La Oscuridad Disfrazada

187 11 1
                                    


Mi nombre es Jonathan Samuel Kent, actualmente tengo dieciocho años de edad. En pocas palabras soy considerado un adolescente cualquiera. Bueno, eso era antes de llegar a mi nuevo hogar hace tiempo atrás.

Mi madre es Lois Lane, una mujer amorosa y muy dedicada. Digamos que es el pilar más fuerte que une a nuestra familia. Y luego está mi padre, se llama Clark Kent, el trabajo de mi padre es el de un reconocido periodista, siempre decidido a que la verdad salga a la luz. También está mi hermanastro Conner, pero a él lo mencionaremos más adelante.

Como les decía, mi padre es un reportero muy reconocido por su trabajo, esto hace que un día cualquiera llegue del trabajo, solo con la novedad de que nos mudaremos de ciudad.

Mi madre desde un principio no estuvo de acuerdo. La verdad yo estaba feliz por conocer otra ciudad, pero mi madre decía que no lo hiciéramos. Eso decía, hasta que mi padre mencionó más a fondo el nuevo hogar que habitaríamos.

Una mansión en las afueras de una ciudad que yo no recuerdo que haya sido mencionada en mis clases de Geografía, pero al caso, mi madre rápido cambió de opinión al saber aquello.

Y en unos cuantos días yo ya estaba saliendo del auto cargando una caja con mis pertenencias. Estaba parado en tremenda edificación, era una casa enorme, tenía varios metros de exterior rodeados por una vegetación medio muerta, y al parecer se notaba que nadie la había habitado por muchos años.

La verdad si te le ponías a mirar con más detenimiento, podías notar que el lugar sería perfecto para una película de terror, y una de las buenas.

Ayudé a mis padres a desempacar. En ese momento estaba con mi madre sacando la vajilla y buscándole un lugar en las alacenas de una enorme cocina. Mi madre por este hecho estaba emocionada, pues la cocina al parecer seria su lugar favorito de la casa. Aunque más tarde terminaría enamorada por el enorme jardín trasero. 

Cuando termino con aquella tarea, mi madre me manda a que ayude a mi padre. Este al parecer no necesitaba ayuda, pues el solo podía cargar varias cajas en un solo viaje, así que él me manda a que elija mi habitación.

Esto sin duda me emociona, así que a paso veloz me dirijo a sacar mi caja llena de comics para que cuando elija mi nueva habitación deje esa caja y de esa forma marcar que ese lugar sería mío.

En todo el día que estuvimos desempacando ninguno de nosotros tuvimos que subir a los pisos superiores. De hecho, cuando fui en busca de mi habitación, fui el primero en pisar aquellos pisos que chillaban cundo les ponía mi pie encima.

Con mi caja de comics en brazos me la pasé explorando cada habitación de aquella enorme mansión. De entre todos los cuartos que había ninguno llamaba mi atención. Bueno, eso antes de que llegara al cuarto al final del pasillo del segundo piso. El lugar tenía un enorme ventanal, además de que era más amplio que mi antigua habitación. Y fue así como mi caja de comics la coloco en medio de ese cuarto.

Al cabo de unas horas más, mis padres y yo nos sorprendimos por cómo fue de rápido que el sol se había ocultado. Lo bueno que fuimos lo suficientemente rápidos para desempacar lo necesario para pasar la noche, eso y que en gran parte de la mansión ya había muebles, me imagino que eran propiedad del antiguo dueño.

Esa misma noche subí mi bolsa de dormir a mi habitación, la paz la podía respirar. Solo que algo no me cuadraba muy bien, y era que mi cuarto estaba muy oscuro y eso que tenía un gran ventanal, podía jurara que la bombilla no alumbraba lo suficiente. Ignoré este hecho cuando me puse a pensar en donde pondría mis posters y demás pertenencias.

La noche siguió transcurriendo, y esa fue la primera noche en donde me lo topé... algo que cambiaría mi vida por completo.

Yo estaba soñando que paseaba a mi perro (que hace unos meses atrás falleció por ser arrollado por un auto) por la granja de los abuelos, pero de repente abro mis ojos y en medio de la noche veo una figura parada al otro extremo de donde estaba durmiendo.

Era una enorme figura, podía notar que se movía conforme mi curiosidad aumentaba, al grado de salir de mi bolsa de dormir y acercarme a este ente. Cuando estuve lo suficientemente cerca, pude notar ya su rostro, era un hombre de tés blanca y ya un poco viejo, solo que si lucía un poco intimidante.

-Me atrevo a decir que usted es un niño muy valiente.

-¿Quién eres?

-Soy el mayordomo de esta casa, mi nombre es Alfred.


Y sin más aquel señor desaparece en la oscuridad de la noche, yo froto mis ojos por lo que veo. Y sin duda fue interesante aquella experiencia con aquel sujeto. 

El Parque De Juegos Del DiabloWhere stories live. Discover now