con una humana... Hermano.