Sexto Capítulo
Llevamos varios minutos sentados en silencio sin mirar otra cosa que no sean nuestras manos; no puedo mirarla a la cara, no sin que un dolor me atraviese todo mi pecho. Keilers está en frente mía, con sus pecas de siempre y su coleta de caballo de siempre pero, aún así, no es la de siempre. Todo a simple vista parece estar en su lugar, como si fuéramos los mismos chiquillos de hace cuatro años sin más preocupaciones que la misa del domingo, pero si te fijabas bien, con un ojo crítico, podías ver cuán equivocado estabas si pensabas que éramos los mismos.
Keilers no es la chica juguetona con la que me besé siendo niños ni la creadora de mi adoración enfermiza por Cora. Ahora Keilers, la chica de las sonrisas, no ríe; ahora tiene grandes ojeras en donde antes habían arrugas de sonreír y una mirada nerviosa en lugar de aquella que te ponía los pelos de punta. Keilers se había ido y sentí que era mi culpa, por no haberla buscado, por haber huido de la verdad. Y aunque mi madre y la gente del pueblo se negara a aceptarlo, yo tampoco era el mismo. No iba a misa los domingos, no sentía pasión por la religión ni bendecía la mesa, no era aquel cristiano ejemplas; yo era un ser depravado, movido por sus intereses. Era la serpiente del Génesis y Cora mi Eva. Mi dulce tentación. Mi serafín.
- Cuanto tiempo, Zayn — Susurra.
Después de tanto me atrevo a mirarla sin apartar la mirada a los pocos segundos e intento sonreír, decirle que la he echado de menos, pero no puedo. Soy incapaz de sonreír y hacer como si no pasara nada, como si fuéramos amigos que se encuentran después de un largo viaje a través del mundo. Keilers no ha estado de viaje, ha estado expulsada del pueblo durante cinco años tras haber sido violada. Sus amigos y familiares le han dado la espalda y la han llamado zorra mentirosa, ¡incluso yo le di la espalda!
Ella tan solo había sido la joven valiente que se atrevió a hablar, a hablar en busca del cambio, porque no soportaba saber que más niñas pasarían por lo que ella y yo le di la espalda, como todo el pueblo. No merecía nada más que un insulto por su parte, no merecía ni que me mirara. Quería decirle muchas cosas, centenares de ellas, pero de mi solo salen cuatro palabras.
- Lo siento muchísimo Keylers. — Ella contra todo pronóstico me sonríe. Una sonrisa real, de las de siempre.
- No fue tu culpa, estabas demasiado manipulado. Todos lo están. He aprendido a perdonar, Zayn.
- Podría haber hecho algo, cualquier cosa, maldita sea Keilers... ¡Yo me di cuenta cuando te fuiste! ¡Vi como todo estaba mal con este pueblo y en lugar de buscarte decidí huir de aquí! — Grito mientras la miro, está mordiendo su labio, nerviosa, probablemente por mi subida de tono. Al instante me veo obligado a relajarme, ella no merece esto.— ¿Por qué sigues siendo así?
- ¿Así? ¿Cómo? — Suspiro frustrado y niego con la cabeza. Chiquilla inocente.
- Tan humilde. Tan bondadosa. Inocente.
- Zayn, no es cuestión de ser todo lo que has dicho, aquí solo hay un culpable y es el padre William y su manada de lame culos. He venido a culparlos a ellos, no a ti. Y me ha costado llegar a esto — Explica, refiriéndose a su idea de quiénes eran y quienes no los culpables— pero he recibido ayuda, y ahora vengo a terminar lo que empecé. Es lo justo, es lo que necesito.
Entonces, vuelvo a mirarla y me sorprendo, porque ya no veo a la Keilers inocente, ni a la Keilers rota, ahora veo a una poderosa y decidida. Esta nueva imagen de ella me hace sonreír porque sé que no la he perdido del todo. Sé que sigue siendo la joven con agallas que después de mucho dolor decidió decirle a su madre el día antes de la ceremonia de florecimiento que no era virgen, que alguien se había encargado de quitarle el regalo más preciado según nuestra iglesia, la virginidad. Y siento como una carga pesada abandona mi cuerpo, porque al fin y al cabo ella ha conseguido liberarme de la culpa que sentí estos últimos cinco años.
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lamb of God » z.m
Romance- ¿Por qué algo tan malo se siente como el cielo, Señor? - No me llames Señor, llámame papi.