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Irina Pov

La noche con Damon fue excitante, pero aun así, no supera mis largas noches en vela junto con los trillizos. Me encanto el sexo con el pero es algo que nunca voy a decir, ya que nadie debe tener armas en mi contra. Por otra parte, me siento algo mal al haber estado con él mientras tengo a Josef desesperado en Moscú. Hace un rato tome la decisión de regresar mañana a la mansión ya que creo que los teléfonos están intervenidos y hay un traidor entre nosotros. Hace unos días Iván me llamo con una noticia que me dejo pensando.

- Hola-contesto

-Princesa, tengo algo que informarte-me dice Iván con voz de urgencia.

- ¿Que paso Iván?-pregunto preocupada ya que el que siempre llama para darme las informaciones es Josef.

- Hace un rato encontramos un micrófono en la lámpara de tu oficina, ¿tú lo dejaste?-me pregunta curioso

- No Iván, por qué haría eso-cuestiono- Tengo plena confianza en ustedes, no necesito vigilarlos y creeme no tenía cabeza para ello cuando me fui. Sabes si hay más.

- Si, revisamos todas las habitaciones de la mansión y había seis más, uno en nuestras habitaciones, la tuya, la de Nikita y otro en la sala de estar por lo que debe haber un traidor entre nosotros-afirma algo iracundo.

Estoy bastante molesta para cuando termina de decirme, no recuerdo hablar fuera de la oficina alguno de los planes de acción pero para nada me gusta que violen mi privacidad.

- Quiero que no hablen nada fuera del código que les enseñe y ya saben el protocolo, el resto lo arreglo cuando regrese -ordeno y luego cuelgo enojada, por culpa de esta mierda es que los negocios no han estado yendo bien.

Perdimos dos cargamentos el mes pasado, los tailandeses le dieron información a los coreanos y Milenka había fallado una misión para filtrar información porque ya estaban sobre aviso. A saber cuántas filtraciones más tuvimos. Pensé volver pero sería peligroso regresar el mismo día ya que esa sería la reacción esperada y ni iba a arriesgarme a una emboscada, estaba corta de equipo para ello.

8 am

Anoche al fin tome la decisión por lo que en la mañana me levanto y arreglo mis maletas para volver cuanto antes, tengo que resolver este problema antes de que pase a mayores, si algo existe que no soporto es perder autoridad y al parecer mis meses fuera han conseguido esto, piensan que estoy débil y pueden atacar pero van a llevarse una gran sorpresa. Pongo el arma que me regalo mi padre cuando cumplí los dieciocho en la cinturilla de mis jeans, una UPS en una funda que tapa mi chaqueta y cuatro cuchillos del mismo juego, con mangos de marfil tallados, en mis botas. Al llegar al salón mis hombres están reunidos desayunando.

- Los quiero listos en 20 minutos, regresamos a Moscú- Ordeno sin siquiera saludar.

- Si zarina-contesta Daemon por todos sorprendido por la repentina decisión.

Cuando llego a la cima de la escalera alguien me gira hasta ponerme contra la pared, sus labios saquean los míos con deseo y rudeza. Mi reacción es instintiva, cuando un fuerte bofetón le cruza la cara, le advertí que no me besara pero aun así lo hizo. Como si le importara poco el golpe se queda a centímetros de mi cara nuevamente.

- ¿Por qué nos vamos hoy?, no era dentro de unos días o es que temes caer de nuevo en la tentación- pregunta Damon socarrón.

- Porque me viene en gana regresar, a ti no te incumben mis decisiones, solo debes acatarlas, por otra parte, no pienso acostarme de nuevo contigo, simplemente tenía ganas y tú me ayudaste a saciarlas, por lo tanto, olvida que paso- lo amonesto-Por otra parte no es como si significaras algo para mí, no vales lo suficiente como para que tome decisiones en base a ti- me burlo de su ego.

Me doy la vuelta para alcanzar mi habitación cuando vuelve a hablar.

- ¿No hay un beso de despedida para mí?- es como si no tuviera dignidad.

- Te voy a dar un consejo, Daemon, si alguno de los trillizos llegará a oír siquiera una insinuación de tu parte con respecto a lo que paso ayer. Ni siquiera tus habilidades van a salvarte de terminar con un plomazo en la frente - amenazo

Su cara cambia a una máscara de profesionalismo, y veo en sus ojos un poco de decepción.

- Quiero que por tu bien recuerdes que las mujeres tenemos un ángel en la sonrisa y mil demonios en la cabeza. Yo juego con quienes quiero y por tanto no he de darte explicaciones. Para mí nadie es lo suficientemente importante y por lo tanto, no lograrás ponerme celosa aunque lo intentes- le digo para librarme de él, aunque mis palabras no son menos ciertas por eso.

30 minutos después

El auto estaba listo y todos esperaban en el resto de los vehículos por lo que tome la maleta en que guardaba el juego de armas que me regalo mi padre, la deje en el maletero y luego tome posición dentro del coche con cristales blindados.

Luego de un rato en la carretera mi teléfono vibra en el asiento a mi lado.

- Princesa, tengo el reporte para ti- me habla Josef del otro lado alegrándome la mañana.

- Estoy al altavoz- le digo para que hable en clave.

- El amigo que trajimos a revisar tu nuevo karaoke. Nos dijo que los micrófonos estaban ensamblados y conectados al equipo por un experto. Y que no necesitaba hacerle ningún arreglo pero que se escucharían desde fuera de casa- me informo haciendo mi sangre hervir.

- Esta bien, ya nos arreglamos cuando regrese, Jos-le digo y una nueva punzada de arrepentimiento me golpea antes de colgar.

Él que me traiciona no está en la mansión, lo que quiere decir que está entre los cinco que viajaron conmigo, estoy sumida en mis cavilaciones cuando escucho un tiroteo y la furgoneta frena bruscamente haciendo que choque con el asiento delantero.

- Irina, nos están atacando por el frente, ¿qué hacemos?- me pregunta Daemon como si la respuesta no fuera evidente.

- Contraataquen-les ordeno

Sacando una mini ametralladora que estaba debajo del asiento salgo a repartir plomazos a todo el que se cruzaba por mi camino con Daemon cubriéndome las espaldas.

- Mira a quien tenemos aquí, la putita Marcov. Mi jefe me dijo que antes de matarte te enviara saludos de su parte, la mafia italiana no está muy contenta de que hallas repartido el territorio chino sin su consentimiento- Me dice un hombre de unos 25 años que jamás en mi vida había visto.

El cabello negro grasoso y los rasgos demasiado afilados para ser atractivo demostraban claramente que era un matón más. Su acento era una mezcla de algo que apenas se entendía y lo mejor sería que no abriera la boca ya que me daba nauseas. Su arma apuntaba directo a mi pecho pero yo era más inteligente.

- Suelta el arma- me ordeno

Lo hice sin demora arrodillándome en una pose sumisa que me permitiera alcanzar los cuchillos en mis botas sin que se diera cuenta.
La distracción hizo que el aflojara el agarre sobre el arma.

- A lo mejor me divierta contigo antes de matarte, zorrita, de todas formas nuestros hombres están muertos- dijo con una sonrisa perversa que moría por borrarle del rostro.

Esa confirmación me dijo que solo quedábamos nosotros en el terreno, muy mal de su parte revelar información táctica, no necesitaba matar a nadie más podía ir directamente a por él. Sus manos me tomaron bruscamente por el brazo y en un movimiento certero tenía el cuchillo atravesando su yugular. Su sangre empapaba mi camisa y una sonrisa sádica se extendía por mi rostro.

- ¿Creías que lograrías matarme tan fácil? Todo el mundo sabe que si alguien se interpone en mi camino, lo mato y punto final, tu jefe debería haberte advertido que no sería sencillo- le dije pateando sus costillas con rabia antes de que la sangre terminara de abandonarle el cuerpo.

Una carcajada histérica hizo eco en el campo antes de que sacara el cuchillo de su cuello y lo limpiara con su ropa para devolverlo a su lugar, pase el bajo de mi camisa por mi cara para limpiar cualquier mancha de sangre pero no habría mucho que hacer por mi ropa, como si me importara un poco de sangre. Cada día estoy peor de la cabeza, necesito a mi contención cuanto antes. 

La emperatriz de la mafia roja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora