[1]

10 2 0
                                    

Cómo una dama te debes portar.

Los azotes con el látigo volvieron a caer en mis palmas abiertas mientras mordía mis labios con fuerza para evitar que mis quejidos y sollozos salieran de mi boca, de ser así tendría un castigo peor.

- ¿Cuántas veces crees que voy a seguir diciéndote que eres una niña y no un niño?- un azote, mis manos duelen, arden.- ¡Dime, Kylie! Pronto tendrás 13 años ¿Hasta cuándo dejaras de ser tan grotesca y tosca?- podía ver cómo mi madrastra apretaba su quijada y me miraba con molestia y no dejaba de repartir los azotes a mis manos ya rojas y con heridas sangrantes.- ¡Ya eres una señorita! ¡Por Dios! Es ahora cuando entiendo que tú padre necesita de una mujer de bien y de buenos valores, hablaré con tu padre ya que, desde ahora seré yo quien vea por tu educación.- dijo entre dientes viendo como mis mejillas eran empapadas por mis lágrimas.

-Y-ya basta...- murmuré bajo y pronto sentí una bofetada en mi mejilla. Alcé la vista vidriosa por mis lágrimas y ella estaba allí, apretando con su mano izquierda el látigo duro de cuero mientras me miraba con repugnancia. - L-lo sien-...

Sentí el espeso sabor metálico de la sangre explotar en mi lengua, acerqué mis manos temblorosas a mi boca despacio, con mis dedos acaricie mis labios y los alejé lentamente para ver con horror la sangre teñir la piel de mis dedos. Entre el shook del momento ella tomó mi cabello entre sus dedos largos y uñas pintadas de un rosa chillón y me jalo fuera de la silla en la que me había sentado antes dirigiéndonos hacia el cuarto de baño para luego arrojarme bruscamente contra el suelo de la regadera.

-Aséate, quítate la suciedad que traes encima y luego te encierras en tu habitación hasta que llegue tu padre y hablé con él ¿Entendiste?- yo asentí lentamente y me apegue a las baldosas de la ducha, escuchando sus pasos alejarse y salir del cuarto de baño y cerrando la puerta.

Con lentitud me puse en pie y caminé con miedo y dudas hasta el espejo del lavabo para ver el deplorable reflejo que este me devolvía: mis labios agrietados y rojos con rastros de sangre seca, ojos hinchados e irritados, mis largos cabellos oscuros desordenados hacia cualquier lado y mis mejillas con senderos secos que las lágrimas habían dejado; un escozor en mis palmas hizo que fijará mi atención en mis manos y lo que ví hizo que las ganas de llorar volvieran a darse.

Mis manos estaban hinchadas, con un color entre rojizo y negro, con líneas dolorosas repartidas por todos lados, sin dejar ni un solo tramo de piel sin heridas. Me mire completamente por el espejo y no encontré nada que valiera la pena.

Nada.

Aún con el dolor y ardor en las manos, fuí quitándome cada una de mis prendas hasta quedar desnuda frente al espejo, mientras evitaba verme en el, me paré bajo la regadera y deje que la lluvia artificial de agua fría cayera sobre mi cuerpo, sobre mi tibia piel y tome el jabón en mi mano aguantando el ardor de mis heridas comenzando a fregar mi cuerpo comenzando a limpiarme.

Cuando yo había terminado de bañarme fuí directamente a mi habitación a cambiarme y encerrarme bajo llave; me recosté sobre mi cama cerrando los ojos y quedando dormida casi al instante.

No sabría decir cuánto tiempo había pasado exactamente hasta que desperté, pero supuse que fue bastante por que podía escuchar a mi padre hablar con mi madrastra, y ya sabía sobre qué.

-Querido, déjame encargarme de Kylie, quiero educarla con los valores y deberes con los que toda señorita debe de criarse.

-Sí, por favor cielo, te lo encargo, yo jamás entendería de esto, ya ves como es siendo que yo solo la he cuidado durante este tiempo.

-Tu tranquilo, verás como convierto a Kylie en toda una dama, se verá linda en faldas, vestidos, peinados, maquillaje y accesorios para ella. Ya verás.

Esa... Esa fue la primera vez en la que me sentí vacía. Y fue a los trece años.

Crush |LGBT+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora