-¿Por que no mencionarte que eras fértil?- la voz de su carcelero le llego claramente después de diez minutos de silencio, cuando ambas respiraciones volvieron a la normalidad, pero Gastón la ignoro, no quería hablar con la Bestia ni mucho menos verlo, además el afrodisiaco lo había dejado mareado y… débil
Pero su interlocutor no se caracterizaba por la paciencia, lo tomo del brazo y lo hizo encararlo.
-Responde- le exigió viéndolo fijamente a los ojos, esa reacción asombro al muchacho
-NO ES DE TU INCUMBENCIA!- le grito cuando salió del estupefacción, tomando las pocas energías que le quedaban, tratando de soltarse a la vez
-¿No entiendes tu situación?- le reprocho la Bestia apretando con fuerza su brazo –Con ese estilo de vida que llevas no es de sorprender que pierdas tu fertilidad-
-¿Y SI ES ASI QUE?- bramo quedándose quieto –Es mi cuerpo y yo decido sobre el, ya no estamos en aquella época en que los donceles tenían que contraer nupcias por decreto, hoy existen suficientes mujeres para que no sea necesario que los hombres conciban- bajo la mirada ensimismado en su explicación -puedo tener una vida normal como el hombre que soy, nadie tiene que enterarse de mi secreto, puedo seguir siendo el hombre perfecto-
-Lo dice como si creyeras que ser un doncel es un castigo- la Bestia soltó su brazo y pasó su mano por la barbilla del chico, que no pareció darse cuenta de la caricia
-No entiendes… ser doncel equivale a ser débil- murmuro abstraído Gastón y avergonzado
-Eres fuerte… -escucho su voz lejana -y aun así eres doncel- sabia que estaba perdiendo el sentido pero no tenia fuerzas para resistir -puedes ser ambos a la vez- poco a poco Gastón perdio la conciencia.
Siente como su cuerpo es cargado, pero ni aun así puede recuperar el sentido, pero no le importa no desea ver de frente a la Bestia después de cómo lo ha derrotado, como decir que no disfruto, cuando su cuerpo rebela lo contario, siente la negrura, la nada.
Se despertó en una cómoda cama, miro a su alrededor era un amplio cuarto con ventanas enormes y todo estaba decorado con un suave color azul.
Las imágenes de lo que había vivido lo asaltaron, enterró su cara en la almohada de plumas que tenia, deseando perderse en ella o morir de asfixia, para no tener que hacer cara a lo que seguía.
-Gastón… Gastón- escucho cuando las puertas de la habitación se abrían y por ellas entraba su compañero –La Bestia se entero que soy doncel y me saco de la celda, logre que te sacara para que me hicieras compañía ¿no es genial?- le conto eufórico y orgulloso, como muy pocas veces lo había estado de su condición.
Si, Leofu también era doncel, uno no muy agraciado y para su mala suerte con la marca a la vista en su ante brazo izquierdo, justamente lo había conocido cuando un grupo de hombres se metían con el por su fertilidad y lo había defendido, tal vez por solidaridad… Aun que nunca le había contado que el también lo era, para su compañero era todo un hombre, el varón mas macho del pueblo, al que le debía su protección y al que admiraba hasta decir ya basta, al igual que muchos… Pero para que eso siguiera así, nunca se debía revelar su condición.
-Por fin sirves de algo- los ojos de Leofu se agrandaron llenos de ilusión, como si lo que le dijo fuera el más alto de los halagos y no el comentario sarcástico que en realidad era.
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¿Gastón? y la Bestia
Fiksi PenggemarUna pequeña adaptación de la historia "La Bella y la Bestia", que surgió por la siguiente pregunta: ¿Que hubiera pasado si fuera Gastón, el hombre arrogante, vanidoso, maleducado, presumido y agresivo quien llegara al castillo de la Bestia? ¿Seguira...