Capítulo 14.

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Se dice que el lobo desde sus orígenes amó a la luna; por esa razón todas las noches, especialmente cuando se mostraba completa y brillante, éste aullaba.
No sólo aullaba para alabar su belleza, sino también porque el lobo estaba enamorado de un ser que era hermoso, brillante, solitario, pero inalcanzable.
Y aunque era perfecta musa para él, estaba tan lejos y no había posibilidad de que aquel ser tan perfecto y brillante bajara y se mostrara tal como era ante él.
A pesar de que en todos sus aullidos le dejara saber a la luna cuanto quería reclamarla como suya y saber cuán suave era, la luna jamás bajó y el lobo se prometió que hasta el último de su especie, él la amaría sin importar que era un amor que nunca jamás iba a tocar.

Era su primera noche de luna llena desde el hechizo, también era la primera luna llena después de tanto tiempo, en la que Derek se descontrolaba.

Tal vez la razón de sentirse así tenía que ver con aquel hechizo. Tal vez por la misma razón, Stiles se sentía de la misma forma en la que se sentía Derek.

Los jadeos de Stiles se escuchaban por toda la habitación, provocando que los deseos de Derek de seguir tocando a su compañero aumentaran cada vez más.

Fue justo en el momento en el que estaba besando el cuello de Stiles, que recordó aquella respuesta que su madre les daba cuando sus hermanas y él preguntaban la razón del por qué los de su especie siempre se descontrolaban en la luna llena.

Al terminar de responderla se venían las teorías; él recuerda que Laura decía que la razón del porqué se descontrolaban, era que los hombres lobos querían salir de su vivienda para irle aullar a su musa. En cambio Cora decía que salían en busca de ella y al no encontrarla -dado que era inalcanzable- se descontrolaban.

Cuando era pequeño creía en todas esas teorías, para cuando creció pensó que eran pura mierda. Los lobos se descontrolaban porque en esas noches su instinto de cazar -matar- era más fuerte que ellos. No esas boberías románticas.

Pero al quitarle la última prenda a Stiles y observar con fascinación su cuerpo pálido y perfectamente salpicado de lunares, volvió a creer en aquello que su madre les contaba.

Él había encontrado su luna. Stiles era lo que tanto había deseado encontrar cuando era pequeño. Stiles era su luna; y no sólo por lo que significaba, sino también por el parecido que tenía; con aquella piel tan pálida y salpicada de lunares que volvían a su lobo completamente loco.

Derek podría burlarse en la cara de sus ancestros. Ellos nunca pudieron tocar a su luna. Ellos siempre creyeron que era inalcanzable. En cambio Derek la estaba tocando con la punta de sus dedos. En cambio él, la estaba besando y acariciando mientras se daba cuenta de cuán suave podría ser la piel de su luna.

Ni siquiera se dió cuenta en el momento en que su cuerpo quedó desnudo, ni mucho menos en que momento habían llegado hasta la cama.

Pero ahí estaban, Stiles debajo de él y él arriba de Stiles mientras bajaba sus labios hacía sus perfectos pechos.
Dando una rápida mirada hacia la cara de Stiles que se encontraba sonrojada, se lamio los labios dispuesto a proseguir en lo que estaba. En un rápido movimiento, atrapó con su boca el pezón derecho y empezó a lamerlo, mientras que con su mano izquierda acariciaba y jugaba con el pecho izquierdo.

-Derek...- gimió bajito la castaña. Sintiendo como su piel ardía.

Después de estar entretenida por varios minutos lamiendo y mordiendo el pezón derecho, pasó al izquierdo. Hizo lo mismo que con el otro, pero cada vez más excitada al escuchar los gemidos de Stiles y estar al tanto de que esta misma estaba de la misma manera.

Pasaron minutos besándose y mordiendose, pero un momento dado, el rol cambió. La castaña ahora se encontraba arriba de la azabache, besando, mordiendo y acariciando sus pezones como lo había hecho con ella.

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