II. ‖No es tu casa.‖

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No esperaba aquello, ni en un millón de años; un par de ojos verdes profundos le observaban con curiosidad y quizá con un poco de alerta. Por un momento su respiración se había ido y no encontraba su voz. Sin embargo, aquello no fue lo que le hizo cambiar su gesto en su rostro; el chico poseía un par de orejas, y no unas comunes, no, estás parecían ser dignas de un felino.

Al principio lo tomó a broma, pensando que quizá era uno de los chicos del vecindario con una diadema con orejas de gato. Pero no, no era así.

Louis era un chico demasiado especial en cuanto a muchas cosas; no compartía el gusto por ese tipo de Híbridos que vivían entre ellos. Los consideraba una especie rara y extraña. Ni siquiera se veía charlando con uno.

Pero la pregunta era, ¿qué hacía ahí? Y, ¿por qué tocó a su puerta? ¿Qué quería? Sinceramente, no lo sabía si quería saber la respuesta a esas preguntas.

—Lárgate de aquí — dijo sin más, retrocediendo y cerrando la puerta en la nariz del ojiverde.

Dio unos pasos hacia atrás, observando la puerta y un poco de culpabilidad se asentó en su estómago mientras caminaba hacia la sala. Se sentó en su sofá y suspiró, observando las hojas del papeleo sin prestarles atención realmente.

Louis soltó un suspiro pesado por lo bajo; quizá fue demasiado grosero con el ojiverde. Ni siquiera le había dado oportunidad de que le explicara porque estaba ahí fuera, tocando en la puerta de su casa. Sin embargo, algo más, otra parte de él lo retenía y le decía que había hecho lo correcto; no sabía si aquél híbrido tenía algún tipo de enfermedad o quería hacerle daño. Quizá esto último era demasiado estúpido.

Se levantó de su asiento y subió las escaleras con dirección a su habitación, lo único que necesitaba en aquel momento era dormir.

Se colocó su pijama y se metió a la cama, recargando su espalda contra la cabecera, y se quedó ahí unos segundos, aún con la mente pensando en mil cosas al mismo tiempo.

Un suspiro se escapó de sus labios y negó con la cabeza; no quiso aceptarlo, pero había tenido miedo del híbrido. Algo estúpido.

Las preguntas aun carcomían su mente ¿Por qué había tocado su puerta? ¿Una broma de algún vecino? ¿Era el híbrido de algunos de sus vecinos y se había perdido?

Se levantó con rapidez, bajando las escaleras e ir a la puerta; después de meditarlo un poco, abrió esta y asomó la cabeza, en busca del rizado.

La verdad ni él tenía una explicación lógica del porqué había vuelto a buscar al híbrido si minutos atrás le había cerrado la puerta en la cara, tal vez ver y leer demasiados documentos le había fundido el cerebro y hacerlo actuar sin consentimiento alguno.

Pero ahí estaba a unos cuantos metros del chico híbrido que aún seguía cerca de su casa, seguramente después de un tiempo se arrepentiría de la decisión que estaba tomando.

—Oye... — llamo la atención del rizado —Mira, pido una disculpa por mi comportamiento de hace unos minutos atrás pero bueno... Eres un híbrido, no es algo muy normal para mí — negó para sí mismo ante las palabras dichas, ni el mismo se entendía a qué quería llegar con eso —Como sea, ¿Qué es lo que quieres? ¿Para qué llamaste a mi puerta? — murmuro esperando una respuesta. Harry solo se acercó más al castaño, algo que le resulto incomodo al mayor y claro que no se esperaba lo que sucedió en ese momento.

El rizado se adentró a su casa sin ninguna invitación o permiso alguno, algo que llego a enfadar al castaño que rápidamente tomo al menor por la parte trasera de su ropa jalándolo hacia atrás sin ningún cuidado alguno, haciéndolo volver a la entrada, se pudo escuchar el quejido que el híbrido emitió.

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⏰ Última actualización: May 27, 2020 ⏰

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