babysitters?!

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Babysitters?!

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Aquel era un día que prometía ser agradable y cálido a juzgar por el imponente sol brillante de mediodía, perfecto para salir y pasar el tiempo con amigos o familia. En este caso, dos jóvenes del Instituto Rakuzan, uno recién graduado y el otro a punto de comenzar segundo año, iban andando a la par en dirección al departamento de uno de sus amigos.

El plan era un picnic en el parque y jugar baloncesto luego, quizás pasear por la zona y comprar helado por supuesto. Era el primer día de vacaciones de verano y se asegurarían de innagurar dicha estación debidamente.

--Estoy cansado, me voy a casa --se quejó el mayor de ambos suspirando sonoramente.

--Estamos a punto de llegar, Mayuzumi-san --le sonrió el menor tras quitar el leve sudor de su frente con el brazo --. Pasaremos por los demás y podrás tirarte bajo la sombra de un árbol en el parque.

--Mmm... --torció los labios un momento acabando por encogerse de hombros --. Pues ya qué.

El menor asintió satisfecho y divertido con la respuesta. Sabía de antemano que su sempai era un tanto flojo, el hecho de que hubiese aceptado aquella reunión era casi un milagro. Aún después de haberse graduado de preparatoria, tal parece que en el fondo seguía queriéndolos.

Cinco minutos después se hallaban frente a la casa de Mibuchi Reo, quien había propuesto el plan de aquel día y se atribuyó la responsabilidad de preparar el almuerzo. El menor de cabello rojizo se apresuró a tocar el timbre sin obtener una respuesta tras un rato considerable, volvió a intentar otras dos veces mientras le pedía al mayor que lo llamase o enviase mensajes, pero nada.

--Entremos y ya --dijo el mayor de cabello plateado y ojos grises acercandose a la puerta.

--Oye, no es tu casa, no es correcto entrar así como así --replicó el pelirrojo pero el otro lo ignoró --. ¡Espera, no...!

Tarde. El chico abrió la puerta la cual estaba sin llave para sorpresa de ambos y se apresuraron a entrar para buscar a Reo y pedir explicaciones. Las ventanas estaban abiertas, la televisión encendida y sobre la encimera de la cocina se hallaba la canasta con la comida que el pelinegro había preparado. Todo indicaba que no había salido entonces ¿qué ocurría?

--M..mayuzumi.. san...

La voz temblorosa del menor lo puso alerta y siguió el sonido hasta la que parecía ser la habitación del dueño de casa. Su menor se encontraba estático en el marco de la puerta con la mirada fija en el suelo...

...donde tres niños pequeños estaban sentados viéndolos con ojos grandes y curiosos.