Aquella huída fue mucho más sangrienta de lo que había imaginado.
Perdí a Cielo y a Sol, mis dos queridos Hermanos de Luna. Ni siquiera los lanzaderos se percataron de cómo sus cuerpos cobraban forma humana de nuevo, y los que sí se daban cuenta, se sorprendían y vomitaban después. Pero no cesaban de cazarnos. No dejaban de perseguir a los que aún resistíamos.
A veces tenían suerte, y cuando morían no se transformaban. Podían aprobechar la piel y la carne; podían exhibir nuestros colmillos en sus cuellos a modo de colgantes, para demostrar su valentía y su fuerza; podían colgar las cabezas en las paredes como trofeo...aunque aquellas veces consistían una minoría.
Miré a mi alrededor, y sólo encontré a cinco de mi manada que aún seguían en pie. Cuando salimos a cazar éramos nueve. Stone y River también habían caído. Apresuré la velocidad de mis patas traseras y esquivé una de las flechas que pasó casi rozando mi hocico. Mi intención era internarme en el bosque, donde estaba el resto de mi manada, pero los lanzaderos nos conducían hacía los acantilados; allí no tendríamos escapatoria alguna. Otra flecha fue directa hacia mí, y esta vez sí acertó, me dio de lleno en lomo. Gimoteé de dolor y caí.
"¡Vamos, Soul!" me dijo una voz en mi cabeza "Puedes seguir corriendo, puedes levantarte" dirigí los ojos directamente hacia una de mis hermanas, Raven, que me miraba con sus grandes ojos almendrados.
"No puedo..."repliqué en un susurro. La fecha había cumplido con su objetivo, se había clavado por completo en mi espalda, produciéndome un dolor atroz. Un río de sangre lo acompañó.