II

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No tenía nombre. No sabía cuantos años tenía, ni de dónde venía. Decía que yo era la única persona que conocía. Durante varios días pensé que me estaba tomando el pelo, que era demasiado tímido, o no confiaba en mi lo suficiente como para decírmelo. No salía en ningún momento de mi cuarto, y solo interactuaba conmigo cuando le traía de comer y de beber. Pero nada cambió. Es decir, aquel niño no era nadie. Después de estar una semana conviviendo con él decidí intervenir.

-Creo que lo mejor sería darte un nombre, ¿no? Para poder comunicarnos mejor.-intenté venderle mi mejor sonrisa mientras me inclinaba para estar a su misma altura. En solo una semana perecía haber crecido varios centímetros, aparentando tener unos 5 años. Lo único que no había envejecido era su expresión pura e infantil. Sin contestarme ni mirarme paso de largo y se dirigió a mi estantería. Esta estaba llena de libros de todo tipo, pero una sección en concreto parecía haberle llamado la atención. Con los dedos fue acariciando los lomos de los libros hasta pararse en uno en concreto. Unas elegantes líneas doradas adornaban el cuero de su superficie, enmarcando el título del Libro: "Principales personajes de la Mitología Clásica." Después de años de no haber sido utilizado estaba lleno de polvo. Lo sacudió con su pequeña mano y abrió el libro en una página al azar. Dudaba que pudiese leer, pero aún así parecía fascinado por lo que veía. Me acerqué detrás de él con curiosidad. Aquel libro me evocó recuerdos de mi infancia, cuando lo único que hacía era devorar libros sobre ese tema. Aquel en concreto había sido uno de mis más preciados tesoros, hasta que en la adolescencia acabé por dejarlo olvidado en el estante. Con cuidado de no sobresaltarle, señalé con un dedo la ilustración que aparecía en la página.-Este es Paris. Era hijo de Príamo y Hécuba, reyes de una ciudad llamada Troya. Durante el embarazo, su madre tuvo un sueño en el que aparecía Paris incendiando la ciudad. Por ello, decidieron abandonarlo para así evitar la destrucción de Troya. Sin embargo, él sobrevivió, y aunque fue criado como un pastor, vivió numerosas aventuras a lo largo de su vida, llegando a recuperar su posición como príncipe en la corte y a codearse hasta con los mismísimos dioses. A pesar de haber vivido una gloriosa vida, igual que como a Aquiles, Paris fue herido por una flecha que acabó con su vida.- De repente algo hizo que detuviese mi historia. Por primera vez vi como aquellos enormes ojos negros me miraban como si de verdad existiese. Podía notar su emoción al escucharme, lo inmerso que estaba en la historia, igual que cuando a mí me las contaban cuando era una niña.

-¿Entonces Paris era un héroe?.-Dijo con un hilo de voz muy fino, casi como si tuviese miedo a preguntar. Sonreí y volví a señalar la ilustración del libro.

-No estoy segura de si puede llamarse a Paris "héroe". A mis ojos nunca lo ha sido, ya que no todo lo que hizo fue bueno. Yo creo que simplemente fue un hombre que cumplió con su destino .- Me quedé por unos instantes observando la figura de Paris mientras reflexionaba.- ¿Sabes que otro nombre le daban a Paris?.- Él negó con la cabeza, fascinado por mis palabras.-Alejandro, el "Protector de los hombres".-Sus pupilas se iluminaron y su expresión cambió por completo. Parecía que había perdido algo de aquel miedo e inseguridad que siempre le acompañaban.-¿Qué te parece el nombre de Alex? ¿Te gusta?

-Sí, mucho la verdad.- Cerró el libro y acaricio la portada con cariño. Después de unos segundos me dio la espalda para devolverlo a su sitio original. Se volvió a girar y me regaló una gran sonrisa enmarcada por unos profundos hoyuelos.-Gracias Helena.

-De nada Alex.

Desde aquel día Alex y yo comenzamos a conocernos el uno al otro de verdad. El no tenía demasiado que contar, ni yo tampoco, pero poco a poco fuimos acostumbrándonos a estar juntos. Alex se quedaba casi siempre en mi habitación, haciendo cosas que un niño pequeño haría: comer, jugar y dormir. Lo que si me llamaba la atención era su forma de ser. Tenía una personalidad muy extraña. Era introvertido, pero podía notar que de alguna manera buscaba mi cariño. Siempre me seguía allá a donde fuese por toda la casa. Después de un tiempo comenzó a tomar confianza y aprovechaba para agarrase siempre de mi camiseta o manga como protegiéndose de lo que le rodeaba. A la hora de dormir, él al principio lo hacía sobre una cama de cojines que le preparaba  en el suelo. Sin embargo, cada noche sentía como su pequeño cuerpo se acercaba más y más a mi cama, hasta que un día acabó en ella. No me sentía demasiado cómoda en aquella situación, pero decidí ceder ante lo vulnerable que parecía. Lo rodeé con mis brazos y al instante noté como se relajaba por completo. Desde ese día Alex no volvió a buscar otro sitio que no fuese mi cama. Por alguna razón que desconocía, aquello hizo que tanto él como yo durmiésemos mucho mejor que antes.

Así dejé de vivir sola y empecé a disfrutar después de mucho tiempo de una compañía en la casa. Pero había algo que me perturbaba. Aparte de seguir desconociendo el por qué de su aparición, de donde venía , o quién era, no podía evitar comerme la cabeza diariamente con algo que venía de tiempo atrás. En el momento me había parecido como algo sin importancia. Fue solo después de varios días que aquella incógnita asaltó mis pensamiento.

"-Gracias Helena"

¿Cómo podía saber mi nombre?






*Imagen: "Los amores de Paris y Helena."-Jacques-Louis David (1788)

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