Prefacio.

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— ¡Yo no lo hice! — gritaba el muchacho de cabellos negros y ojos verdemar mientras se aferraba al barandal de la escalera con tanta fuerza como podía.

— Solo quiero, solo dime ¿Por qué? Solo... por favor — susurraba un muchacho que se veía exactamente como él mientras mantenía una mano sobre el hombro del chico rubio.

— ¡No lo hice Teseo! — el muchacho gritaba desesperado mientras comenzaba a subir la escalera de espaldas, intentando probablemente huir de todos sus problemas.

— Lo hiciste Percy. Lo hiciste — reprochaba el chico rubio avanzando hacia él pero el muchacho retrocedió más y cruzó la puerta que daba a la azotea.

— Solo quiero saber... necesito saberlo, por favor — suplicaba Teseo tal como lo hacía un muerto de sed a alguien con una cantimplora llena de agua, lo hacia sin despegar su mano del rubio — Solo dímelo — las lágrimas ya amenazaban con salir de sus ojos.

—¡No! ¡No lo hice! — el azabache corrió desesperado hasta el borde de la terraza, las lágrimas corrían por su rostro como si el cielo estuviera rompiéndose sobre él. Se separó del borde temeroso, como si esta lo fuera a devorar en cualquier momento — No me gustan las alturas — susurro mirando al rubio y a su hermano, se notaba el miedo en sus ojos, el terror de su voz era demasiado evidente. Jason y Teseo lo sabían.

A ellos no les gustaban las alturas nunca habían sido del agrado de ninguno de los dos azabaches, cada vez que estaban muy lejos del suelo ambos sentían que si una batidora los atacara y les revolviera las entrañas.

— Lo hiciste y nadie te culpa, solo queremos saber ¿por qué?— el rubio trataba de hacer que su voz sonara lo más tranquila posible pero la verdad estaba muy alterado por esto. Y su voz lo delataba por momentos. Teseo se adelantó un paso sin despegar su mano del rubio, estaba fingiendo valentía.

— Nadie te lo reprocha, solo queremos entender porque lo hiciste, quiero saber ¿por qué lo hiciste? — sus ojos estaban fijos en su hermano, su cerebro buscaba cualquier rastro de la verdad, en esos ojos tan iguales a los suyos. Quería comprender cómo pudo hacer eso. La desesperación por una respuesta certera lo estaba carcomiendo como las pirañas a su presa favorita. Teseo apenas podía resistir saltar sobre él.

— ¡No lo hice!... No quería — Percy se abrazó así mismo en un intento vano de calmar su tembloroso cuerpo que amenazaba con colapsar en cualquier momento, muy despacio volvió a retroceder al borde de la azotea — Te quiero Tes — le sonrió rotamente a su hermano como si con eso lograra reparar en parte todo lo que hizo o tal vez era solo su forma de despedirse de él.

Con las piernas tan temblorosas como si hubiese nadado recientemente en un mar congelado logró subirse al borde del altillo que tenía la azotea ante la mirada dolorosa de los dos chicos enfrente suyo.

— Si tanto me querías ¿por qué me hiciste esto? — mascullo con toda la ira que podía Teseo mientras aparetaba los puños dejando sus nudillos tan blancos como el papel, haciéndose daño en el proceso y haciendo que gotas carmesí comenzaran a correr por las palmas de su mano — Eres un mentiroso — reclamo con su voz quebrandose tanto como su corazón, las lágrimas comenzaron a fluir por sus mejillas sin más. Como si la presa de dolor, odio y tristeza, hubiese colapsado por fin. Soltó el hombro del rubio con la mirada fija en el suelo, bañando este con sus lágrimas y la sangre de sus puños que aún no liberaba de su tormento.

— Es mi culpa, lo lamento Tes — dijo con voz apenas audible Percy estaba tan rota como la de su hermano, tan destruida y tan inconsolable. Solo miraba a su hermano mientras trataba de encontrar su mirada una vez más, tratando de ver esos orbes tan verdemar como los suyos.

— ¡¿Qué está pasando aquí?! — una voz alterada y cansada, pero bastante conocida atrajo la atención de los tres.

— Apolo — susurro Jason mirando al recién llegado, como saliendo del trance en el que había vivido mirando a los hermanos que solo podían llorar, aunque él mismo lo estaba haciendo tal vez sin darse cuenta.

Habitación 502Donde viven las historias. Descúbrelo ahora