✧E x t r a: Final (2)✧

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No, no podían abrazarse aun.

Oh, qué maldita gran desventaja. ¿Por qué el no podía conocer los sentimientos de Yoongi también?Hoseok anhelaba sentirlo del mismo modo. Quería conocerlo más allá de las palabras. Quería entrar en su alma. Percibir hasta sus sentimientos más escondidos. Ver todo aquello que los ojos no alcanzaban a observar. Tal y como yoongi podía hacer con todos ellos. Pero era absurdo.

El no albergaba aquel don en su ser. Y si él no podía conocer los sentimientos de yoongi, no permitiría que Yoongi conociera los suyos tan pronto. Retrocedió un paso, bajando su mirada con pena, mientras la uña de su dedo índice se enterraba en la pielcita lastimada del dedo gordo. ¡Dile algo! ¡Dile hola! ¡No te quedes ahí como un estúpido! ¡Vamos, salúdalo! ¡Yoongi, haz algo! Silencio, gotas de sangre y otro paso para atrás.  Yoongi suspiró con aires de amargura y se alejó.

—Bueno, eh… Tíos, fue un gustazo volver a verlos. Siempre es lindo tener visitas que valgan la pena, pero… este, estaba en medio de algo importante y, si me disculpan, volveré a mi habitación
anunció Yoongi, y para antes de que sus padres objetaran algo salió disparando escaleras arriba con su corazón roto por segunda vez.

🐾🍁🐾🍁🐾

Tras dejarle el papeleo a su padre para que certificara que todo estuviera en orden, Alaska atravesó el vistoso jardín trasero iluminado por elsol de una cálida tarde para ir a su acogedora casa y reunirse con su omega. Aquel día, dado que era viernes, había aprovechado para escaparse temprano de la oficina.

Había estado desde muy temprano allí, y ahora loúnico que quería era prepararse un té y acurrucarse junto a su omega en el sofá para seguir viendo aquella serie que habían enganchado juntas. Entró a su casa y, tras dejar su cartera y quitarse el blazer, vislumbró la figura de su omega sobre el sofá. Estaba echada, completamente dormida.

Su abultada panza resaltaba por debajo de una manta que la cubría, y su mordida perfectamente cicatrizada en su cuello resplandecía bajo la cálida luz del ambiente. Alaska sonrió. 

—Oh, mi pequeña Omega —
murmuró con su ser sumergido en el enternecimiento, y le dejó un suave besito en la frente antes de dirigirse haciala cocina a prepararse el té.

Pequeña Siyeonie.

Aquello era lo que significaba el nombre de la omega, y Alaska lo había adoptado como su cursi apodo. Siyeon era su nombre, y era ni más ni menos que la hija del padrino de Alaska; Leonzio. Por lo que ambas se conocían de toda la vida. Y sin embargo, jamás se habían llevado bien en el pasado. Desde niñas, mantuvieron una enemistad que llegó a convertirse en un profundo odio mutuo que perduró hasta el año anterior. Y todo porque Alaska siempre fue la ahijada consentida de Leonzio.

Alaska solía fastidiarla con eso cuando eran chicas, poniéndola celosa, haciéndole creer que su padre la quería más que a ella. Alaska solo lo hacía en broma, pero a Siyeon realmente le afectaba. En especial porque siempre estuvo celosa de ella. Alaska era la consentida de todo el mundo. El alma de cada reunión. Y ni siquiera vivía allí con ellos.

Alaska llegaba a Inglaterra y todo cambiaba. Alaska la destronaba, y ella agonizaba en las mareas de los celos. Siyeon se tomaba muy en serio la competencia por su padre, cuando a Alaska realmente no le importaba. Por ende, Siyeon siempre buscaba la manera de jugarle sucio, demostrándole que aquel era su territorio y ella mandaba. Alaska no podía simplemente aparecerse en Inglaterra y creerse la reina. No, no.

Siyeon tenía que darle su merecido. Pero las cosas no eran como ella creía. Alaska no se creía ninguna reina. Solo jugaba, se divertía con su falso egocentrismo, pero detrás de eso ella siempre tenía los pies bien puestos sobre la tierra. Algo que siyeon no captaba, cegada por la rabia de sus celos.

Sublime Dominación  «JIKOOK» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora