Manual para colocar un estado en redes al final del día.

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Me volví a despertar intrépidamente en el mundo salvaje con manto de paz. Procedo a rozar mi piel con la suave fuente de lo existente. Los gritos escapan de mi boca al escuchar por mil al cuadrado la misma canción. Escapo de la cárcel que me aprisiona y esclaviza en la monotonía, para llegar al lugar donde me instalarán ideas y creencias como si fuera una computadora.Estando a tres pasos de condenarme nuevamente, vuelvo a escuchar- Ja! de todos los rincones. ¿felicidad falsa?, no. Es algo infundido por quienes no nos requieren ahora, pero que nos controlarán en el momento en que debamos entregarnos hasta la muerte.Comienzo a captar las ideas sueltas en el aire por ciento ochenta eternos minutos, ya estoy desesperado, mirando a la nada. Es hora de un descanso, o eso dicen; solo es la misma rutina solo que sin tener que mover tinta en un árbol sin vida. Oh!, suena la campana,-ring ring, una y otra vez. Agg... aquí vamos de nuevo. Esto se repetirá por cinco recorridos del reloj más.Mi condena ha acabado por hoy, o eso sigo creyendo, por segunda vez estoy acá. No tengo más opción que ser esclavo de una máquina con conexión a Internet. Abro una red social, lugar en el que las personas se juntan, o eso dicen, ya que parecieran estar más separadas que nunca. Recuerdo todo lo ocurrido, pienso en lo que ocurrirá y siento la necesidad de mostrarle eso al mundo. Aunque es en vano, ya que en veinticuatro horas solo desaparecerá como un leve pensamiento sin importancia.

 Cristian Garavito

Manual para entender el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora