want to see you.

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CortosMCEA.
serpentte


Estaba fatigado... Lleno de trabajo, trabajar para un Bufete de aquella altura era un reto día a día. Pero aunque algunos casos eran peores que una ampolla en el culo, a Jeon JungKook le encantaba el derecho. Desde que era un pequeño e inocente niño siempre quiso ser un buen abogado, y con el apoyo de sus difuntos padres lo logró, ahora era un jugador de las altas ligas.

Se esforzó demasiado en encontrar un buen trabajo, donde le dieran lo que realmente ocupaba, ¡y lo encontró!, y se puede decir que encontró algo más... Una jefa jodidamente sexy.

La señorita Wendy Hilton.

Aquella Pelirroja que ponía a todos a babear, y Jeon no se quedaba atrás.

Esa mujer tenía todo lo que un hombre deseaba, un cuerpo trabajado, una cara de ángel, una mirada que podría llevarte al mismo cielo y bajarte al infierno si así ella lo deseara, dominante y decidida, no necesitaba a nadie que le dijera qué hacer, una mujer independiente, quitando de que estaba podrida en billetes.

Era perfecta a los ojos de todos. Y JungKook,  la tenía envuelta en sus sábanas. Sí, mantenían una caliente relación fuera del trabajo. Él estaba completamente enamorado de su jefa y ella, le complacía cada capricho que el deseaba.

Mientras su espalda se recargaba más en el sillón de su gran oficina, le dió una rápida mirada al reloj de pared que colgaba arriba de su doctorado, faltaba poco para poder irse a casa, ya quería ver a su hermosa chica.

Tan metido en sus ensoñaciones, la puerta de cristal que separaba su oficina del pasillo fue abierta, saliendo de sus pensamientos impuros en los cuáles la protagonista de todos era la Pelirroja.

── Oh, JungKook, aún sigues aquí.

Sus ojos se voltearon por inercia al darse cuenta de quién se trataba, un intruso que sin duda no era mucho de su agrado.

── No, fíjate que es un holograma. ── Su ceño se frunció, sacándole una sonrisa al muchacho. Su sarcasmos siempre salía a flote de manera inevitable al tener cerca a su compañero. ── No estoy de humor para tus tonterías, Ryan.

Sus pasos decididos para adentrarse a la oficina del castaño no se dieron a esperar, su vista solo estaba puesta en el, pues muchas veces atrás ya había inspeccionado la  elegante estancia. Se posicionó delante de su escritorio apoyándose con sus manos ahí.

JungKook se sintió invadido por las facciones de un sexy hombre que lo traía a punto de  guindarse de una soga.

── ¿Y tu cuándo lo has estado? ── Su tono burlón bañó la pregunta retórica.

── ¡Oh, mira! Tienes toda la razón, el descubrimiento de América se queda inútil en tu delante. ── Su tono de voz estaba cargado de irritación, algo que al mayor no le pasó desapercibido y ensanchó su sonrisa. Le encantaba joder a Jeon. ── Ahora quítate de mi vista o juro que te doy un puñetazo, idiota.

── Wow, Wow, Wow... ── Alzó sus manos hasta la altura de su pecho, reprimiendo una sonrisa pues la expresión seria del otro no mostraba signos de mentira. ── Tranquilo hombre, relaja a ese tigre.

Una vez más, JungKook revoloteó los ojos. ── ¿Qué deseas, Thompson? ── Se cruzó de brazos, haciendo tensar sus trabajados músculos los cuales se marcaron sobre su blanca camisa. Enarcó una ceja mirando al Rubio con sospecha.

── ¿Te gustaría salir conmigo? ── Le preguntó sin rodeos, así era el, directo a lo que todos querían saber. Espero una respuesta mientras sus manos entraban a los bolsillos de sus caros pantalones de tela.

── Cuando los cerdos vuelen. ── Ryan, cabizbajo, dió una sonrisa risueña. Mentiría si dijera que en sus pensamientos no estaba clara la idea que recibiría una negativa, pero, jamás se podía perder la esperanza de que cambiara su veredicto.

── Venga Jeon, sólo acompáñame a cenar, juro que no soy tan imbécil e irritante como lo parezco. ── JungKook pareció pensárselo un poco.

Ryan le caía bien a pesar de su actitud insistente y molesta, era un gran amigo que había hecho sus primeros meses trabajando en el gran edificio, solo que no contaba con que fuera Gay, y que se enamoraría de el.

Se imaginó cómo sería tener esa clase de intimidad con un hombre, para él se sentía ajeno toda clase de esos temas, no era ignorante respecto a la homosexualidad o cualquier otro tipo de sexualidad, solo no era lo suyo.

¿No se sentirá estreñido?

Y quitando todas esas tontas ideas de su cabeza, respondió; ── Casi, ── Acercó sus dedos índice y pulgar sin llegar a juntarlos del todo. ── Casi me logras convencer. Pero no voy por esos gustos hermano, no me gustan los hombres. ── No sabía cuántas  veces le había dicho lo mismo.

Estaba completamente enchulado de Jeon, era un hombre bastante atractivo y de personalidad extraordinaria y le jodía los huevos no ser correspondido, sentía envidia de todas aquellas mujeres que tenían el privilegio de pasar por sus manos. Pero qué podía hacer, debía comprender que al chico no le gustaba que se la metieran.

Le gustaba meterla.

── Ah. ── Suspiró mientras echaba los mechones de su brillante cabello hacia atrás. ── Está bien, lo entiendo. ──  En una de sus manos miró su reloj. Ha estas horas la empresa estaba casi vacía, y el no pensaba quedarse hasta tarde allí. ── Ya me voy, hoy hay una reunión para probar algunos vinos y quesos en mi casa, los chicos irán, por si te se antoja.

JungKook seguía cada uno de sus movimientos, y al oír la invitación asintió de acuerdo. ── Bien, trataré de ir.

── Genial. Si vas, lleva tu vino favorito contigo. ── Una pequeña sonrisa apreció en sus labios y asintió de nuevo, asegurándole que así sería si se decidiese por ir. Ryan le dió una gran sonrisa de dientes perfectos y se despidió con la cabeza para luego salir por donde entro.

Jeon volvió a suspirar.

Su cabeza descansó en el espaldar de su sillón, donde su frente se vió liberada tras su cabello caer como cascada hacia atrás, sus ojos se cerraron y las imágenes de la noche pasada junto a su amada pasaban como pequeños recuerdos calientes por su mente.

En aquella ducha a pesar de la temperatura del agua las cosas se pusieron más que calientes. Recordó el pasar sus manos por cada rincón de su bello cuerpo y empotrarla contra la loseta de la pared del dichoso baño.

Sus benditos gemidos se repitieron como susurros para el y solamente él. Como le pedía que le diera más y más duro, sin descanso fuera salvaje con ella, que la hiciera nuevamente suya diciéndole palabras sucias al oído sin censura alguna.

Un leve gemido abandonó sus labios, pues no se había dado cuenta cuando había llevado su mano por encima de su ropa, moviéndola levemente por su ya erecto miembro.

── Joder... Nena... ── La empezaba a extrañar más de lo común.

Pasaron varios minutos después de que Ryan se había ido y el pensó en hacer lo mismo, así que agarró su maletín y algunos apuntes saliendo de su oficina.

Apurado por el intenso dolor de huevos que tenía, salió del gran edificio en el que trabajaba hace cinco años y subió a su auto pisando el acelerador.

Libidine Donde viven las historias. Descúbrelo ahora