Capitulo 4

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Al día siguiente cuando me dirigía a la empresa a trabajar. Encontré a Ámbar dormida en el sofá. Su cabello revuelto la hacía lucir un poco más humana. Aunque los rasgos de su rostro evidenciaban la vida de princesa que alguna vez tuvo y lo que la hacía ver demasiado bella. La vi dormir tan plácidamente, era como un bebé, y entonces recordé aquellas veces en que ella me hizo la vida de cuadros y me despertaba demasiado temprano.
Cogí unas ollas y empecé a pegarlas cerca de su oído para que se despertara, y ¡jaja! Se cayó del sofá de un brinco.
- ¡Hey Simón! – Luna salió con su uniforme y cogiendo su mochila, deja de hacer ruido tan temprano –me miró enojada. Se notaba que alguien seguía de mal humor. - ¡Buenos días Ámbar! – Luna sonrió a la rubia quien despeinada estaba sentada en el suelo, sin saber que era lo que estaba sucediendo. La mexicana abrió el refrigerador y tomó un pedazo de pan tostado. - Ya me voy, nos vemos luego – dijo despidiéndose para después salir corriendo. – Ámbar se levantó del piso mientras se tallaba la parte trasera. Por lo visto debió dolerle.
- Bueno – junté mis manos llamando su atención - ahora toca hacer tus deberes – caminé hacia la rubia y le di una escoba y un trapeador.
- ¿Mis deberes? – Ámbar sostuvo las cosas con ambas manos, confundida. Como si jamás en su vida hubiese visto dichos objetos.
- Si, mientras eras mi novia, vivías aquí, y no trabajabas, por lo mismo ayudabas haciendo las labores domésticas muy a gusto y también cocinabas – Aquellos ojos azules me fulminaban sin creer lo que yo le decía.
- ¿Enserio? – Ámbar soltó ambas cosas con desprecio y se cruzó de brazos sentándose en el sillón- Yo no recuerdo hacer esto – lo pensó un poco y me volteó a ver fijamente- ¿no será que te estás vengando de mi por haber terminado con vos? – por un momento pensé que iba a saber la verdadera razón, pero era imposible. Ella no podía acordarse de lo que había pasado, y jamás sabría el verdadero motivo.
- ¿Me estás llamando mentiroso? – Tomé la escoba y el trapeador de nuevo - ¡Claro que lo hacías a gusto! Decías que con estar a mi lado todo era hermoso y no te importaba arruinarte las uñas y el cabello – abrió sus ojos con bastante sorpresa.
- ¡¿Qué?! – gritó sorprendida - ¡Eso es mentira! – Ámbar me miraba asustada
- Claro que no – refuté mientras iba a la cocina a prepararme un poco de cereal antes de ir a trabajar.
- Mis instintos dicen que no es así – ella caminó detrás de mí, persiguiéndome - ¡¿Dónde está mi familia?! Quiero irme con ellos –agarró con fuerza mi camisa deteniéndome.
- Tu nunca me la presentaste, así que no los conozco– me giré hacia ella y después vertí el cereal en un tazón y posteriormente la leche. - decías que no querías defraudarlos – mmm... creo que algo así son las peleas entre parejas de distintas clases sociales, lo bueno es que había pensado un poco en las posibles preguntas que podría hacerme antes de dormir.
- Entonces si vivía aquí sin trabajar ¿Por qué tengo ese tipo de auto? ¿Y por qué mi ropa es de diseñador? Debo de tener un buen puesto ¿dónde trabajaba?
¡BUM! Punto para ella por darse cuenta de eso, ¡Esa pregunta no se me ocurrió ayer!
- Ámbar, Ahorita no tengo tiempo de pelear, así que ya paremos con esto, tu harás las labores domésticas y ¡punto! Por cierto también deberás cocinar. – Bien Simón, ahora el punto es para ti.
Tan pronto cerré la puerta de la casa escuché como Ámbar daba de golpes en la pared con el palo de escoba. Esta venganza está resultando demasiado interesante, aunque peligrosa.

Mientras estaba en la oficina decidí investigar un poco acerca de la mujer que tenía ahora viviendo en mi casa, es cierto que sabía que era alguien con poder, pero nunca supe su nombre completo, ella nunca me dio los papeles de la demanda tan sólo me los había mostrado, aunque su nombre era poco común. Buscando en internet todo se encuentra pero en mi trabajo nunca tuve el tiempo de checarlo.
Llegué a la casa y aunque pensé que no lo haría, para mi sorpresa la casa estaba medio limpia, al seguir caminando, la encontré peleando mientras trataba de encender la aspiradora. La verdad es que se estaba esforzando demasiado.
- Es de esta forma – apreté el botón de encendido desde detrás de ella y Ámbar se asustó parándose de prisa
- ¡Simón! – dijo sorprendida
- Si, ¿qué pasa? – La miré extrañado pero antes de que pudiera responder escuché la voz de Luna desde la cocina.
- Hey Simón ¡al fin llegaste! Ámbar cocinó ¡y está riquísimo! – Luna se asomó lamiendo un cucharon que parecía ser el del guiso. Me acerqué a la cocina intrigado por saber qué es lo que la chica había cocinado y ¡vaya que me di una sorpresa! ¡Esto parecía un buffet! Si Luna no me hubiera dicho que lo cocinó Ámbar, juraría que fue elaborada por un chef profesional, no sabía que de las cosas que tenía mi refrigerador se podían cocinar esas maravillas.
- ¿Muy apetitoso no? Creo que estaré bien con que se quede un tiempo – Luna me susurró mientras comía todo lo que estaba en las ollas, dudoso me serví un poco y empecé a comer, realmente estaba muy delicioso. De repente Ámbar interrumpió mi degustación dando un golpe a la puerta de la cocina.
- ¡Simón tenemos que hablar! – si las miradas pudieran matar, esos ojos azules me hubieran fulminado hasta hacerme polvo
- Woups problemas, Yo mejor me voy de aquí, nos vemos – Luna se retiró con todo y plato, no sin antes servirse más, ¡pequeña traidora!
- ¿De qué? – me hice el indiferente mientras me sentaba para seguir comiendo. Después de trabajar usualmente me daba mucha hambre
- Tú sabes de que – dijo frustrada y se sentó a mi lado – Quiero saber lo que ayer no me respondiste. ¿Cómo fue que nos conocimos? ¿Cómo nos volvimos pareja?
- ¿También te gustaría saber cómo fue nuestra primera vez? – pregunté juguetón para intentar cambiar el tema pero ella respondió con un sonrojo mientras miraba hacia otro lado. No me esperaba aquella forma de actuar pero tenía que acabar con esa serie de preguntas que podrían arruinar mi plan- mira Ámbar si no te gusta que me haga cargo de ti y tampoco te gusta vivir en mi casa, podemos dejarte en el hospital – exhalé y me acomodé mi cabello – Mira, sólo teníamos un mes de conocernos pero nuestra relación era muy profunda, podría decirse... – realmente no le estaba mintiendo, sólo omitía ciertos detalles como que nuestra relación era de esa forma sólo porque le pagué un accidente de auto.
- ¿Y qué más? – preguntó con sus ojos llenos de incógnitas.
- ¿Ya terminaste de limpiar? – cambié de tema rápidamente, enserio que ella sí que es preguntona. Que se conforme con que la conozco y me conoce. Nada más.
- No... - se mordió el labio un poco nerviosa - yo, todavía no entiendo como limpiar con la aspiradora – miro cabizbaja, sintiéndose una inútil.
- Ven – la tomé de la mano - te ayudo. – le sonreía y ella asintió en respuesta. Es cierto que quería vengarme de ella, y la haría sufrir, pero por el momento ella ya había sufrido demasiado. Tampoco puedo ser tan malo.
Puse música a todo volumen y empezamos a limpiar la casa por completo, a pesar de todo fue divertido. Yo cantaba las canciones a todo volumen y aunque al principio le fue molesto, terminó riendo con mis imitaciones. Parecía que nos conociéramos de toda la vida, como si esa cotidianidad fuera lo más normal del mundo. Le lanzaba agua mientras lavábamos el baño iniciando una guerra en la que Luna mencionó claramente que no quería formar parte a menos que el premio fuera una comida preparada por Ámbar. Ambos reímos y seguimos limpiando todo lo demás.
- Alguien tiene conquistado los estómagos de esta casa – dije bromeando mientras lavábamos los platos. Luna había comido gran parte de la comida preparada por la chica.
- ¿Siempre fue así? – preguntó la rubia dejándome en aprietos pero antes de que pudiera inventar alguna respuesta ella siguió hablando – La verdad es que temí echar a perder la comida por miedo a haber olvidado como cocinar – dijo sincera. Volteé a ver a la joven al notar su voz tan apagada.
- Hey – puse mi mano en su mejilla intentando llamar su atención – aún si hubieses quemado el arroz o el agua nosotros hubiéramos valorado lo que estás haciendo ahora – le sonreí. Comenzaba a sentirme mal por la situación que debería estar pasando. Ámbar tenía unos ojos azules tan bonitos que me sorprende lo sincero y expresivos que podían llegar a ser. Mostrándome el miedo de que fuera abandonada por nosotros si no cumplía nuestros requerimientos. – Créeme que Luna y yo sabemos que estás dando lo mejor de ti. – Ámbar sonrió más animada por aquellas palabras.
Aunque la chica era un poco lenta con las cosas domésticas, su orgullo no la dejaba echarse para atrás y darse por vencida, sino que terminaba haciendo las cosas con decisión. Algo que hizo admirarla. De repente en el intervalo de una canción a otra, empezó a sonar una que hizo que la rubia se sobresaltara.
- ¡Oh yo me acuerdo de esa canción! – aquellos ojos azules me miraban contentos- ¡Simón! ¡Yo me acuerdo de esa canción! – dijo mientras gritaba emocionada y se acercaba a abrazarme.
- ¿Enserio? – alcé mi ceja atemorizado a que ella recordara algo más mientras me despegaba del abrazo esperando a ver que pasaría.
- ¡Si! – gritó emocionada y se subió al sillón que era oficialmente su cama. Empezó a cantarla a todo volumen mientras brincaba en él usando el palo de la escoba como un micrófono. Reí por las ocurrencias que estaba teniendo, parecía una niña.
- ¡Hey no bailes que te caerás! – me acerqué a ella y le ofrecí mi mano para que se bajara.
- ¡Pero por fin puedo recordar aunque sea algo! – Ámbar siguió saltando de la felicidad. En un momento de descuido su pie se dobló y estuvo a punto de caerse, pero justo a tiempo pude alcanzarla y sostenerla entre mis brazos, haciendo que quedáramos demasiado cerca. Sus ojos azules me miraban como si intentaran examinarme. Podía sentir su aliento agitado cerca del mio y sentí como un temblor nació en mi estómago cuando en vez de separarse, Ámbar sujetó con fuerza mi cuello entre sus manos. Su cuerpo estaba muy cerca del mío, y sus ojos sólo lograban ponerme más nervioso.
- Ahora entiendo porque me enamoré de vos - Ámbar sonrió y yo sólo sentí como todo a mi alrededor se detenía.

Novia Por Accidente TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora