Prólogo

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-La chica ya está aquí, Miguel.

-No presiones, Rosa.

-Se dice gracias,- el moreno se ganó un golpe en la cabeza- te estamos salvando el culo.

Miguel suspiró cansado y se sobó discretamente donde su prima le había dañado, las Rivera tienen la mano pesada.

-Dame un minuto, ¿sí? Ya voy.

Su prima abrió la puerta pero Miguel la detiene suavemente del brazo antes de salir.

-Gracias- expresó con sinceridad en su voz. Su prima le sonrió y salió del estudio de grabación.

Después de unos días agotadores, Miguel sentía que este minuto sería su único momento de paz antes de la tormenta que se avecinaba, se tumbó de golpe en el pequeño sofá del estudio con sus manos haciendo de almohada y cerró los ojos. ¿Cuándo su vida se volvió así? Hace unos años las cosas no eran tan complicadas , sus sueños estaban costando más de lo que esperó y no sabía si podía continuar sin perderse por completo en el intento. 

Tal vez esta sea la última oportunidad antes de tomar un camino sin retorno, a donde sea que este lo llevara. Era el Miguel Rivera que había ido al mundo de los muertos y regresado a salvo, el mismo que cambió décadas de historia familiar, el mismo que destapó un fraude y el asesinato de su tatarabuelo, el mismo que se ha hecho una carrera en la industria del espectáculo a base de esfuerzo desde que regresó del otro mundo, el mismo que alcanzó fama internacional y tocó el corazón de miles de personas... el mismo Miguel que toma malas decisiones... el mismo que se distrajo del camino... era el mismo?

No no no NO NOO! Basta Miguel! Por eso estás aquí, todavía no es tarde. 

-Chamaco- Miguel escuchó una voz familiar, como si estuviera lejos y con eco.

-¿Papá Héctor?

-No te me rajes ahora que no has llegado hasta aquí para rendirte por esto.

Ahora podía ver un par de esqueletos iluminados por un has de luz en un espacio oscuro, demasiado oscuro, que parecía no tener fin.

-Eres bueno, muy capaz e inteligente mijo, hace tiempo te dimos nuestra bendición, eso significa que te apoyamos en todo, vas a mejorar, ya verás.- la tatarabuela de Miguel trataba de animarlo, le acarició la mejilla con cariño.

-Lamento estarles fallando, a todos. 

-Todos cometemos errores, Miguel, pero no nos has fallado.- Héctor usó un tono de voz más dulce que pudo- Además, no deberías disculparte por ser quien eres, por ser algo que otros no quieren que seas.

-Ahora ve y échale ganas, Miguel o vendremos hasta que te hartes.- indicó Imelda señalándolo con su índice acusador- Cuenta con nosotros.

-Te amamos...

El celular de Miguel vibró y él abrió los ojos de golpe. Esas simples palabras le inyectaron un poquititito de optimismo. Revisó el mensaje que le había interrumpido el sueño.

"Estás bien?". 

Contestó con un vago "Te cuento mañana". Guardó el aparato y se levantó con la pereza más grande del cosmos, pero con ánimos repuestos o tal vez fingidos, se dirigió a la puerta de salida, se detuvo ahí, viendo la puerta cerrada, la que del otro lado tenía a una Rosa con la vista puesta en el celular desde que salió de ella. Levantó la vista para ver la figura sentada en un banco y luego a la puerta, frunció ligeramente el ceño y volvió a la chica.

-Debo atender esto, espera un segundo aquí por favor.

Unos ojos rasgados se posaron en ella, sus pestañas largas se abanicaron un par de veces indicando que acababan de regresar al mundo real. Por respuesta Rosa salió de la habitación llevándose el teléfono a la oreja.

Volvió a mirar por la ventana, la ciudad que estaba debajo parecía un universo diferente, la teoría del multiverso que quería aplicar en un país distinto; aunque si Hiro es sincero, ahora siente que esa peluca del demonio era un portal como el de su niñez que lo transportó a un universo hecho de caos. 

Ahí arriba en el piso más alto de algún edificio de la Ciudad de México se sentía un poco como volar sobre Baymax, hasta que volteaba al otro lado y su corazón se apretaba un poco más. Los ojos le ardían y no sabía si era por el delineador o por la falta de sueño, tal vez una combinación de ambos, maquillaje que por cierto ya debía estar corrido en algún lugar por el descuido de alguien que en su vida lo había usado; la falda daba una sensación extraña y se sentía disfrazado, lo estaba, incluso su armadura se sentía mucho más cómoda y la peluca, ¡la peluca! quería arrancársela desde el momento en que esta tocó su cabeza, era parecido a traer un trapeador en la cabeza, así de incómodo, así de falso, así de pesado, así de... comezón!!!!! Iban a pensar que tenía pulgas por la forma en que se rascaba cual perro callejero cuando creía que no lo veían. Hizo una mueca exagerada de disgusto y recordó que debía rascarse de nuevo, pero con cuidado de no arrancarla o moverla de su lugar.

Su vida era hermosa en San Fransokyo, con doctorado encima, un trabajo genial, su propio departamento y reputación en la comunidad científica. Ser uno de los grandes héroes sólo lo hacía mejor, toda esa adrenalina lo hacía sentir vivo, lo disfrutaba a máximo y estar con sus amigos era la cereza del pastel. Si su tía al fin se jubilara como él le había estado pidiendo Hiro hubiera podido morir pleno hasta hace unos días, la falta de sueño, el agotamiento y las lesiones constantes bien lo valían para él, no necesitaba otra cosa, no conocía otra cosa y así se iba a quedar. O eso hubiera querido, eso debía ser.

Cuando uno se dedica a dificultar la vida de gente peligrosa se hacen muchos enemigos, enemigos que no dudan en arruinar y terminar vidas si les estorban. Un nudo en la garganta del genio apareció amenazando con llenar sus ojos de lágrimas nuevamente. Ahora solo, indefenso, sin identidad, sin patria ni hogar, en un mundo desconocido y extraño, perseguido, sí, quería llorar, pero ahora no, no antes de ver su oportunidad para arreglar las cosas y tener su vida de vuelta.

"Ve las cosas desde otro ángulo" Le había dicho su hermano y le había funcionado hasta ahora. No sabía qué hubiera dicho Tadashi en estos momentos para ayudarle, pero de alguna forma podía sentir su apoyo, muy a pesar de ser un hombre de ciencia, ese sentimiento era lo único a lo que se aferraba, las ganas de llorar otra vez. 

Dos pares de ojos vieron sus reflejos en cristales diferentes, Hiro se limpió los ojos con cuidado en la ventana, Miguel, en el cristal que separaba la cabina se acomodó el cabello por milésima vez en el día y puso su cara de galán de telenovela, con sonrisa de lado y todo. "Que sea lo que Dios quiera". "Busca otro ángulo" otro ángulo, otro ángulo... La bendita puerta por fin fue abierta.

El sol descendiente iluminaba a las dos personas en la habitación, la piel de Miguel parecía hecha de cobre y su cara resplandecía completamente, la silueta de Hiro era iluminada por la luz naranja mientras su cara quedaba en la sombra, sus ojos se encontraron. Unos pasos dirigiéndose hacia ellos los hizo voltear al pasillo.

-Ya llegaste, Miguel.- Dijo Rosa entrando y posándose al lado de ambos, Hiro se levantó de su lugar y Miguel caminó hacia él sin quitar su expresión- Los presento: Miguel Rivera, Hiroko Takachiho, a partir de hoy ella será tu asistente, ya hablamos de los otros aspectos de su puesto.

Ambos estiraron su diestra y las entrelazaron en un saludo formal, Miguel agitó enérgicamente la tímida mano de su nueva empleada, quien abrió un poco más sus ojos, eso lo divirtió un poco así que le guiñó provocando un enorme sonrojo en todo el rostro pálido. 

-Encantado.

-S..sí.

-Ok... esto será interesante.- Rosa habló con toda la razón.

💛💙💜💚❤Notas
Hola gente bonita 👋 les traigo mi primer escrito de este tipo, espero que les guste y se queden a leer mi historia, se aceptan comentarios, soy buena onda ✌
De una vez les digo que la cosa a penas va empezando y se va a tomar su tiempo, lo mejor no empeza aún 😜.

EL SHOW DEBE CONTINUAR  [HIGUEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora