Día y medio después Danny llamó por teléfono a la casa en donde vivía el acalde de Amity Park. Pero nadie respondía sus llamadas, aunque llamara desde varios teléfonos, fijos o celulares. Aunque la tarde recién empezaba, ya estaba oscuro y la nieve seguía cayendo. Siguió insistiendo y a la duodécima vez de no escuchar alguna voz humana del otro lado de la línea, decidió tomar otro tipo de medidas.
Sam había vuelto antes que sus padres, y estaba con su abuela en su casa cuando él la llamó. Le pidió que lo cubriera porque necesitaba una coartada, y ambas aceptaron sin hacer demasiadas preguntas. Iba a estar bien y no iba a hacer nada peligroso, le dijo a su amiga. Sólo necesitaba hablar con alguien y quizás le llevara toda la noche hacerlo.
Quizás Vlad había activado sistemas de seguridad contra fantasmas, pero Danny había aprendido muchas cosas en los dos años que tenía sus poderes, y una de esas era a ser más astuto. Ni por arriba ni por los costados ni por adentro –si usaba el Portal Fantasma que Vlad había instalado en su casa en la ciudad- iba a poder entrar como fantasma. Ni siquiera intentó ir como Danny Fentom, porque sabía que los guardias lo sacarían volando. Pero nadie le había dicho que no se podía ir por abajo, pasando a través del piso. De seguro no se iba a esperar una aparición subterránea, y calculó la hora en que el adulto se quedaba solo, o al menos así parecía.
Pasó por el suelo hasta estar debajo de la casa, y se asomó, invisible, por el piso de lo que parecía ser la cocina. Bien. No había nadie a la vista. Con todos sus sentidos en alerta, pasó lento y con cuidado por la cocina hasta llegar al comedor, y después a la biblioteca. No había nadie allí, así que siguió pasando a través de las paredes. No entró en el baño o en las habitaciones, consciente que eso sería demasiado, pero cuando se convenció que eran los únicos dos lugares que le faltaba revisar, decidió hacer lo más sensato.
Llamó a Vlad por teléfono.
Tomó un teléfono de la sala y marcó el número de la casa, gracias Tucker por haberlo conseguido, se dijo a sí mismo el chico fantasma. Escuchó cómo sonaba el teléfono en distintos lugares de la casa, y no se le pasó por la cabeza que alguna doméstica atendiera –a esa hora estaban en sus casas- así que esperó. Si Vlad estaba en casa, tendría que responder.
Al quinto timbrazo descolgaron el teléfono, y la voz de Vlad se escuchó del otro lado de la línea.
-¿Quién habla?-
-Hola Vlad-
Silencio.
-¿Qué estás haciendo? ¿Cómo conseguiste este número?- preguntó el adulto, algo alterado. Por la Diosa, era una de las pocas veces en la vida que oía alterado a Vlad.
-Quiero hablar contigo. Y como no respondías mis llamadas, y no quería entrar a habitaciones o baños por respeto a tu intimidad, decidí hacer esto-
-¿Qué no entraste...? ¿Desde dónde estás llamando?- ah, al parecer no tenía identificador de llamadas en todos los teléfonos... O estaba demasiado dormido para revisarlo.
-Desde tu sala-
Silencio.
Escuchó cómo colgaban el teléfono y sonrió. Había conseguido llamar su atención, lo cual era bueno. Pero si decidía llamar a seguridad, entonces todo habría sido inútil. Por esa vez. Escuchó cómo unos pasos alterados se acercaban, y se volvió visible, sin soltar el teléfono. Cuando las puertas se abrieron y vio al adulto, colgó el teléfono y lo dejó sobre la mesita en donde había estado.
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¿Por qué él?
FanfictionVlad y Danny empiezan una relación extraña, escondidos del mundo por las posibles repercusiones del romance entre el alcalde y un menor de edad. Los Fentom sospechan, pero Danny no les dice quién es su novio y no parece querer cambiar de opinión...