La carretera del diablo

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—Pisa el acelerador. ¡Vamos! —Pauline estaba nerviosa y gritaba en un intento porque Marcus la oyera. Pero no la oía, estaba demasiado ocupado manteniendo fija la mirada en la carretera y, de vez en cuando, en el otro coche que competía. La noche era perfecta: la luz de la luna iluminaba el sendero a seguir y la carretera estaba tan desierta que ni siquiera los maderos pasaban por allí. Al no pasar coches por aquella carretera sabían que no encontrarían nada ilegal.

Marcus pisó más el acelerador al cambiar de marcha hasta cuarta. No podía permitirse perder ante su contrincante. No esta vez. Había mucho en juego: su reputación, su coche, su novia. No quería perderla, no a ella. Haría cualquier cosa para ganar aquella carrera, aunque fuera una victoria imposible. La foto de Pauline, sin embargo, le dio fuerza y coraje para enfrentarse a todos los obstáculos que pudiese encontrar en su camino.

Pisó más el acelerador.

Las imágenes de su novia aparecían en su mente en un manantial de recuerdos, buenos recuerdos, que le mantenían con la mirada fija en la carretera y con la mano bien sujeta a la palanca de cambio de marchas. Si no ganaba... Si no ganaba prefería morir antes que ver a su preciosa Pauline en brazos de otro hombre; otro hombre al que ni siquiera amaba.

Le alcanzó. Solo unos centímetros le separaban de la futura victoria, unos centímetros que esperaba, muy pronto, adelantar. Necesitaba adelantarle a toda costa. Era ahora o nunca. Pero la curva no la vio. No la vio y fue el peor error que pudo cometer, aunque no lo hiciera de manera consciente. Y su coche se descontroló con la velocidad y se precipitó al barranco. Pauline gritó, pero no le salió la voz. Las lágrimas fluían por sus mejillas mientras sus piernas comenzaron una carrera hacia el coche de Marcus. No podía ser. Él debía estar bien. Pero no lo estaba. Justo cuando Pauline se aproximaba hacia el coche, éste explotó sin darle tiempo a Marcus de salir. Una parte de Pauline murió con él aquella noche...

Relatos nocturnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora