☁ DOS

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Doyoung estaba más que molesto.

No sólo había tenido que soportar la horrible actitud de la secretaria, sino que tuvo que esperar más de cuarenta minutos a que la incompetente mujer buscara su horario e incluso la había escuchado hablar de su cabello ¡A quién demonios le importaba!. Después de haber soportado a la mujer traer su horario tuvo que prácticamente correr por los gigantescos pasillos vacíos en busca de su jodido salón, en el horario había visto que su clase había empezado hace unos minutos y Doyoung no era de llegar tarde, mucho menos a su primera clase.

Pero nada lo preparó al entrar a ese salón — Que eventualmente había encontrado en el segundo piso — al ver a quien parecía ser el profesor. Doyoung estaba tan cansado que por un momento creyó que el hombre tan atractivo había salido salido de su delirante imaginación, pero incluso después de haber recuperado el aliento, este supuesto dios seguía ahí, mirándolo con su mirada profunda y pesada, con ese cabello perfectamente peinado y ese maldito traje que le quedaba tan bien que hasta era ridículo.

— Lo lamentó mucho profesor, me perdí. — Se excusó nerviosamente, sintiendo sus mejillas arder, es que ¡Joder! la forma en que estaba mirándolo le hacía temblar como gelatina.

— Su nombre.— oh por dios.

La gravedad de la voz del profesor lo había descolocado, jamás en su corta vida había escuchado una voz tan atractiva al oído. Doyoung temblaba bajo la contante mirada fija del profesor, y aunque también era consciente de las miradas fijas de sus compañeros, estas no le importaban ni lo más mínimo.

—K-kim señor, Kim Doyoung. — tartamudeó, joder que estúpido, estaba casi por golpearse ahí mismo.

— Bien, señor Kim, a mi clase no se llega tarde, retírese.— ¿Qué?

Doyoung parpadeó incrédulo y se convenció de haber escuchado mal.

— ¿Q-qué? ¿Habla enserio? Es mi primer día, no podía hallar el...—

— Repito señor Kim: a mi clase no se entra tarde, retírese.— Doyoung presionó sus manos en un puño y frunció el ceño al ver la sonrisa serena en la cara del guapo profesor que parecía disfrutar de su sufrimiento.— No olvide pasar por aquí después de clases para firmar su incidencia.

Observó como el profesor que había ganado todo su odio con solo unas cuantas palabras, caminaba desinteresadamente tomando algunos papeles. Doyoung se sentía terriblemente avergonzado gente a las miradas de pena de parte de quienes iban a ser sus compañeros, y no faltaba mencionar que estaba muy, pero muy molesto.

— Bien. — masculló antes de irse dando un portazo.

Y sin más allí se encontraba, en la oficina de la directora sentado, tamborileando sus dedos con ansiedad en el escritorio, añadido a esto, se mordía el labio con frustración, esperando a que la directora encontrara quien era el profesor en los registros de las aulas después de haberle indicado que era la número tres. Pidiendo que la mujer le busque una solución a su molesto inconveniente con el profesor me creo lo mejor solo porque soy jodidamente caliente.

— Oh ¿John?, sí, no puedes llegar tarde a su clase. — Informó la directora asintiendo, Doyoung tensó la mandíbula con más molestia y trató de tragarse su: oh, no me diga, ¿qué otra cosa debería saber, señora obviedad?

he, him & his © JOHNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora