Escape de Chechenia... Yuri on Ice Yaoi

Quince...

(por alguna extraña razón el capítulo anterior me lo marcaba como borrador. Pero este, el quince es el que iba a publicar hoy 22 de agosto. YA SABEN QUE LA ACTUALIZO TODOS LOS JUEVES!! ♥) >> y este también apareció como borrador!!<

Yuri no lo podía creer. Ahí, en medio de una celda de esa cárcel en Chechenia estaba frente a él, vestido de guardia, Otabek. No tenía duda, no solo por su faz o su color de voz, sino por el nombre por el cual lo había llamado "Yura".

—O, ta, bek... —susurró el chico, mirando agacharse a su amigo, quien, haciéndole una seña de que guardara silencio, se lanzó a abrazarlo tan fuerte, que el ruso no podía casi respirar, con lo que de igual manera, el pequeño lo rodeo con sus frágiles brazos, para no dejarlo ir.

En el par de minutos que duraron abrazados, no necesitaron las palabras. Las lágrimas en la entremezcla de sentimientos corrían por el rostro de Yuri y Otabek no podía aguantar las suyas, mientras por unos segundos volvía a respirar.

—Escúchame Yuri, no podemos subir la voz porque pueden oírnos, pero, quiero que sepas que Viktor y yo vamos a sacarlos de aquí.

—¿Cómo llegaste aquí?

—Eso ahora no importa, solo que sepas que vas a ser libre de nuevo. Te pido por favor no reclamar nada y hacer todo lo que ellos te pidan.

—Pero...

—Yuri, es la única forma de sacarte de aquí vivo. El director iba a matarte por lo que pasó, pero pude persuadirlo.

—¿Tú? Espera... Otabek, tú fuiste quien me detuvo con la copa.

—Si...

—¿Por qué no me dejaste matarlo y?... —reclamó Yuri, pero de inmediato, el moreno le contestó.

—Porque tú no eres un asesino Yuri, y porque te habrían matado al momento los guardias.

—Eso... Es que, estaba tan molesto, de que ellos habían dicho una cosa y no la habían cumplido, y solo quería poder salvar a Viktor y a Yuuri —respondió Plisetsky, acurrucado en el pecho del kazajo.

—Te entiendo. Pero desde ahora deberás ser calmado y no causar problemas o harás que te maten. A ti y a Yuuri-san —contestó el moreno, acomodando con dulzura los cabellos rubios de la cara del hada, tras sus orejas.

—Otabek.

—¿Si?

—¿Solo veniste a decirme eso? O ¿vas a quedarte ya conmigo? —cuestionó el campeón, ilusionado.

—No, yo...

—¿Qué pasa?

—El director me pidió que viniera aquí para, darte una lección.

—Ese maldito... ¿Vas a tener que golpearme?

—No, no... —confirió Beka, angustiado.

—Adelante, lo entiendo. Estaré bien, solo no pienses que soy yo y...

—No es eso. No quieren que te golpee porque quieren que te veas bien para la nueva subasta que harán mañana.

—¿Qué? Pero... —respondió el ruso, asustado.

—No voy a dejar que ni hoy ni mañana ni nunca algo te pase. Pero, si entré aquí es para cumplir la orden de ese sujeto. Así que necesito que me ayudes con ello.

—¿Y qué tengo que hacer entonces?

—Yo, necesito...

—¿Qué? ¡Dilo ya!