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Hedoné la miró con firmeza.

—Todavía no debe saberlo —masculló—. Quizás algún día le revele esto... pero por ahora no es propicio hacerlo.

—Se preocupará mucho por ti.

—Ahora hay cosas más importantes que atender.

Asintiendo, Agasha y Hedoné se iban a marchar cuando de pronto, un frío escaló por la espalda de la chica que la hizo mirar arriba.

—¿Qué pasa? —Hedoné escuchó su respingo y se giró hacia Agasha—. Niña, ¿qué ves?

—Puedo ver... —masculló—. Dos constelaciones brillan mucho, y hacen ruido.

—¿Cuáles? —quiso saber con seriedad.

—Acuario... y Escorpio.

Cuando esa sensación desapareció, Agasha cayó de rodillas siendo sostenida de los brazos por Hedoné.

—No sabía que las Sỹdixx de Nyx tenían línea con la clarividencia —musitó preocupada.

—Yo tampoco, pero no predije nada... sólo sé que algo no está bien en esas dos constelaciones —Agasha se llevó una mano a la cara; la cabeza estaba punzándole.

—Las constelaciones no tienen nada de malo —le regañó—, estaban advirtiéndonos. Si fuesen ellas quienes estuviesen mal, entonces...

Al notar que la voz de Hedoné se había desvanecido, Agasha alzó la mirada hacia la diosa, o más bien... hacia el cielo.

Donde antes había oscuridad, ahora había un profundo rojo carmesí oscuro que tintineaba un poco entre las estrellas que poco a poco iban perdiendo brillo.

—No hay tiempo —la voz de Hedoné vino con miedo—, sea lo que sea que se aproxime. Busca sangre.

—Maldición —los labios de Agasha temblaron mientras ella temía por la vida del mundo, sobre todo, por la vida de su amado Albafica.

—Mi plan sigue en pie —Hedoné se oyó muy segura—, tengo que notificar al Olimpo sobre esto y ojalá esos bastardos se lo tomen en serio. Tú trata de hacer contacto con Nyx.

—Sí —susurró viendo aún como un delicado aroma floral que ella no reconocía, entraba a su nariz—. ¿Hueles eso? Es... ¿una flor?

—Es la muerte. Dulce y atrayente —explicó Hedoné—, pero eso es lo que es. La muerte.

Luego de que el cielo haya vuelto a la normalidad, que fue en el plazo de dos minutos, Hedoné y Agasha bajaron para intentar dormir en sus respectivos sitios. La diosa y la Sỹdixx todo el tiempo meditaron en lo último que habían visto, en lo que esta vez ambas habían sentido y olido. Para cuando a ambas les entró en cansancio, supieron que si no se apresuraban y/o jugaban bien sus cartas, mucha sangre inocente iba a derramarse.

«Albafica» pensó Agasha hecha un ovillo encima del petate con la manta encima, tratando de aferrarse al amor que sentía por él para no dejarse llevar por el miedo, «él ha enfrentado cosas así durante toda su vida. Debo ser valiente». Una cosa era decirlo, otra muy distinta era hacerlo, por supuesto.

Mientras cerraba sus ojos, una idea muy necesaria para relajarse le cruzó por la cabeza.

Ir a su casa en reconstrucción y ver cómo iba quedando.

Sí, quizás eso le ayude a relajar su mente para luego partir al Santuario a visitar a su Ilustrísima y Albafica para decirles también de lo que había presenciado en el cielo.

Cerró sus ojos oscuros sin sentirse cansada realmente, pero sabía que debía descansar. Dormir ahora que podía hacerlo.

 Dormir ahora que podía hacerlo

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FIN DEL ESCRITO

FIN DEL ESCRITO

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𝐿𝑒𝑛𝑔𝑢𝑎𝑗𝑒 𝑪𝒐́𝒔𝒎𝒊𝒄𝒐 | #Decretos_Divinos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora