suga

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Suga era un muchacho atento, amable, servicial, honesto, y aunque no lo creyeran, uno muy, muy chismoso.

No solo escuchaba a sus amigos e intentaba aconsejarlos de la mejor manera porque era así de bueno por naturaleza, en realidad, lo hacía también porque le encantaba saber los secretos de los demás. No es que anduviese por ahí contándolos o difamando a las personas, sus intenciones jamás serían malvadas, pero el saber más que los demás lo hacían sentir, como decirlo... poderoso. Por eso mismo, tenía su ojo bien puesto en Kageyama.

"Accidentalmente" (resaltemos las comillas) había escuchado la conversación entre Tobio y Tsukishima hacía algunos días; no es que él se hubiese escabullido de el gimnasio siguiéndolos a hurtadillas o algo por el estilo, no, simplemente había dado la casualidad que Suga salió detrás de ellos y los oyó a medias, o en realidad, solo escuchó a Kageyama; Tsukki había sido de ayuda como lo había sido Asashi los tres años que llevaban juntos. Exactamente, de nada. Ambos eran unos inútiles.

El albino habría querido intervenir, no sólo para darle un golpe a Tsukishima en su cabezota hueca, sino porque se le habían ocurrido cientos de cosas para decirle a Kageyama. Pero no lo hizo, porque sentía que no era el momento indicado y además (y más importante), no quería ser descubierto siendo un fisgón.

Se esperó hasta que pasaron cuatro días, acechando a Tobio desde las sombras, observando sus movimientos, sus intensiones, su comportamiento; en general su comportamiento cerca de Hinata en cuestión.

Solo así, Suga descubrió algunas cosas.

La primera, que él posible, y muy probablemente, había entendido todo mal. Al inicio, creía que los sentimientos de Kageyama se debían a su falta de entrenamiento social real. El chico había sido un lobo solitario toda su vida, demasiado enfrascado en si mismo y en el voleibol que jamás se había dado la oportunidad de conocer a las personas a su alrededor, y tener un amigo como Hinata así de la nada pudo haber hecho que sus circuitos internos explotaran y colapsaran.

La segunda cosa, que Hinata se sentía de la misma forma (¿podría ser que de hecho Suga accidentalmente también escuchó lo que Shouyo y Yama compartieron).

Y la tercer y última cosa, que Kageyama era un terrible desastre cuando del pelinaranja se trataba. En otras palabras, Kageyama estaba flechado por Hinata.

De solo pensarlo, Suga no podía evitar sonreír como un desquiciado. Inclusive sus tripas se revolvían de la emoción. El romance juvenil no era nada tonto, era serio y empalagoso. Y cuando se trataba de dos estupidos como Kageyama y Hinata, sabía que iba a ser difícil. De admitir y de dar los pasos grandes.

Suga, naturalmente, quería ayudar. No se le ocurría nada útil, ni siquiera sacado de revistas o mangas que había leído desde la tienda sin comprar ninguna (el encargado lo odiaba por eso último), pero no es como si él fuese a rendirse.

Al final, llegó a la conclusión de que tendría que intervenir directamente. Y más le valía que fuera rápido porque sino la oportunidad se le iba ir de las manos. Como si fuera a dejar que eso sucediera, claro.

"Oye, ¿a donde vas?" Preguntó Daichi, tan imprudente como siempre, cuando Suga intentó salir del gimnasio.

"Me olvidé algo en el casillero" Respondió, calmado y dando su mejor intento en ocultar su ansiedad.

"¿En que tienes la cabeza estos días?" Suga rodó los ojos cuando Asashi habló. No es que estuviera molesto, solo le gustaba jugar con el mayor.

"Es un secreto".

Daichi y Asashi intercambiaron miradas, pero lo dejaron ser. Siempre lo dejaban ser. Así era Suga.

boy friend (kagehina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora