¿A quien buscarás?

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[Afton...]

Una decisión que nunca más se le iba a presentar en lo que podría llamarse vida, ¿podría remediar UNO de todos sus pecados?

[Maldito asesino...]

Todo su cuerpo le decía que tenía que correr este peligroso riesgo, no por nada al único lugar que podía ir era hacia atrás; ese último hueco del pasado jamás lo abandonará.

[He esperado mucho...pero mucho tiempo....]

¿Cuál era el riesgo? Ah, es cierto, arder en el infierno, ¿entonces por qué empieza a avanzar directo a ese inmenso hoyo?

[No tienes idea de cuánto...]

Ya no había marcha atrás, tenía que hallarla, fue culpa suya meterla en esto, y era él quien decidiría si la iba a sacar o no. Confiaba en que su dañado cuerpo pudiese resistir el calor durante un buen tiempo, al menos el necesario.

[Días, semanas, meses, años...décadas]

Sus pasos aumentaban, pasando cada obstáculo, deteniéndose cuando un escombro del techo caía en su camino. Tenía que apurarse, es claro que el sitio no resistirá mucho.

[Pero, al fin, tanta espera habrá valido...]

Llegó en un punto inexacto, ¿ahora adónde? Miró a su alrededor, logró oírla desde la oficina, eso significa que no debía estar lejos, ¿pero hacia qué parte ir? El tiempo se le acababa y no estaba en posición de elegir, siguió su instinto y continuó al norte.

[La otra vez...tenía la oportunidad...pero la desaproveché]

El humo aumentaba, su visión pronto dejaría de serle útil, pero no retrocedería ahora, tomó este camino, y este camino decidirá su destino. De haber elegido mal, podía considerarse escoria que creó una pesadilla de la cual su único arrepentimiento...es haberla involucrado.

[Los otros......ella, me dijeron que parara...]

Un paso a la vez, ya las rocas eran demasiado para evadirlas de un salto. Miró hacia arriba, verificando que sí, estaba aproximándose hacia un área en donde el techo sufrió un derrumbe, quien sabe si este fue el primero.

[Me dijeron que no valía la pena... Pero cuando ella no vino en el incendio...]

Finalmente se detuvo. Delante, una de esas millones de puertas en el pasillo, solo que abultada, claramente del otro lado había algo que forcejeaba para derribarla; enfurecido, apretó el puño de su única mano y golpeó con todas sus fuerzas.

[Tú...Tú sigues con vida...]

No fue suficiente, la resistencia de la puerta era demasiada, hecha perfectamente para no ser abierta por seres como él...o ella. Su furia solo creció, y con ella, también su desesperación; a continuación prosiguieron más golpes directamente a la puerta, fuertes, rápidos y claramente, también desesperados.

[Bueno, cuando te encuentre...]

No quería rendirse, no podía, si la suerte había estado a su favor durante tanto tiempo, ahora más que nunca requería de ella. Ya la insistencia en seguir golpeando se le estaba yendo.

[Me aseguraré de verte morir, una, y otra, y otra vez...]

Finalmente, se resignó y dejó de golpear la puerta. Bajó su cabeza, decepcionado; por una vez, en todos sus años como un ser muerto en vida, tenía la oportunidad de hacer algo positivo por un miembro de su familia, y ahora, estaba fuera de su alcance.

─ Elizabeth...─

Tal vez no había nadie que lo escuchara del otro lado, pero aun así, su tono se mantuvo audible.

─ Lo lamento, hija... Este, no era el futuro que...te merecías. ─

Ya en un estado melancólico, algo que nunca creyó volver a tener, lentamente recostó su cabeza delante de aquella puerta.

─ Perdóname...pequeña. ─

Tal vez, ahora que ya creía haber sabido su destino, podía concentrarse en algo más, después de todo, el fuego no había terminado de hacer su trabajo.

Se despegó de la puerta, y lentamente empezó a alejarse de ella sin mirar atrás. Ya oficialmente no había nada que le importara.

Nada, hasta ese repentino sonido.

Se fijó devuelta hacia donde estaba, y la impresión en sus ojos lo demostraba todo. La puerta había cedido finalmente. ¿Era esperanza lo que sintió en su marchito corazón en esos momentos? Tenía que averiguarlo y no perdió tiempo en hacerlo.

Tan rápido como su traje le permitía, se dio la vuelta, corrió y se introdujo a la habitación. No tardó nada de tiempo en hallar lo que buscaba.

─ ¡¡Elizabeth!! ─

Supo rápidamente hacia donde tenía que ver. Y el suelo le reveló en qué lugar estaba ella.

Una mano sobresalía de un gigantesco escombro, reconoció el color con facilidad, era ella sin lugar a duda.

─ Hija... ─

Miró a su alrededor, los escombros lograron apagar gran parte de las llamas, y la que amenazaba por entrar en la habitación de atrás todavía le faltaba camino por recorrer, mientras que el fuego por el que él atravesó todavía estaba lejos, sí, tenía una oportunidad.

Caminó con cuidado, apartando en el proceso todas las piedras pequeñas que le estorbaban, se agachó y cuidadosamente tomó esa sobresaliente mano. Su sorpresa no se hizo esperar cuando aquella mano apretó ligeramente la suya, ella todavía seguía aquí.

─ Te sacaré... Esta vez sí lo haré. ─

La soltó, sujetó el gran escombro, y con todas sus fuerzas, o al menos las que tenía en ese momento, empezó a levantar la gigantesca roca de cemento, en el proceso liberó otro grito igual al que hizo cuando estaba atrapado.

Se alzaba con lentitud, pero iba a valer la pena; con cada segundo que pasaba el escombro subía más, hasta que finalmente, luego de unos largos diez minutos, el mayor de la familia Afton logró subir y hacer a un lado ese estorbo. No era obligatorio (o posible) que lo hiciera, pero respiraba de forma dificultosa ante el esfuerzo que le llevó.

Pero, ¿valió la pena?

Enfocó su vista hacia abajo, y ahí la vio. Algunas partes del cuerpo estaban quemadas, inclusive las ruedas en esos pies se habían fundido, su brazo derecho había perdido la parte inferior de su pinza, algunos cables más estaban sobresalientes, y lo más resaltable, su rostro, perdió la mitad de la máscara y pate del endoesqueleto interno, más en específico, el lado derecho fue el que lo perdió, incluso el ojo de ese lado ya no poseía ese brillo verdoso característico que solo tenía el derecho ahora, pero aun así, ella lo veía perfectamente.

Su hija...ella lentamente levantó su mano izquierda, intentando alcanzarlo. Él estiró la suya, y la tomó.

─ ¿Pa......papi? ─

No usó la voz que él le había puesto al traje... No, esa fue la voz de su pequeña.

─ No pude salvarte antes. Deja que ahora lo haga. ─

We Always Come BackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora