Castigo Perpetuo

Capítulo 4

No se le ocurrió otra cosa que hurgar en aquel armario cochambroso que le traía mala espina.
No había mucho que buscar en su interior, así que se dispuso a examinar los bolsillos de cada chaqueta.
"Vaya... en este no hay nada", pensó cuando rebuscó en los bolsillos de uno de ellos.
No obstante, encontró un objeto bastante perturbador en una de las chaquetas.
"¿Q-Qué es...? Un... ¿un cuchillo?".
Sostenía en sus tímidas manos el utensilio puntiagudo, y se dispuso a dejarlo encima de la mesa.

— ¡Hey! — dijo, elevando la voz para que aquel sin nombre le pudiera escuchar — he encontrado un cuchillo, ¿necesito algo más?
— No, no hace falta nada más — comentó de manera sonriente.
Ahora, si no es molestia, voy a concederte estás dos opciones.
Elige la que quieras.
—Está bien.
— Pero — interrumpió al joven —, si en la primera opción fallas, harás obligatoriamente la otra.
—E-Está bien...

Xavier estaba muy preocupado, ya que no sabe exactamente qué ocurrirá a continuación.

— La primera opción es una pregunta, y te daré 3 posibles respuestas.
— Vale.
— La segunda opción, por la cual optará tu persona si no respondes debidamente a la anterior... es que, con ese cuchillo, abras al miserable gato por la mitad, mientras ves como sus pobres y nefastas lágrimas brotan junto a la sangre de un ser indefenso.
— ¡¿Q-QUÉ?! — gritó con la tensión por las nubes, como si todo el planeta tierra se acabara por hacer las cosas de la peor forma.
¡NO PUEDE HACER ESO!
LE DENUNCIARÉ, Y ACABARÁ EN...! Oh...
— La cárcel, ¿no, chico? — dijo riendo.
Pobre gatito... ¿Sabías una cosa?
Su raza confía de sobremanera en todos, y mucho más en el ser humano... ¡Qué pena por él saber que luego le darán una puñalada trapera...!
¡Anda, y además literalmente!
— Eres un ser despreciable — reprochó entre lágrimas.

El locutor comenzó a reír como un maniático despreciable.