͜͡ ፝∞ Única parte

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—Bill.

Decía el chico de anteojos mientras el mencionado tenía la mirada perdida.

—¿Q-qué?

Reaccionó poco después, el contrario suspiró.

—Puedes contarme lo que sea, no... No tienes que fingir frente a mí.

Estaban en la habitación de Denbrough, sentados en la cama de éste. No habían hablado por un tiempo hasta que Richie no soportó aquel silencio.

—No es n-nada...

—Mírame.

Ah, ni había notado que estaba evitando los ojos contrarios.

Con lentitud elevó el rostro hasta encontrarse con el de cabello oscuro, tenía una postura demasiado seria.

Era inusual... Se sentía incorrecto.

Richie notó como los ojos verdes del castaño estaban algo apagados.

—Si no es nada, ¿por qué parece que estuviste llorando?

Bingo. Bill tembló levemente, se abrazó a sí mismo.

—Es algo es-estúpido.

—Henry Bowers es estúpido. A ver, ¿me puedes contar? ¿O te dejo solo para que lo pienses?

Solo.

Esa palabra le agobiaba de sobremanera al mayor.

—N-no.— Tomó un largo respiro para continuar. —, Se trata de m-mis p-padres.

El de rizos no pudo evitar alzar las cejas, no es que fuera sorpresa.

—¿Qué hicieron?

Bill se tomó las manos y se puso a divagar con sus dedos.

—Y-ya sabes. Hay v-veces que me s-siento ignorado, como si ellos n-no supieran que estoy a-aquí, c-como si fuera un fantasma. A-antes, esta casa era tan feliz, era a-acogedora, pero lo que le pasó a... G-Georgie fue d-demasiado para t-todos. El a-amor que tenían p-por mí ya no existe, no m-me siento amado por e-ellos, y es una m-mierda. ¿Me amaban de verdad? ¿O fue porque G-G-Georgie estaba aquí? No lo entiendo...

Diablos, las lágrimas ya estaban cayendo, y él trataba de limpiárselas de forma brusca.

Tozier escuchaba atentamente.

—¿V-v-vas a d-decir a-algo?— Esto era vergonzoso, quería salir corriendo.

Sin embargo, sabía que Richie no lo iba a dejar.

—Si. Tus padres son unos idiotas.

Bill calló.

—Pero olvídate de ellos, puedes tener el cariño de los Perdedores.

—Eso lo s-sé, aún a-así es difícil estar aquí y p-parecer i-invisible... No soy importante...

—¡William Denbrough!

Dejó salir un ligero jadeo.

Notó como Richie tenía el ceño fruncido, estaba molesto. Más molesto de lo que lo había visto en todos esos años que venían conociéndose. 

—¿Me estás jodiendo?

El muchacho de franela estaba a punto de replicar y fue interrumpido.

—Demonios Bill, ¡tú eres importante para nosotros!

—Es q-que...

—¡No! Basta con esta mierda. Escúchame bien tartaja, tú eres el que nos unió a todos, nos diste a cada uno una razón para seguir unidos. Ya sea para ser fuertes, ser valientes, permanecer en las buenas y en las malas sin importar si este pueblo de porquería o el mundo entero nos lleva la contraria, fuiste tú el que vio algo único en nosotros. Y si tus estúpidos padres no ven lo asombroso que eres ese es su puto problema.

Bill no supo qué hacer o qué decir.

Siguió derramando lágrimas igual.

—Yo... Lo agradezco Rich, p-pero sigo pensando que... Ellos me v-ven como un estorb-bo.

Richie se le acercó un poco.

—Que se jodan, no saben lo que tienen.

Estaba a casi nada de gritarles sus verdades a la pareja Denbrough.

—No saben que tienen a un hijo grandioso.

Podría tomar la mano de Bill y fugarse con él.

—Richie...

Carajo, tenía que ser el Bocazas.

Lo último salió de su boca tan naturalmente como sus chistes sobre la mamá de Eddie.

Richie lo había cuidado y protegido en varias ocasiones.

Ya fuese esa vez en la que Bill se cortó un par de sus dedos con el álbum de fotos de Georgie, Richie lo vendó y se aseguró de que no sufriera, siendo malditamente delicado con su piel y apacigüando sus lloriqueos.

O cuando fueron a la casa de Neibolt y el hombre lobo casi los hace añicos. Bill estaba dispuesto a entregar su vida por Richie y éste no lo permitió, fue una carrera contra el tiempo y el espacio para sobrevivir.

El abrazo que se dieron cuando salieron de ese maquiavelico lugar les hizo darse cuenta del lazo tan fuerte que los envolvía, el llanto curaba sus asperezas, sus brazos se estrechaban con fuerza, sus cabellos estaban tan alborotados como los latidos de su corazón.

Lo había resguardado de Henry y sus matones, aunque Bill también solía arriesgarse.

Lo llegó a confortar en cuanto notaba que el ojiverde tenía poco ánimo, nunca quería ver ese rostro lleno de pena y miseria; siempre preferiría ver una sonrisa en el más alto, así fuera una pequeña y sincera.

—¿Te digo algo más? No podría pedir a alguien más cómo tú, así de increíble, así de amable, así de genial.— El castaño le tapó la boca con ambas manos, pero había parado de llorar.

Era tan difícil de creer. Alguien que lo admirara así, que confiara plenamente en él y que siempre estuviera dispuesto a escuchar sus dilemas.

—B-beep beep Richie.

—¿Crees que con eso me vas a callar?— Mencionó quitando las manos ajenas. —No se lo digas a Bev, pero... Tú eres el más intrépido y audaz de todos nosotros.

Bill sonrió un poquito. ¿Cómo el azabache podía aligerar el ambiente tan tenso que solía tener su casa con sus palabras? No lo sabía.

El de rizos sonrió también. De repente, abrazó al otro, sorprendiéndolo. Aunque le correspondió, le hacía falta algo así, sentir un calor familiar, un calor cómodo.

No pasó mucho para que se separaran, pero la cercanía no desaparecía entre ellos.

Richie miró de reojo a la puerta, por si a alguien se le ocurría aparecer justo en ese instante.

Cuando comprobó que no, que el silencio fuera de esa habitación permanecía, se decidió por aplicarle un pequeño beso al contrario en la frente.

"Si un puto payaso asesino no me separó de ti, nada lo hará."

—Entonces, deja de lamentarte y vayamos a hacer algo, ¿te parece gran Bill?— Éste asintió con lentitud, pasando por alto lo último que ocurrió. Total, era una inofensiva muestra de cariño que no se volvería a repetir, por más que quisiera.

Tozier era su mano derecha, el que podría quedarse segundos, minutos, horas a su lado sin volverse una molestia. Era el que había permanecido años a su lado, aún si tenían a todo Derry en su contra. Aquel que haría lo posible por verlo alegre, por desaparecer sus decepciones, por hacerlo olvidar lo jodida que estaba su situación familiar.

—¿Te sientes bien?— Se dio cuenta que estaba divagando de nuevo mentalmente, no se había movido. Richie pudo haberse ido, pero lo esperó como siempre lo hacía.

—S-si.— Eso bastó para el azabache.

"Ahora estoy bien."

-

Al fin pude publicar Bichie sisi.

Tengo más borradores de esta pareja, pero cuando me surgió la idea para esta historia no la pude dejar en el olvido.

Espero que les guste ;;.

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