Otro día más

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La alarma hizo de las suyas como todas las mañanas anteriores, un rayo de luz se colaba por la cortina y me daba en la cara. Me tomó un poco de tiempo abrir por completo los ojos, acostumbrarme a la luz y ver con claridad; esos ojos que lloraron toda la noche y apenas descansaron un par de horas, dolian. Aunque quisiera detener el tiempo sabía las obligaciones que tenía y no podía ignorar aunque tuviese el alma y la vida rota. Tome el celular, había un mensaje; Sonreí hacia la pantalla y volví a bloquear el móvil.

Las mañanas no eran nada complicadas comparadas con el resto del día. Una ducha y arreglarme, nada del otro mundo. El desayuno comenzaba a olerse mientras me ponía un poco de labial y robor en las mejillas. Era así cada mañana desde que recuerdo. Bajé las escaleras y salude a mi mamá con un "Buenos días" y como siempre ella me respondió un "Buenos días princesa". Ella ha sido la unica que ha estado realmente conmigo en los buenos y malos momentos desde que tengo memoria, una madre ejemplar que me ha echo su mejor esfuerzo por darme la mejor educación. Ha tenido errores como todo humano pero a mis ojos ella es perfecta.

-¿En que tanto piensas que ni haz tocado la comida? -por inercia puse mis ojos en el plato de comida al frente mío, hotcakes. -Mmmm, bueno; pensaba en lo maravillosa que eres- dije sinceramente mientras me levantaba y hacia un puchero, abrí mis brazos y la abrace fuerte. Claro no podía olvidar un beso en su mejilla. -¿A que se debe el buen humor después de un día como ayer, hija? - Sabía que no lo hizo a propósito pero me lastimó. -No se, en verdad no se- Pero si lo sabía. Volví al asiento en la mesa y empecé a degustar sus deliciosos y tan únicos hotcakes.

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Me despedí de beso de ella, amaba besar sus regordetas mejillas; me daban calidez como los momentos con Christopher. Cerré tras mi espalda la puerta, miré de un lado a otro en busca de un auto blanco, un Mercedes Benz clase SL y sí ahí  estaba él, el dueño del mensaje que me sacó la primera sonrisa en un día tan oscuro. No literalmente oscuro, el clima era agradable y soleado. Solo era una nube negra sobre mi cabeza.

-¿Lista, Sindy?-

-Mas que lista, Gustavo-

Gustavo, su nombre; mi vecino. Un chico universitario dos años mayor que yo. "El típico don Juan de el campus educativo, es que tenía madera para serlo. Alto, guapo y muy inteligente". No es que yo sea una experta en estas cosas, solo digo lo que escucho en los pasillos de mi escuela a diario. En mis ojos es otro chico normal que respira y come, con la diferencia de que es mi vecino y me recoge todos los días desde que Christopher no esta. Todo por mi madre, ella y sus locuras, ¿quien me querría secuestrar? En fin, volviendo al tema del por que me reí como estúpida observando su mensaje pues... Porque hoy no iríamos a clase. En verdad no fue una risa si no una sonrisa. Un gesto que se definia como un "gracias" o algo así. ¿Y porque ese "gracias"? Muy simple, el me llevaría al cementerio. Mi mamá no me dejaba ir por miedo a que me diese un ataque de ansiedad y me desmayara como el primer año que visite la tumba de Christopher, mi Christopher.

-Se cuanto lo querías, se cuanto lo extrañas- esas palabras el año pasado también las habia dicho de camino al cementerio. No supe que responder, no encontraba palabras -¿Que color de rosas compraremos este año?-

-Rojas- dije sabiendo mis razones -Pero fueron rojas el año pasado- "Lo se, tengo mis motivos" quice decir pero mejor ahorre ese motivo para Christopher y para mi. -Eran sus favoritas- mentí. Paramos en una floristeria con flores hermosas. Al lado de Christopher esas rosas hubieran apagado su fuerte color, el brillaba más. Compre un ramo enorme de flores rojas, como la sangre que se derramó el día de su muerte. La sangre que abandonó su cuerpo y pintó mi clara vestimenta.

Llegando al cementerio observé las lineas de tumbas perfectamente alineadas, ahi, en una de esas descansaba el cuerpo de la persona que me dio felicidad cuando estuve mal. Ahi esta, ¿porque no junto a mi?

Al terminar de formular la pregunta en mis pensamientos sentí la mano de Gustavo entrelazar la mía. Nunca tuvimos más contacto que el de un beso en la mejilla cuando nos conocimos, hace cuatro años. ¿Porque hacia esto hoy? ¿Porque hoy? Sin siquiera ser consciente la apreté, si, apreté su mano. Sentía que su mano era cálida y me reconfortaba. Necesitaba ese confort.

-Sabes que me gustas, ¿verdad?- lo mire por inercia -me gustas, me gustas mucho- baje la mirada hasta nuestro agarre, ya no era cálido. -Quiero intentar algo contigo- Ya no era reconfortante...

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Holi... Volviendo del trabajo me quedo tiempo y escribí algo.

Para las personas que se tomen el tiempo de apoyar, les agradezco. Uwu y un buen dia o noche, los quiero

-FER



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