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Pov Irina

- Remátenlo -ordeno Isaac a los demás- No sé cuánto tiempo más podré aguantar. Ella se siente tan bien alrededor de mi polla.

- Está cerca. - Dijo Josef con sus manos enredadas en mi cabello- Relájate, cariño. Solo respira profundamente y tómame.

Ivan me folló la boca con estocadas profundas, su polla hinchándose contra mi lengua mientras los otros dos se volvían más grandes e insistentes en mi interior. El placer creció rápido y con fuerza, desgarrando mi compostura. Con cada empuje me enviaba más lejos en un abismo de necesidad tan profundo, que no estaba segura si saldría alguna vez de él. No lo deseaba. Mi cuerpo se montó en una ola de sensación que ellos apilaron sobre mí. Todo lo que tenía que hacer era dejarme llevar y sentir. Relaje la garganta. Ivan se adentró en mi boca y lo succione fuertemente, justo como le gustaba. Su cuerpo se puso rígido. Grito, sonando desesperado y agonizante. Luego el semen tibio me recubrió la lengua. Una esperada sorpresa salobre y picante. Entonces el instinto se hizo cargo y lo trague, limpiando con la lengua hasta la última gota. Durante ese tiempo, Josef e Isaac me saquearon despiadadamente, las manos callosas sujetándome con fuerza como si no quisieran dejarme ir jamás. Cuando Ivan se retiró de mi boca, me desplome contra Isaac, deleitándome en la sensación del corazón masculino latiendo acelerado bajo su pecho. Casi de inmediato él me abrazó hasta que lo mire a los ojos. Pero esto no duro mucho, aferrándose a mi cabello, Josef tiro de mi cuerpo hasta tener mi espalda pegada a su pecho y su polla aún más profundo dentro de mí, sus envestidas se volvieron erráticas justo cuando comenzó a lanzar maldiciones cerca de mi oído. Ivan pasó la mano por mi vientre, metiéndola a la fuerza entre nuestros cuerpos.

- ¿Esto es lo que necesitas, cariño? -Su dedo encontró mi clítoris- Móntalo. Córrete para nosotros.- Exigía su voz

- Ahora, Irina -ordenó Josef -Voy a correrme y quiero que tú también lo hagas.

-Yo también, no puedo aguantar más -se incorporó Isaac, manteniendo la cabeza erguida lo suficiente para soltar las abrazaderas que torturaban mis pezones.

La sangre volvió a circular por ellos en una oleada al rojo vivo de exquisito dolor, mientras Ivan hacía círculos en mi clítoris. La sobrecarga de placer, junto con la fricción, me catapultó a un orgasmo cegador como ningún otro que hubiera experimentado. Me quede sin aliento mientras el orgasmo se precipitaba cual tsunami por mi cuerpo. Empezó en mi núcleo, creció y luego se extendió como un reguero de pólvora por mi cuerpo hasta culminar en un gran estallido que me engulló, arrancando un grito de puro éxtasis de mi garganta. Justo cuando llegue a mi clímax, Isaac y Josef cedieron a la necesidad. La polla de Isaac latió dentro de mí hasta que se corrió con fuertes ráfagas, recubriendo mi interior con su esencia, sus manos aferrándome como si nunca me fuera a dejar ir. Josef tomo mi cara y la giro hasta que sus ojos verdes se fusionaron con los míos como si su mundo empezara y terminara en mí.

Caímos juntos en un montón de carne caliente y satisfecha. Mi cabeza descansaba sobre el pecho de Isaac. Podía oír el latido fuerte de su corazón mientras él respiraba sin aliento debajo. El cuerpo de Josef me apretujaba contra el de Isaac, el peso y el calor eran bienvenidos. Josef finalmente se paró y quitándome de sobre su hermano se tendió junto a mí, su rostro en la línea del mío. Se veían satisfechos y felices. Y justo tras ese último vistazo el peso de mis parpados me hizo ir con Morfeo.

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Siento un inmenso calor invadirme justo cuando comienzo a despertarme, todos los músculos de mi cuerpo se sienten engarrotados y sobre utilizados, pero sería incapaz de quejarme por ello tras una noche como la de ayer. Al abrir los ojos, me doy cuenta de que los trillizos están dormidos formando un nudo entre nuestros cuerpos, brazos y piernas rodeándome de forma protectora. Hago el intento por levantarme un par de veces pero me doy cuenta de que no piensan soltarme por voluntad propia. Al mirar el reloj en la pared veo que marca las once de la mañana, por dios, hemos dormido más de la cuenta.

La emperatriz de la mafia roja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora