Cap. 5

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Matt

Jamás pensé que fuera tan fácil volver a ser amigo de Emma. Sin duda ahora mi plan de conquistarla sería de lo más fácil. Una flor tras otra y todo listo. Esa cajita de chocolates, fue la primera que encontré en mi alacena. No podía creer que mamá aún la comprara para mí. Recién que nos peleamos, odiaba que mamá lo hiciera. Pero luego que la nostalgia me golpeó. Era la única forma de recordar a Emma de la forma en que lo hacía. Me di una buena ducha y al salir peiné mi jopo hacia arriba. Me puse una camisa negra de manga tres cuartos, con cuello en V y botones en este. Unos pantalones blancos y unas zapatillas supra negras. Me perfumé y me puse los lentes tipo Ray Ban con vidrio transparente que usaba de vez en cuando. Bajé a la cocina y mis padres se me quedaban viendo.

- ¿Les puedo ayudar en algo? -pregunté y ellos asintieron.

- ¿Por qué estás tan sonriente? -preguntó papá y yo sonreí aún más- ¿Ya se arregló todo con Emma?

- Sí, de hecho... hoy estuve en su habitación; como hacía mucho tiempo. Parece como si nunca me hubiera separado de ella -miré el suelo- no lo sé. Emma solo necesitaba de un empujonsito para volver a adorarme.

- No lo sé hijo... -dijo mamá-. Uno no deja de odiar o amar a alguien de un rato a otro.

- Es Emma, mamá... ella puede cambiar de un segundo a otro -aseguré- y por como la vi esta mañana. Puede ser realmente adorable. Tal como hace unos años.

- Nos alegra mucho entonces que esto se esté arreglando -dijo mi papá. 

Yo sonreí y esperé con ansias que se hicieran las siete, para así... comenzar la fase de enamoramiento.... Bueno, me miré al espejo y tenía todo arreglado y todo en su lugar. Acarice a Boris por última vez con tal de darme el valor necesario para poder enfrentar a Emma otra vez. Tomé mi encendedor, mi celular, las llaves del auto por si necesitábamos salir a algún lado. Salí al patio trasero. Crucé la piscina y llegué a mi parte de árbol. Subí cuidadosamente por la escalera, pues esta estaba realmente alejada del suelo. Fue lo único que sobrevivió a nuestra explosiva amistad. Nuestros padres la habían hecho para que cuando creciéramos, mis hermanas o si ella tuviera un hermano menor, pudieran seguir jugando aquí. Pero al pelearnos y destruir nuestra maravillosa amistad, la casita terminó abandonada y mis hermanas tenían prohibido entrar aquí. Al entrar noté que ella ya estaba allí, pues su olor me era realmente familiar. Cuando levanté la mirada, me encontré con una chica de largas piernas,realmente blancas y sin ninguna imperfección en ellas.Segui subiendo la mirada y un vestidito verde militar anunciaba su presencia. Llegué hasta su cuello y lucía un collar muy tentador con una "E" en ella. Miré su rostro y sus ojos estaban delineados de negro, el color azul profundo,dándole un toque avioletado, me hacía temblar. Sus labios estaban de un color un tanto rojizo.

-¿Emma? -pregunté sorprendido.

- Vamos Matt, acostúmbrate a que ya crecí -dijo con media sonrisa. 

"Por Dios, si ya lo noté" -pensé mirándola nuevamente de pies a cabeza- Tampoco exageres -dijo ella riendo y yo quité mi mirada de bobo.

- ¿Por qué estás tan... arreglada? -pregunté levantando una ceja.

- Iremos al antro que está en el centro, cerca del café principal... -dijo bajando de la casita brincando ágilmente. Me lancé detrás de ella y comenzó a caminar hacia la puertecilla que dividía el patio del jardín principal. Me parecía aún más increíble la forma en que actuaba. ¿Será que también se ha hecho coqueta? Le abrí la puerta del auto y ella entró mostrándome las piernas ligeramente. Admito que yo miré, me era inevitable, pero trataba de repetirme a mi mismo que esto solo era una apuesta.  "Solo es una apuesta, solo es una apuesta" Entré al auto y ella estaba con una gran sonrisa mirándome. Era raro enserio verla así. Correspondí su sonrisa e incluso sentí que mis mejillas ardían repentinamente. Mordí mis labios y puse la llave en el switch. En el camino se la pasó hablando de los cosméticos nuevos que vio. De la pijama de encaje que le gustaría utilizar, de su novio Dean, de el gato que quiere tener, de las uñas que tanto tardó en pintarse, de las horas que pasa frente al espejo por su cabello. Jamás pensé que sería tan molesto salir con ella. Lo admito, al principio me dio un poco de risa y un tanto de curiosidad, pero esto comenzaba a hartarme. Al llegar al club, ella esperó a que yo le abriera la puerta, luego tomó mi mano y me llevó a dentro,  aparentó tener mayoría de edad y nos dejaron entrar. Llegamos a una mesa, ella pidió una bebida bastante cara y yo solo tragué saliva a penas y traía dinero.

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⏰ Última actualización: Oct 20, 2014 ⏰

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