capítulo veintiséis

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Jimin caminó lentamente, casi arrastrándose hacia la habitación de Jungkook. Se refregó las manos contra su capa, manchándola aún más del color rojizo de la sangre. Entró sin llamar, no porque fuera el rey, si no por el simple hecho de que sabía que Jungkook lo estaría esperando.

Y así lo hacía.

El menor corrió a toda velocidad hacia él y unió sus labios en un corto y dulce beso.

—Estás cubierto de sangre —jadeó con sorpresa.

—Lo se —susurró tomando su capa e intentando quitarse las pequeñas manchas de sangre en su rostro—. Se ha acabado.

Jungkook asintió y lo sujetó de las mejillas.

—Ahora dejemos a nuestros corazones descansar. Está en paz, mi amor. Has hecho lo correcto.

Jimin suspiró y unió sus frentes.

—Ahora estoy en paz. Contigo estoy en paz.

...

—Otro parto —susurró Jungkook—. Los nacimientos nunca acaban en el círculo del rey.

—Parece que no —respondió Jimin llevando una mano hacia el vientre de Jungkook.

Minho simplemente asintió, antes de volver a su estado de preocupación.

—Creo que voy a vomitar —jadeó apoyando la cabeza contra la pared.

Jimin se acercó y apretó su hombro con suavidad.

—Todo saldrá bien, ya verás.

—Eso espero. No puedo perder a Jisung ahora que lo he ganado.

—No estás perdiendo a nadie. Hoy estás recibiendo a tu primer hijo. Sonríe, mi querido amigo.

Minho suspiró, pero hizo su mejor esfuerzo por sonreír a través de los nervios.

Ese día nació Eunwoo, una hermosa niña completamente saludable. Y Minho lloró, pero hizo jurar a todos los presentes, guardarse ese secreto. Jisung también lloró, aún más de lo que lo hizo durante el parto, mientras Minho cargaba a su hija. Y le hizo prometer que los cuidaría para siempre, también que esperarían hasta tener otro hijo. En ese momento, viendo a su pequeña hija, Minho le hubiera prometido el mundo entero.

...

—No —dijo Jungkook golpeando la mano de Jimin con suavidad—. Déjalo que gatee, no lo apresures.

Jimin se llevó una mano al pecho, con fingida indignación.

—¿Así le hablas al rey de este reino?

—Si —sentenció volviendo a acomodar a Seokmin sobre sus manos y rodillas.

Este comenzó a gatear de inmediato, acercándose a su hermano que hacía lo mismo.

—Si yo los di a luz, entonces corren con mis reglas.

Jimin rió y se inclinó para besarlo, antes de sentir unas pequeñas manitos sobre sus mejillas. Haneul lo observaba con sus enormes ojos azules, con gran intensidad.

—¿Tú también quieres un beso, mi hermosa princesa?

La pequeña lanzó un gritillo emocionado y estiró los brazos hacia Jimin, quien la cargó de inmediato.

—Amor —susurró Jungkook y apretó suavemente la mano de Jimin—. No quiero posponer la boda, no más.

Jimin lo observó directo a los ojos y sonrió con cariño.

—¿Quieres ir al altar con un gran vientre?

Jungkook refunfuñó y apretó su mano con más fuerza.

—¿Acaso se me vería horrible la vestimenta de boda con tu hija en el vientre?

Jimin rió y enredó sus dedos con los de Jungkook.

—¿Horrible? Por favor... —se inclinó hacia su oído—. Sería lo más hermoso que mis ojos han visto.

—Te amo —devolvió Jungkook el susurró apoyando ligeramente la frente sobre el hombro de Jimin.

—Te amo, amor mío.

Jungkook hizo una pequeña pausa antes de preguntar algo que le inquietaba y provocaba curiosidad.

—¿Cómo era tu madre como reina consorte?

Jimin lo acercó a su cuerpo en un abrazo de lado.

—Era maravillosa. Mi padre me contó la historia cientos de veces, como fue amor a primera vista. Ella fue su gran amor. Fue difícil al principio. Mi madre era casi pobre, de un pueblo pequeño, no sabía nada sobre gobernar un reino.

—¿Cómo lo hizo?

—Verás, primero, ella contaba con mi padre para enseñarle como debía hacerlo. Y segundo, se esforzó, ella solo quería ver a su reino feliz, sin sufrir como su familia lo habría hecho. Apoyó y ayudó a mi padre en todo lo que pudo. Y a la vez se encargó de brindarme cariño y educación.

—Fue una gran reina —susurró Jungkook.

—Lo fue —afirmó—. Y tú serás un aún mejor rey.

—No lo sé.

—Yo si lo sé. Lo serás. Aquí —tocó su pecho con suavidad—. Tienes un corazón enorme, eso es lo más importante. El resto, eso se aprende.

—Está dormida —advirtió—. Se ha dormido oyendo tu voz.

Jimin bajó la mirada hacia su pequeña hija, quien respiraba suavemente, sus ojos firmemente cerrados. Este se levantó para colocarla en su pequeña cama. Jungkook observó su anillo, allí en su dedo, brillante como una estrella. Ellos se iban a casar, se casarían y él sería rey. Se casarían y se pertenecerían al otro para siempre. Él era feliz, completamente feliz.

Hyunseok gateó hacia él, colocándose sobre sus piernas, mientras Seokmin lo seguía de cerca. El menor apoyó la cabeza sobre el pequeño bulto en el vientre de Jungkook.

—No creo que sientas mucho, cariño. Tu hermana es aún muy pequeña.

A Hyunseok no parecía importarle mucho, aquella posición era de lo más cómoda. Cuando parecía que Seokmin comenzaría a reclamar atención, Jimin se recostó junto a Jungkook y colocó a Seokmin sobre su pecho, cerca de donde su hermano descansaba. Jungkook acarició el cabello de Jimin y suspiró.

—Esto se siente bien —susurró—. Se siente correcto.

—Se siente perfecto —acompañó Jimin—. Se siento como... Hogar.

Jungkook asintió, aunque Jimin no lo podía observar, y se recostó por completo.

—Tantas cosas hemos pasado para llegar a esto —susurró Jimin—. Tantos males te he causado y tanto amor me has devuelto.

—Tanto amor como el que tú me das a mí y a nuestros hijos, cada día. Tanto a amor como el que me demuestras a diario. Todo el amor que sientes hacia tu pueblo.

—Nuestro pueblo —corrigió tomando la mano con el anillo y acariciando el mismo—. Nuestro pueblo, mi querido futuro esposo.

—El futuro pueblo de Seokmin —bromeó Jungkook con dulzura.

—Sí, el futuro pueblo de Seokmin. Y la difícil tarea de criar un rey y ser uno, al mismo tiempo.

—Lo haremos bien.

—Por supuesto que lo haremos bien, amor mío.

His |Jikook Adap.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora