Me encuentro en el centro de la Ciudad de Ceniza, acá todo es gris. Dicen que solía ser una ciudad muy bonita, ahora solo es un pedazo de roca cubierta de polvo. Todos los días cuando el sol está justo sobre ella la niebla se disipa y deja apreciar las grandes montañas que se encuentran alrededor. Hay una callecita de tierra que la divide justo a la mitad, los demás son caminos empedrados. Las casas son pequeñas y están hechas de piedras o ladrillos, tienen ventanas, puertas y chimeneas rústicas, ninguna construcción supera los siete u ocho metros de altura a excepción de la capilla que se ve al final de la calle, la cual debe tener aproximadamente unos diez metros de alto. Cualquiera que se acerque a la ventana de una de las casas seguramente podrá ver una habitación vacía y desordenada, un par de sillas rotas, una mesa a medio juntar, posiblemente unos cuantos libros tirados y abrigos en el suelo. La persona que mire hacia el interior de la ventana verá un hogar abandonado. Veo un río que parece bajar de una de las montañas, el agua debería ser cristalina pero está teñida de gris. El aire está parcialmente contaminado, me cuesta un poco respirar. Todavía se pueden encontrar pequeñas hojuelas grisáceas en la tierra, la lluvia de cenizas es muy común en este lugar. Entre todas esas montañas que rodean la ciudad está el causante de este sombrío paisaje. Un volcán que se creía, estaba inactivo.