Al entrar a la cafetería, Chani busco a Olivia con la mirada, quien estaba al otro lado del local con el brazo alzado para tratar de tener su atención.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de ambas chicas y, luego de que Chani ordenara una malteada de frutos rojos, se encontraron en la pequeña mesa de madera que estaba al lado de un gran ventanal con vista a la calle.
—¡Hola! —Chani la saludó con gran entusiasmo y con una gigantesca sonrisa en sus labios, cosa que hizo sonreír a Olivia nuevamente.
—¡Chani! ¿Todo bien durante el camino?
Chani asintió mientras se sentaba en la pequeña silla de madera oscura.
—Sí, todo bien —aseguró antes de hacer una pausa y continuar—... Aunque una anciana me confundió con Marilyn Manson en la salida del museo...
Olivia soltó una carcajada.
—¿Qué? ¿Por qué te confundió con él? —preguntó entre risas, las cuales se desvanecieron al ver como Chani rodó los ojos con algo frustración mientras señalaba el desastroso intento de smokey eyes que los decoraba, cosa que la hacía ver bastante... parecida a Marilyn Manson—. Oh... Ya veo.
—La gente suele ser muy... Ciega, lo cual es irónico porque aquella anciana tenía cataratas –afirmó antes de darle un sorbo a su bebida—. Cambiando de tema, estaba pensando en pintarme las puntas del pelo, ya me aburrió tenerlo completamente platinado... ¿Alguna idea?
—Déjame pensar... —Exhaló Olivia. Chani era una chica que experimentaba mucho con su apariencia y se podría decir que, desde que la conoció, se había cambiado unas trece veces de look, cosa que hacía fácil y difícil a la vez elegir algo para ella.
Hace un año atrás conoció a una Chani de cabello largo y rubio, después de un mes ya tenía el cabello completamente negro y hasta los omoplatos. Cuando llegó el invierno, ya tenía el cabello corto hasta los hombros y platinado en su totalidad.
Olivia también recordó cuando, en una de sus sesiones de estudio, Chani decidió raparse la nuca...Y de ahí no paró hasta raparse el cabello casi por completo, alegando que el cabello crece.
Por sorpresa –o gracias a sus shampoos orgánicos y de proveniencia sospechosa—, su pelo creció rápido y ya lo tenía nuevamente platinado y hasta arriba de los hombros, solo que esta vez con un corto flequillo recto cubriendo su frente.
A decir verdad, no tenía ni idea de lo que le podría quedar.
—¿Qué tal me quedaría el rosa?
Olivia se dio cuenta de que comenzó a divagar y rápidamente volvió a ponerle atención a su amiga.
—Te quedaría bien, es casi tan colorido y atrevido como tu –aseguró la castaña sonriendo.
—De acuerdo, entonces termina tu emparedado para poder irnos.
—Mandona –afirmó Olivia de manera sarcática.
—¿Qué dijiste?
—¡Nada!
Luego de platicar sobre cosas banales mientras Olivia terminaba de comer, las chicas salieron de la cafetería y cruzaron al otro lado de la calle.
A pesar de que era Los Ángeles, las calles no estaban tan concurridas como de costumbre, aunque el ruido urbano seguía haciendo eco en la ciudad como el ulular del viento en una casa abandonada.
Tal vez las calles no estaban tan llenas como siempre porque era Viernes por la tarde y la gente, o al menos los estudiantes, estaban descansando antes de ir de fiesta o a la playa hasta que el último de los presentes terminara inconsciente en el suelo, pues un nuevo y estresante ciclo escolar comenzaría el Lunes, ciclo que sería el último para Olivia y Chani, quienes eran estudiantes de quinto año de la facultad de Historia del Arte Moderno y Contemporáneo en Anteros Academy, universidad que estaba cerca de West Hollywood.
Olivia estaba bastante emocionada por comenzar su último año escolar, y aunque su orgullo no le permitiera aceptarlo, también estaba asustada por su futuro laboral y lo que haría al terminar la carrera.
Sabía que quería dedicarse por completo al mundo del arte, pero no sabía qué haría para poder conseguirlo. Si lo pensaba muy por encima, diría que quería abrir una galería de arte en Nueva York o ser maestra de Arte en alguna escuela privada... Pero si pensaba más allá de esas opciones, simplemente no había nada más. Tenía que encontrar algo ya.
Mientras caminaban, el sol comenzó a ocultarse a lo lejos, tiñendo el cielo de rosa y amarillo. Era realmente lindo.
—Por cierto –comenzó Chani—. ¿Pudiste ver al nuevo profesor? Ya sabes, el moreno que estaba en el aula magna entregando el papeleo.
Olivia negó suavemente.
—No sé de quién me estás hablando, llegué bastante temprano, a decir verdad –y era cierto. Olivia era aquella persona que, si citabas a las 7 p.m., ella llegaba a las 6:30 p.m—. Pero –agregó—escuché que es un "bombón", ¿es cierto?
—Tan cierto como que la Luna no es de queso –afirmó una eufórica Chani mientras entraban al supermercado—. Imagina un Christian Grey moreno y con ojos verdes. Todo un encanto.
El supermercado tenía un intenso olor a limpiador de pisos y de los altavoces sonaba Dancing On My Own de Robyn, canción que podría distraerte del penetrante hedor o del hecho de que podrías desmayarte si durabas más de veinte minutos ahí dentro.
—No sé si quiero imaginar a nuestro profesor de Historia como un empresario que practica sadomasoquismo –Olivia tomó una canasta roja y ambas jóvenes se dirigieron hacia la sección de belleza.
—Bueno, cuando lo conozcas, vas a quererlo.
Y con esa afirmación, Chani comenzó a caminar entre los pasillos del supermercado con paso apresurado, dejando a una sorprendida Olivia detrás por unos instantes, quien volvió a reír por milésima vez desde que se encontraron.
Cuando llegaron, la platinada tomó una caja de tinte rosa magenta y un kit para decolorar el cabello. Olivia solo veía los productos colocados ordenadamente en los estantes, preguntándose por qué diablos un tinte rubio costaba cuarenta dólares.
—Ya tengo todo lo que necesito –informó Chani con felicidad—, ¿necesitas algo?
Olivia negó con la cabeza.
—No, por el momento no.
Las chicas se dirigieron hacia la caja registradora para pagar las cosas y, cuando lo lograron, salieron del supermercado, sintiendo el caluroso aire de Los Ángeles nuevamente en sus cuerpos.
Las calles por fin se estaban llenando de personas y el murmullo urbano se incrementó bastante, haciendo que ambas jóvenes alzaran la voz para poder escucharse mientras caminaban hacia la parada de autobuses.
Luego de unos 10 minutos de espera, el autobús por fin llegó y se subieron a este, no sin antes pagar el boleto de pasaje. Durante el trayecto, Chani le propuso a Olivia que le decolorara el pelo, quien confesó que nunca antes había decolorado el cabello, a lo que Chani le aseguró que siempre había una primera vez y que no le molestaría aparecer calva en clase.
Cuando llegaron a la universidad, el Sol ya se había ocultado por completo y ahora la Luna se alzaba sobre el firmamento estrellado, anunciando así el fin del día y el comienzo de una noche que parecía no tener fin.
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ʜᴏɴᴇʏᴍᴏᴏɴ
Fiksi PenggemarA veces, la señorita egoísta conoce al señor que nació para perder... Y, a veces, puede terminar muy mal.