Juagamos con la muerte y nunca vamos a perder, porque ya estamos muertos en vida y eso a ella le encanta. Le encanta hacernos agonizar.
Un viejo y dañado diario me acompaña, junto con una caja de cigarrillos, unas cuantas pastillas para dormir, y una botella de alcohol.
Fumo no porque sea adicta, porque a lo único que fui y sigo siendo adicta es a ti.
Bebo por simples ganas, porque por placer te busqué.
Leo porque me gusta, pero… como me gustaría leerte un vez más
Sobre las pastillas para dormir… No creas que tengo problemas se sueño o alguna otra cosa. Solo quiero tener una sobredosis y por fin poder huir de mí, de mis pensamientos inundados de ti y de esta vida tan miserable que no sé cómo vivir.
Me siento ridícula hablándole al cielo sobre este vacío tan grande, los innumerables problemas que cargo, mis ganas de dormir y jamás despertar; pero se me hace imposible, nada funciona. Me siento mal, frustrada –Ni morir me sale bien- Pensé una risa amarga salió de mis labios. Y pensar que hoy el único testigo de mi destierro serás tú cielo.
-Eres muy afortunado al ver como mi alma es expulsado de este pedazo de carne llamado cuerpo, y soy desterrada de este asqueroso mundo. ¿Cómo está todo por allá arriba?- Dije, y su recuerdo llego a mi mente, dispuesto a dañarla más que nunca
-Lo quiero ver, mirar a sus ojos y decirle lo arrepentida que estoy, besarlo una vez más. ¿Tú has sentido esto alguna vez, cierto que sí cielo?- Termine de decir cuando sentí lagrimas caer sobre mi mejilla. Tomando el ultimo sorbo de la botella de alcohol, me levante y me esforcé para decir mis últimas palabras
-Lo que uno hace por amor- Susurre con una sonrisa vaga en mis labios, pero con miles de sentimientos acumulados en mis ojos, las lágrimas no dejaban de caer, el efecto del alcohol no me dejaba pensar con claridad, y me lance al vacío.