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Dicen por ahí que se acerca el día del padre, aunque la verdad nunca le presté mucha atención a esa celebración. Hasta la fecha, para ser honesta, aún no estoy muy segura del día exacto en el que se celebra. Cuando era pequeña aprendí que era en junio porque las maestras nos ponían a hacer alguna manualidad; siempre se las regalé a mi madre.

Inevitablemente recuerdo esto cada vez que se acerca, en las miradas de lástima de algunas maestras, porque mi regalo del Día del Padre, "tu" regalo, era para mi madre. Nunca lo entendí. Hay cientos, cientos de mujeres en Guatemala –y el mundo- que crían solas a sus hijos. Esto no es necesariamente una receta para el desastre. Hay muchos que en nuestro país aún ven modelos distintos a la familia nuclear como un indicio seguro que esos niños serán problemáticos; pobres, seguro su madre a saber en qué andaba metida y ahora ellos les toca vivir las consecuencias. Esa noción es tan cierta como que a las niñas solamente les gusta el color rosa.

Hay familias "normales" con papá y mamá, cuyos hijos francamente estarían mejor con uno de ambos o con ninguno.

Mi madre no hizo algo malo, trabajó, trabajó y trabajó hasta que su cuerpo no pudo más. Al igual que mi abuela, nos criaron para valernos por nosotras mismas, a luchar por las cosas, a ver las cosas desde distintas perspectivas y a seguir adelante aunque la sociedad nos vea extraño. En ellas es en quienes pienso cuando me hablan del Día del Padre, en ellas que jugaron ambos roles.

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𝓒𝓪𝓻𝓽𝓪𝓼 𝓟𝓪𝓻𝓪 𝓤𝓷 𝓟𝓪𝓭𝓻𝓮 𝓐𝓾𝓼𝓮𝓷𝓽𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora