Ya pasadas unas cuántas cuadras caminando, pude ver el gran y lujoso edificio donde se encontraba aquella figura famosa.
Tras haberme tomado la molestia de hablar con Tsumori-senpai y arreglar las cosas, este lugar fue el más lógico y predecible que pude concilidar en mi mente. Lugar donde seguro estaría Hiro-san.
"- ¿En qué estás pensando? - Dijo el rubio, dejando su vaso encima de la mesita que nos separaba, mientras entrecerraba los ojos con confusión.
- Usami-san... - Asentí sin dirigirle la mirada. - Ahí debe estar. - Dije con algo de ansiedad.
- ¿Eh? - Se acomodó en su lugar. - ¿Con Usami? ¿Qué haría él ahí?
- Son amigos desde hace muchos años. - Me levanté. - Desde niños, para ser exacto. - Dispuse a caminar hasta el perchero, dispuesto a colocarme mi abrigo y mis zapatos para salir.
- Vaya... Quién lo diría. - Dijo incrédulo. - Bueno, ¡suerte! - Cruzó una pierna encima de la otra. - Me dices cómo te va. - Rodeé los ojos y negué con la cabeza, esbozando una sonrisa.
- Nunca cambies, Senpai. - Me guiñó el ojo, seguido de una pequeña risa de parte de ambos."
Mi mente no podía despegarse del pensamiento de Hiro-san. ¿Qué estaría haciendo? De seguro solo hablan, ¿pero, sobre qué?
No quiero que algo tan perfecto como lo que hemos creado juntos todos estos años, se vuelva un triste y fugaz recuerdo ya olvidado gracias a una ridícula estupidez como esta.
- No me lo perdonaría. -
Narra Hiroki.
Luego de unos segundos siendo analizado de pies a cabeza por la temerosa mirada de aquel chico, además de la cegante luz que me deslumbraba desde dentro, el menor en un sobresalto volteó sin dirigirme una sola palabra.
- ¿Quién es, Misaki? - Dijo el de cabellos plateados, mientras se asomaba por la puerta detrás del castaño.
- Pues... Es para ti, Usagi-san. - Con voz temblorosa, avisó al más alto, apartándose y dejándolo a la vista, mientras éste salía del área.
- ¿Hiroki? - Preguntó con un notable tono de confusión y extrañés.
- Claro, imbécil. - Gruñí. - ¿De qué te sorprende?
- No querrás que conteste. - Se cruzó de brazos, apoyándose en el marco de la fina puerta. - ¿Qué haces por aquí? ¿Pasó algo? - Preguntó con leve preocupación. Sabía que algo había sucedido, lamentablemente me conocía muy bien.
- Puedo... - Hice una pausa para aclarar mi garganta. - ¿Puedo pasar?
- Claro. - Se apartó de la puerta, dándome permiso con su mano de acceder a su "humilde" morada.
- Gracias... - Dije con desánimo, cruzándome de brazos mientras me desprendía del penetrante frío de las afueras y me adentraba a la avasallante calidez del hogar del de ojos amatista.
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- Entonces, ¿me dirás qué te pasó?
Mi mirada estaba cabizbaja, mirando mi inútil reflejo en aquel chocolate caliente entre mis manos, rememorando aquello que desgarraba cada centímetro de mi ser. Recordando lo imbécil y estúpido que fui al haber confiado ciegamente en una persona a la que... Aún sigue amando esta desgarrada y desgastada existencia.
- Nowaki... - Dije en un susurro lo suficientemente fuerte como para que el más alto logrará escucharlo, sonando más como un cansado gemido, antes de romper a llorar. - Tsumori... - Ahora había presionado con fuerza aquella taza que en mis manos reposaba, sintiendo el calor de su contenido hasta mis poros, llenándome de ira.
- Ya veo... - Cruzó sus dedos y posó una de sus piernas una encima de la otra. - Hiroki, ¿puedo comentarte algo? - Alcé la mirada, asintiendo con algo de desinterés. - A veces, lo que llamamos "destino" nos da una jugaba muy ruda. Nos preguntamos: "¿Por qué?", cegándonos de todo y todos, permitiendo crear una coraza de hielo que impida explicación alguna de un contrario. Pero nunca nos planteamos en el sentir de ése contrario. - Fruncí el ceño confundido.
- No me vengas con tus cursilerías de manga gay. - Desvié la mirada, recibiendo una pequeña risa de su parte. - ¿De qué te ríes, idiota?
- Sé que suena ridículo y cursi. Pero es cierto. - Se acomodó, posando sus codos en sus rodillas y acercando su rostro serio un poco más hacia mí. - Así que, te pregunto, ¿has dejado siquiera que ese chico te dijera una sola palabra al respecto?
Bajé de nuevo la mirada, negando con la cabeza.
Mis ojos se cristalizaban de nuevo, quería evitarlo, no podía dejar que Akihiko me viera así, pero ya no importaba. Las lágrimas actuaban por sí solas, saliendo tal estampida de mis ojos. Fruncí el ceño presioné mi mandíbula.
- No puedo...
- Si no es Nowaki. -
- No puedo soportarlo ya... - Mis lágrimas se desprendían de mi piel, llegando a caer en el líquido que se volvería amargo gracias a estas. - ¡Lo odio tanto! - Grité.
- Odio tanto amarlo de esta manera tan... Ridícula. -
Narra Nowaki.
Nunca pensé estar frente a esta puerta, mucho menos en una situación como en la que me situaba. Pero debía hacerlo si quería arreglar las cosas.
Estaba nublado, ansioso, preocupado. Mi pulso temblaba con solo pensar qué podía esperarme tras esa puerta.
Cerré mis puños con fuerza, y fingiendo firmeza hacia mi mismo, alcé una de mis manos, dispuesto a tocar la fina madera.
Antes de ser interrumpido por el movimiento de esta siendo abierta, dejándome absorto e inmóvil, mirando hacia la cegante luz de su interior..
- Bueno, gracias por venir, Hiroki. - La voz de Usami-san. - Ya sabes.
Ya abierta, pude ver a Hiro-san cabizbajo a un lado del de cabellera plateada, quien me miró sorprendido frente a él.
- Nowaki. - Me nombró, acto que me sacó del trance tanto a mi, como a Hiro-san, siendo que este alzó su mirada, mostrando aquellos bellos orbes color café algo irritados por las secas lágrimas que aún se asomaban en su piel.
Sentí una gran calidez dentro, y sonreí como un tonto al verlo.
- Hiro-san... Estás bien.
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Me declaro Egoísta por quererte solo para mi. [Junjou Egoist - FanFic]
FanfictionSerie de historias cortas con respecto a esta bella pareja. Por lo general, no pasarán los 6 o 5 capítulos, cada historia.