capitulo II

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Trato de convencerme a mí mismo de que esto es un nuevo comienzo, una nueva vida, y aunque aún no me termina de convencer el hecho de haberme mudado estoy aquí, viendo como el camión de mudanza se detiene y habré su puerta.

Mientras que mis padres comienzan a bajar las cosas yo simplemente tomo mi patineta, necesito despejarme un poco. Apenas y he tomado un poco de velocidad cuando volteo a mi lado derecho y ahí parado en la ventana de la casa contigua se encuentra un chico de mirada soñadora, el cual simplemente me observaba como si lo que hiciera fuera la cosa más maravillosa del mundo, me causa un poco de ternura así que en un gesto amistoso levantó la mano y le sonrió, me devuelve el saludo y se retira de la ventana.

Trato de seguir mi rumbo cuando escucho a lo lejos como mi padre me grita que regrese a ayudar, así que muy a mi pesar lo hago, realmente detesto todo esto.

Cinco horas más tarde con ayuda de mi mamá he terminado de desempacar todo, mi padre como siempre se ha dado la media vuelta para meterse en sus asuntos así que mi mamá ha aprovechado y rápidamente se dirige a la cocina para poder hornear un delicioso pan de naranja, me pide ayuda y yo gustoso lo hago ya que siempre me ha gustado cocinar con mi mamá, una hora después entre risas y juegos hemos terminado de cocinar.

—Tony ¿Te gustaría acompañarme a dejarles el panqué a los vecinos? — Me pregunta un tanto apenada y es ahí donde caigo en cuenta que estuvimos preparando una "disculpa" y no un delicioso postre como debería de ser.

—Sí, está bien vamos— Le digo cabizbajo y de nuevo recuerdo el porqué de la mudanza, lo cual me deprime un poco, así que simplemente tomo el recipiente con el panqué para salir de la casa en dirección a la del vecino, cuando llegamos frente a su puerta de lo primero que nos percatamos es que esta es de un impoluto cristal y aunque a ambos se nos hace raro aun así yo me adelantó y tocó el timbre, espero unos segundos y desde una bocina suena la voz de alguien.

—Sí, ¿que desean? — Pregunta la persona del otro lado de la bocina.

—Somos los nuevos vecinos, trajimos un pastel— Digo al aire mostrando el pastel a la cámara, noto que ya nadie contesta así que pienso que nos han dado de largo, más unos segundos después vemos cómo alguien viene por el pasillo abriendo un par de puertas herméticas.

—Hola— Mí mamá le dice a la persona que nos ha abierto la puerta.

—Somos los nuevos vecinos, me llamo Anthony, pero me dicen Tony y ella es mi mama— Nos presentó a ambos y noto como la vecina nos mira fijamente sin comprender nada, supongo que también lo ha notado mi mamá ya que extiende el pastel en su dirección.

—Les hemos horneado un pastel para darles...la bienvenida—Dice mi mamá, pero yo sé que es una mentira.

—Más bien es una disculpa por mudarnos— Termino diciendo ante la atenta mirada de la vecina la cual al parecer sigue sin comprender nada.

—Y... ¿porque se disculparían? — Al fin ha hablado la vecina eso me da gran alivio ya que por un momento he pensado que no somos de su agrado.

—Es una tradición, más bien un formalismo— Contesta rápidamente mi mamá la cual aún extiende el pastel en su dirección.

—Si claro...—La vecina insegura nos dice. —Mi nombre es May Parker soy doctora, mucho gusto en conocerlos y bienvenidos al vecindario— Termina de decirnos a toda prisa como si le urgiera cerrar la puerta.

—Un placer, entonces ¿el pastel...? —Digo al aire ya que esto se me ha empezado a hacer incómodo.

—O si, lo lamento, pero no puedo aceptarlo— Dice apenada o eso trata porque yo puedo ver qué finge.

—¿Por qué no? — le pregunta mi mamá intrigada y lo agradezco ya que igual lo estoy.

—Es complicado— Dice sin dar más explicaciones —Pero gracias de todos modos y buenas noches—Nos termina de decir con intenciones de cerrar la puerta, más yo me adelantó.

—Y su hijo... ¿no se encuentra es casa? — Pregunto descolocándola por completo y no solo a ella ya que mi mamá voltea a verme rápidamente.

—No, no se encuentra, buenas noches— Finaliza cerrando la puerta mientras que yo volteo a ver a mi mamá la cual aún sostiene el pastel en manos.

—¿Así que... ¿Su hijo? —Me pregunta alzando una ceja mientras me da el pastel.

Yo no le contesto nada solo aprieto mi paso, pero justo cuando paso por el pórtico donde se encuentra estacionada la camioneta de mi papá esta me asusta ya que ha sido encendida; haciendo que el pastel se me caiga de las manos y en el proceso que el plato se quiebre, mi mamá solo me observa, pero no dice nada así entra a la casa.

Cuando el susto se me pasa miro hacia el piso en el cual se encuentra el panqué aún tirado, trato de levantar lo más que se puede más de reojo subo la vista y me vuelvo a topar con el mismo muchacho de en la tarde, sólo que esta vez parece triste, así que sin pensarlo mucho en un acto impulsivo simplemente tomo la rosca y corro a casa, se me ha ocurrido una magnífica idea.

Todos Los Mares Son Para TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora