🖇; F l e c h a d o

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Fue muy joven cuando Diego Ortega tuvo su primer celo, hoy ya tenía dieciocho años y se lo conocía como uno de los omegas más peculiares de la Ciudad de México, y no solo por ser hijo del actual presidente sino por su porte, su cabello castaño bien arreglado y sus brillantes ojos verdes. No solo eso era de envidiar, su cuerpo estaba en boca de varios y hasta varias omegas por su estrecha cintura apesar de ser hombre y por último su olor era exquisito, vainilla.

― ¡Diegochas! ― Cuauhtémoc López corría hacía él, era su mejor amigo y también un omega importante entre su clase, mismísimo heredero de Avon y un estudiante privilegiado en la carrera de Ciencias Políticas. Temo tenía un olor café que siempre lo tranquiliza al de ojos verdes pero en aquella ocasión sintió aquel olor opacado por un olor a césped cortado, ¿Qué era aquel olor nauseabundo a las narices del joven Ortega?

― Temonchas, que gusto verte. ― Comento quitando las gafas. ― Que raro es verte tan temprano en la universidad.

― Si, es bueno verte. ― Dijo nervioso y podía ver como a cada segundo las piernas de su mejor amigo comenzaban a temblar, y pronto lo vio, un muchacho de cabello rizado y ojos café pasaba a un lado de él y tomaba a Temo por lo hombros. ― Hola Aris.

― ¿Y tú eres? ― Diego lo examinó con la mirada, no era feo pero no era para nada su tipo.

― Aristóteles Córcega, mucho gusto. ― Dijo sonriente, tal vez no era tan malo al parecer. ― Tú eres Diego Ortega, imposible no conocerte.

― Si, bueno. ― Aún notaba como las piernas de su amigo temblaban y sus mejillas estaban encendidas. ― Temo no me había dicho sobre ti. ― Su tono era una mezcla de soberbia pero no era para nada su intención.

― Diego, yo te quería presentar a Ari, hemos estado saliendo. ― Hablo casi en un susurro, ganando un beso en la coronilla de su pareja lo que lo hizo ronronear, pronto Ortega sintió náuseas, bastante cursis para su gusto.

― Me alegro mucho pero son muy cursis para mi gusto, los veo luego Aristemo.

― ¿Aris que?

― Aristemo sordotóteles, la unión de sus nombre. ― Pronto se coloco sus gafas y se fue caminando con un movimiento de caderas bastante provocador dejando a la pareja dandose mimos.

[...]

Había ido en busca de su horario y su primera clase era filosofía, vaya manera de empezar su día dijo mientras caminaba arrastrando sus pies, camino hacia su aula indicada y busco asiento cerca del final, solo había un chico en aquella hilera donde se ubico.

― Muy buenos días a todos, mi nombre es Miguel de la Vega, seré su profesor de filosofía este año. ― Hizo pausa mientras caminaba recorriendo el aula. ― Esta materia es bastante diversa, este año la comparten los de primer año en Ciencias de la comunicación y los de segundo en Ciencias Políticas.

Ahora Diego recorrió con la mirada el lugar y vio lo que el llamaba nerds centrados, varios alumnos vestían de una manera más formal para su gusto y solo le atino a suspirar. Aquella clase le iba aburrir de sobremanera.

― Primero lo primero vamos a leer la alegoría de la caverna y la de la línea, una vez hecha la lectura en grupo de dos van a dar una interpretación que deje ver las similitudes de ambas. ― Todos comenzaron a acercarse a formar las parejas y Diego nunca había estado tan ansioso que alguien lo eligiera lo tenia bastante nervioso. ― Voy a tomar los últimos treinta minutos para compartir opiniones en la clase.

Diego suspiro y se resigno al ver a todos acomodados, así se sentía condenarse un año más a ser juzgado y no le sorprendía, la gente fingia quererlo solo por su clase social, pero cuando el se iba siempre se oía.

My Love || Matiego🖇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora