Alas rotas
Capítulo 2
Acercándose al ángel
Martes 26 de julio.
—Oh, Edward, eres genial —gemía Kate encima de mí.
—No hables, me desconcentras —le dije un tanto molesto. Desde que conocí a Isabella, ese era mi estado todo el tiempo. Y lo peor de todo era que lo pagaba con todo el mundo. Tenía una semana que no sabía nada de ella, y para colmo de males no salía de mi cabeza.
Kate seguí cabalgándome hasta que me harté.
—Quítate de encima —le dije tratando de incorporarme.
—Pero no has acabado, quiero satisfacerte, Edward —dijo ronroneando como una gatita.
—Mmmm —embestí con todas mis fuerzas y me descargué en ella, pero el único nombre que se vino a mi mente fue el de ella, el de mi ángel. Isabella.
Kate no dejaba de mirarme extrañada. ¿Acaso había dicho el nombre en voz alta?
— ¿Desde cuándo me llamo Isabella? —me dijo enojada. Quise soltar una carcajada. Era solo sexo lo que teníamos, se lo había dejado claro desde el principio.
—Aquí, el que pregunta soy yo. Vete a cumplir con tus labores, no quiero repetirlo dos veces —le dije sentándome en mi silla. Ella se vistió y salió de mi oficina…
…
—Sr. Cullen, Jacob Black ya está aquí —me dijo Jane, mi secretaria.
—Déjalo pasar.
Jacob era mi mejor amigo, nos conocíamos desde que andábamos en pañales. Era mi amigo de fiestas, de borracheras… Lo consideraba mi hermano.
— ¿Qué te trae por aquí? —le pregunté.
—Bueno, traigo buenas noticias —dijo tomando asiento—. Esto no tiene nada que ver, pero Aro Volturi anda buscando algún empresario que le inyecte capital a su empresa, al parecer está en problemas. Ayer estuvo hablando con mi padre, pero él le dijo que no podían asociarse en estos momentos. —Sabía que Aro en lo negocios andaba un poco mal, ¿pero hasta el nivel de estar mendigando?
— ¿Y por qué me cuentas eso? —le pregunté.
—Lo más probable es que recurra a ti —me dijo sonriendo.
—Voy a esperar a ver con que cuento me viene —le dije tramando algo en mi mente que después pensaría con más calma—. ¿Y cuáles son las buenas noticias?
—Vamos a tomarnos un trago en la noche y te cuento, Cullen —me dijo saliendo de mi oficina.
…
—Edward te metiste otra vez alcohólico. Ya llevas dos botellas de vodka tú solo —me dijo tocándome el hombro.
Habíamos decidido ir a un lugar tranquilo donde pudiéramos tomar y conversar. Había mucha gente conocida. Al final, en un rincón, estaba Heidi, pero al parecer no estaba con Isabella, y por eso estaba tomando como un loco.
— ¿Penas de amor? —me preguntó.
—Sabes que yo no creo en el amor, además, todas las mujeres son unas putas —dije molesto y tomando directamente desde la botella.
Él rio.
—Sabes que uno dice eso cuando hay una mujer —dijo sonriendo y tomando de mi botella.
—Cómprate una —le dije quitándole mi botella de vodka—. Y te equivocas, Edward Cullen nunca ha tenido penas de amor —dije mirando hacia la puerta.