EL AMOR

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—Me pregunto qué haremos mañana— me dijo Ichigo mientras me abrazaba y me hacía cosquillas en la espalda.

—¿Qué sucede mañana?— le pregunté. No podía ser un "mesversario" porque seguíamos en febrero y tampoco teníamos que juntarnos con la hermana de Renji para organizar la boda hasta dentro de una semana, así que estaba completamente perdida.

—¿En serio, Rukia?— me encogí de hombros y lo miré con inocencia para que no se enojara por mi ignorancia.

—En serio, mañana no hay ninguna fecha especial— le dije.

—Es San Valentín— me explicó.

Por supuesto, mañana era 14 de febrero, el día de los idiotas enamorados. Ichigo sabía cómo me ponía ese día, molestaba a parejas si las veía besándose en la calle o si caía en un día de clases, me burlaba con Shinji de los chicos y sus regalos.

—Bueno, ¿y qué con eso? —Nick me soltó y me miró con seriedad.

—Lo sabía, todo es una farsa, tú no me quieres— dijo en un hilo de voz.

Ya conocía ese truco, los últimos días había descubierto lo mal que me sentía cuando fallaba como pareja, así que se aprovechaba de eso y me hacía sentir culpable para que hiciera lo que él quisiera. Antes le habría lanzado un libro por la cabeza para que me dejara en paz, pero ya estaba tan acostumbrada a verlo como mi futuro esposo que cuando me decía estas cosas, a pesar de saber que eran mentiras y que lo hacía para controlarme, sentía una bofetada en la cara.

—Lo siento, Fresa...— me disculpé, pero él no cambió la expresión triste de su rostro. Me coloqué de puntillas y lo besé con rapidez, vi un atisbo de sonrisa y me separé —. ¿Qué quieres hacer mañana?

—Vayamos a comer a algún lugar después de la escuela— asentí y le dije que podríamos invitar a Ran con Kira, para hacer que de una vez esos dos tuvieran una cita.

—No, quiero tenerte sólo para mí— me dijo con terquedad.

Era absurdo, pasábamos todos los días juntos en la escuela, lo iba a buscar después del trabajo, no me dejaba sola cuando estábamos en casa y dormíamos en la misma cama.

—Pero, Ichigo...— comencé a protestar, pero él bajó la mirada con decepción y tuve que evitar las ganas de darle la espalda y marcharme de nuestro cuarto.

—Hazlo por mí— susurró.

Y ese fue el punto final de nuestra discusión.

No me quedó de otra que aceptar la cita, Ichigo sabía como hacerme ceder a sus peticiones. Nunca lo habría imaginado, desde los quince años el me obedecía y parecía sumiso a mis órdenes, pero ahora que parecía saber lo que me proponía con esto de hacerlo feliz bajo cualquier circunstancia, se aprovechaba y ocupaba todos los medios que tenía a su disposición para hacerme caer bajo sus pies.

Y lo peor es que yo estaba al tanto de todo esto y lo dejaba hacerlo de todas formas.
¿Por qué ya no me podía negar como antes? ¿Por qué le hacía caso aunque yo no quisiera?

Tenía claro que algo estaba cambiando en mí, la excusa de lograr algo bueno en la vida ya no me servía, tenía que haber otra explicación para esta insistencia que tenía de hacerlo feliz.
Recordé las palabras de Masaki, ¿de verdad me estaría enamorando de Ichigo sin darme cuenta?

Lo miré a los ojos, pero mi mente se nubló. No podía responder a esta pregunta todavía, me confundía demasiado. Lo único que sabía era que me estaba dejando dominar por él y que yo no me quejaba.

—¿Me ayudas con la tarea de filosofía?— le pedí después de discutir lo de la cita.

Estábamos en "nuestro cuarto", ya era de noche pero seguíamos despiertos cuando recordé que tenía tarea. Filosofía no se me daba bien como ninguna de las otras asignaturas, la verdad es que no hallaba el día en que al fin dejara de ir a la escuela. Con esto del matrimonio ya no podría hacer todas las cosas que había planeado, pero al menos tendría a Ichigo para hacerme compañía. Recientemente la idea de nuestra "relación" ya no se me hacía tan mala: Ichigo me amaba, yo lo quería, el me cuidaba y yo buscaba su felicidad. Aún no éramos la pareja de enamorados, no por mi parte, pero era mucho mejor que estar sola.

Cásate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora