II

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No podía dormirme. Eran las dos treinta de la mañana y me había acostado a las doce en punto, pero no podía dormirme. Me sentía mal anímicamente. La soledad se apodera lentamente de mí y me asfixia. ¿Dónde están esas personas que me prometieron quedarse a pesar de todo? Nada es para siempre. Todo llega a su fin. ¿Y los médicos? Tengo miedo. No sé qué hacer ya, si vivir o morir. Es preferible callar antes de hablar. Sé que algún día voy a conocer personas del bien, que me hagan bien, pero ahora, no sé qué hacer. Pienso en la muerte como única salida a todo. No tengo ningún problema en comparación a los demás, pero la soledad no es buena si la vives por mucho tiempo. Necesito ayuda –mierda, necesito ir a un médico urgente, no puedo seguir así, soy muy joven-. Tengo miedo de quedar solo. Siempre pensé que podía vivir en soledad pero no por mucho tiempo. Me quise despejar. Prendí la tele para ver que podía encontrar. No aguanté y me largué a llorar. Las lágrimas bajan como el agua de los manantiales. "estoy solo" pienso. Necesito ayuda...

Me pude dormir hasta las ocho treinta de la mañana. Me levanté y me preparé mi desayuno y luego tenía pensado ir a caminar por la plaza para despejarme un poco y no pensar en absolutamente nada. Me puse mi abrigo y fui hasta allí. Caminando y observando los pájaros cantar, me senté en un banquito. Observo el paisaje –aunque no era muy lindo después de todo ya que estaba en plena ciudad y a las ocho treinta es muy hora pico y todo el mundo va a trabajar, o la mayoría-. Veo a una mujer llorando, le pregunto qué le sucede, y me respondió quebrada en llanto que su esposo la había abandonado. Me sentí muy mal al no saber qué hacer, y le pregunté qué podía hacer por ella, pero no quería nada. Hablamos un rato hasta que a los dos se nos pasó nuestros malestares. Cada uno tiene sus problemas. Algunos son muy grandes y otros son pequeños, pero si a la persona le hace mal, por más pequeñito que sea, es un problema.

Llego a casa y suena el teléfono de mi casa, era mi hermano.

-¿Hola? –hable con un tono un poco apagado, no quería que me preguntara qué era lo que me pasaba-.

-Escucha, mamá está con unos delirios de la San Gloria, y no sé qué hacer ya. ¿Qué me recomiendas?

-Espérame que me cambio y voy allí.

Me levanté de la cama y me cambié. Me lavé la cara porque había llorado un poco. Si, es normal que un hombre llore... puse mi mejor humor y mi mejor motivación para seguir el día como si no pasara nada. Me fui al auto y empecé el camino hasta llegar a la casa, y ahí lo vi a mi hermano sentado afuera con un bate de beisbol en la mano, a veces es un poco exagerado. Me bajé del auto y lo saludé.

-¿Dónde está mamá? –Pregunté-

-Acostada, pero espera, quiero hablar un segundo contigo.

-Está bien... -estaba pensando en qué querrá ahora-.

-¿No sería mejor que la llevemos a algún asilo para ancianos? Solamente digo, es una persona bastante vieja ya y yo también necesito mi vida. Necesito de mis hijos, de mi esposa, necesito volver a hacer mi vida.

-Si, lo había pensado cuando papá murió, pero no sabía si tú querías.

-Pues claro que quiero.

-Perfecto. ¿Quieres ir a averiguar ahora?

-Bueno está bien, pero... ¿y mamá?

-Quédate con ella a cuidarla, iré yo.

Otra vez tomé mi auto y fui a buscar un asilo de ancianos. Entretanto, iba mirando el paisaje, el día estaba hermoso, un sol radiante que iluminaba todo a su alrededor, ni una sola nube a la vista, todo claridad natural. Llegué al asilo más cerca que había y averigüé por absolutamente todo. Me gustó ese lugar, "creo que mamá estará bien aquí" pensaba.

BullopWhere stories live. Discover now