Los chicos no volvieron esa noche a casa, se quedaron en la maravillosa mansión de los Williams. Probablemente en esa casa independiente al lado de la piscina de la que tanto solían hablar Ben y Dylan.
Era mediodía cuando desperté, ya que Sissy no había parado de llorar en toda la noche, haciendo que fuera imposible dormir por más de diez minutos seguidos. Decidí esperar a la tarde para salir a la playa, puesto que no tardaríamos demasiado en comer, aunque me vestí con otro de mis bikinis y una larga camiseta de tirante que me quejaba justo por debajo del trasero.
-Buenos días, cielo-me dijo mi padre cuando bajé y me senté a su lado. Estaba viendo a mamá y a la tía cocinar.-¿Te apetece venir a la ciudad conmigo y con los chicos?
Le miré con el ceño fruncido.
-Vamos a ir a comprar algunos fuegos artificiales para mañana.
Cierto. El 4 de julio. Casi lo olvidaba. El día que nos juntábamos con los Williams y veíamos juntos los espectáculos de los fuegos artificiales que solían organizar el Sr. Williams y mi padre.
-Puedes quedarte a ayudarnos a cocinar-propuso mi madre, aunque esa idea incluso me gustaba menos que ir a comprar fuegos artificiales.
Miré a mi padre y nos sonreímos con complicidad. Sabía cuánto odiaba cocinar.
-Creo que iré con papá y los chicos.
Subí rápidamente a mi cuarto y cambié mi camiseta por un vestido azul celeste. Me puse unas sandalias y bajé corriendo hacia la puerta, donde mi padre ya estaba esperándome, junto con Ben y Dylan.
Nos miramos entre los tres y no necesitamos palabras para entender lo que estábamos pensando todos.
Corre.
Fui la primera en reaccionar y casi me tropiezo por culpa de las malditas sandalias, pero fui la primera en llegar a la puerta del copiloto, por lo que gané el derecho de ir delante.
-Maldita-escuché decir a Ben mientras entraba en la pequeña parte trasera.
El coche de papá era increíble, excepto por la parte trasera que era ridículamente estrecha. Por eso siempre intentábamos correr para ir delante.
-Sois unos niños-dijo papá riendo al entrar en el coche.
No pasaron más de diez minutos cuando llegamos a la ciudad, a la tienda donde parece ser que todo el mundo compraba los fuegos artificiales para el 4 de julio. Logramos aparcar a un par de calles de la tienda y caminamos el resto del camino hasta allí.
-¿No viene el Sr. William?-Le pregunto a papá.
-Claro. Está esperándonos en la puerta junto con Jerome.
Solo espero que las cosas no se pongan tan raras con Jerome como ayer. Fue realmente desconcertante su reacción cuando vino a nuestra casa.
Allí estaba, riendo junto a su padre. Con su cabello rubio peinado a la perfección. Unas bermudas y una camiseta que era demasiado estrecha. No es que le quedara mal, sino todo lo contrario. Le quedaba demasiado perfecta.
Cuando levanté la mirada a sus ojos pude notar que me había pillado mirándole y me sonrió. No tuve tiempo para reaccionar cuando su padre ya me estaba abrazando.
-¡Bonjour, belle!-Dijo con su perfecto acento francés.
Le abracé y respondí intentando imitar ese acento francés que tanto adoraba.
-Bonjour, monsieur.
Se rió por mi intento de francés y pasó a saludar a mi padre. El padre de Jerome siempre estaba muy alegre y era muy amable conmigo y nuestra familia. Hace unos años incluso nos invitó a pasar las navidades con él en Francia, que es donde vivía la mayor parte del año, ya que el Sr. y la Sra. Williams se divorciaron cuando los mellizos tan solo tenían diez años.
-Te hacen falta unas clases de francés, jolie.
Jérome se había colocado a mi lado y habló en un susurro, manteniendo la conversación entre nosotros.
-Je parle parfaitement français.
Escuché cómo reía y le golpeé en el brazo, captando la atención de mi padre y del Sr. Williams.
-Entremos antes de que esta pequeña le rompa un brazo a Jerome-bromeó el Sr. Williams.
Mi padre y él entraron los primeros, comentando acerca de qué sería lo mejor para comprar y si debían comprar aún más que el año anterior. Ben y Dylan iban discutiendo sobre cómo escaparse para marcharse a la fiesta que iba a organizar unos chicos en una casa al fondo de la playa. Lo que dejó a William caminando a mi lado.
-Vous voulez passer l'après-midi avec moi?-Preguntó, demasiado rápido como para que no pudiera entender ni una sola palabra.
Aunque he de admitir que adoro el acento de Jerome cuando habla francés, es tan sensual.
Mierda, ¿qué me pasa en la cabeza?
-Tomaré tu silencio como un sí.
Echó un vistazo a nuestro alrededor y vio que estábamos solos, por lo que tomó mi mano y nos arrastró hacia la salida.
-¿Qué haces?-Dije riendo.
No me contestó, simplemente me siguió arrastrando hasta que salimos de la tienda y llegamos a su coche.
-Me prometiste un día en el barco.
-¿Ese día tiene que ser hoy?
Asintió y abrió la puerta por mí. Dudé si entrar o no. Me giré para mirarle.
-Nuestros padres se van a preocupar.
-Le mandaré un mensaje a mi padre y se lo dirá al tuyo.
No sé por qué estaba buscando excusas para no ir, porque realmente tenía ganas de montar en barco.
-¿Qué dirán Ben y Dylan?
Frunció el ceño.
-¿Qué pasa con ellos?
-No les gusta que pases tiempo conmigo.
Me sonrió de esa manera en la que debía sonreír a las chicas para que se derritieran con su sonrisa.
-Estoy cansado de hacer lo que les gusta. ¿Me vas a hacer de subirte al coche?
Rodé los ojos y me subí al hermoso BMW de Jerome. Rodeó el coche y se subió cuando estaba abrochando mi cinturón.
-Allá vamos-dijo sonriendo ampliamente, como si la idea de pasar la tarde conmigo le agradara demasiado.
YOU ARE READING
Un Verano es Suficiente ( Apocalipsis #1.5)
Novela JuvenilEleanor siempre tuvo una vida fácil. Tenía unos buenos padres que la querían, un hermano mellizo que daría su vida por proteger a su hermana, no le faltaba de nada. O eso creía, hasta que Jérome entró en su vida. Sin embargo, Jerome no solo hizo qu...